La jerarquía católica denuncia la grave situación de Eritrea

Dura carta pastoral coincidiendo con el aniversario de la independencia del país

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ALBERTO EISMAN | Desde su independencia de Etiopía en 1993, Eritrea ha vivido una relación tensa con sus vecinos, especialmente los propios etíopes y Yemen. Tras la ansiada lucha por la libertad y la autodeterminación, los derechos humanos siguen siendo una de las asignaturas pendientes de un país en el que la gran participación del pueblo en el estamento militar (una de cada seis personas se integra en el servicio nacional obligatorio hasta los 40 años) y otros factores están haciendo que la gente viva agobiada por la escasez, la masiva emigración y el desabastecimiento.

El Gobierno de Asmara, presidido por Isaias Afewerki, lleva años enrocado en un dictatorial sistema de partido único, aparentando una democracia que no existe, militarizándose cada vez más, limitando duramente las libertades civiles y provocando el éxodo masivo de millones de eritreos, que prefieren el exilio a vivir en un país totalitario. La situación es especialmente preocupante en el campo de la libertad de expresión, pues –según cifras de Reporteros Sin Fronteras– es el país con más periodistas encarcelados por actividades “presuntamente subversivas”.

Isaias Afewerki.

Isaias Afewerki.

La situación tampoco es fácil para la Iglesia católica, bajo la constante vigilancia del Estado. Más permisivo se muestra, por el contrario, con la Iglesia ortodoxa, cuyos líderes son, en general, más sumisos, al haber sido propuestos o aprobados por el Ejecutivo. Este limita en gran medida la libertad de acción y de movimientos de miembros del clero y del laicado; así, seminaristas y formandos menores de 40 años de diócesis y congregaciones religiosas tienen prohibido salir del país para cursar estudios. El propio Gobierno ha intentado varias veces que la Iglesia ceda al Estado todas sus instituciones sociales, pero hasta ahora no lo ha conseguido.

En medio de esta crítica situación, y aprovechando el 23º aniversario de la independencia del país (23 de mayo), los obispos de las cuatro eparquías católicas han hecho pública una enérgica carta pastoral titulada ¿Dónde está tu hermano? Tomando como referencia la tragedia de la isla de Lampedusa en octubre de 2013, donde muchos de los inmigrantes malogrados eran eritreos, los prelados se preguntan no sin ironía cómo es posible que tanta gente huya de un país que –según la propaganda oficial– es tan ideal y perfecto que “mana miel”: “[los jóvenes huyen] a países donde hay paz, justicia, trabajo, donde uno se puede expresar claramente, un país donde uno puede trabajar y ganar dinero”. Se calcula que 3.000 jóvenes eritreos salen del país cada mes.
 

Desafío al Gobierno

A pesar de que no se menciona en ningún momento al Gobierno ni se dirige a él la misiva episcopal, está claro que este extenso documento (38 páginas) es un manifiesto desafío para el férreo régimen eritreo, puesto que detalla exhaustivamente los problemas más candentes del país, incluyendo la moral y la represión, la falta de libertades, el bajo nivel educacional, la impunidad de los poderes fácticos, la situación de las familias rotas por la masiva emigración y otros temas sociales y económicos agravados por la presente crisis mundial.

Por ejemplo, la sociedad eritrea presenta una grave y endémica situación de abandono de la población anciana, debido a la obligación de los jóvenes de pasar largas temporadas en el ejército, en centros sociales de rehabilitación o al haber emigrado a otros países. En el caso de la gran población penitenciaria existente en el país, los obispos piden, sobre todo, un trato humano para los arrestados, procedimientos jurídicos claros y transparentes y el estricto respeto de las leyes constitucionales.

Mientras que la mayoritaria Iglesia ortodoxa nunca se ha manifestado acerca de asuntos tan espinosos, la Iglesia católica sí que vuelve a levantar la voz (publicó otro documento parecido en el año 2001), haciendo de nuevo una clara denuncia de la situación del país. Esta valiente carta está causando sensación tanto dentro del país como en los foros internacionales y en las importantes colonias de eritreos dispersas por diferentes países. No se sabe todavía cuáles serán a largo plazo las repercusiones de esta declaración para las actividades de la Iglesia, su estatus dentro del país o sus líderes. Los católicos son, después de los cristianos ortodoxos, el segundo grupo religioso más importante del país.

En el nº 2.898 de Vida Nueva

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