‘Madre e hijo’: duelo por Rumanía

JOSÉ LUIS CELADA | Una sentencia, a primera vista incontestable, ilustra el cartel de la última ganadora del Oso de Oro en la Berlinale: “El amor de una madre no conoce límites”.

Salvo que se los imponga su hijo, cabría añadir, a tenor de lo que nos cuenta Calin Peter Netzer. Sin embargo, la protagonista de esta historia (Luminita Gheorghiu como absoluta dominadora del espacio escénico) parece dispuesta a saltárselos con tal de poner a salvo a su unigénito ante la que se le viene encima.

El trágico suceso que acapara la atención de Madre e hijo –y que, en cierto modo, debilita La posición del hijo (título original de la cinta)– nos permite descubrir las interioridades de una relación materno-filial enfermiza y destructiva entre una mujer egoísta y posesiva y un treintañero que dista mucho de haber alcanzado la madurez que se le supone para su edad.

Aunque tan interesante o más que esta disección emocional, resulta la inquietante radiografía social que el director rumano va trazando con su mirada –fría y nerviosa, como no pocas de las situaciones y personajes que describe–, la de un país sometido a la corrupción, los sobornos y el tráfico de influencias. Una herencia de la larga dictadura de Ceaucescu, que hoy se traduce en diferencias de clase casi insalvables y una Administración (policías, fiscales…) bajo sospecha.

Que una madre se imagine un futuro mejor para su hijo, que se pregunte qué ha hecho mal para no recibir todo el cariño que cree merecer o que incluso reivindique la necesidad de realizarse a través de su único heredero son lugares comunes en cualquier drama familiar. Y salen a relucir cuando una y otro comparten plano, pero también con terceros interlocutores (el padre, la novia, un testigo aprovechado…), propiciando largas e intensas secuencias en las que la cámara –siempre pendiente de cada gesto– capta la sensación de desasosiego que flota en el ambiente.

Ahora bien, el inesperado trance que ambos se verán obligados a afrontar introduce un elemento nuevo –y, a la postre, fundamental– en el “civilizado” pulso que mantienen: el duelo por la pérdida de un hijo. Las causas pueden ser bien diversas, pero el dolor en tales circunstancias no distingue personas ni condición, viene a recordarnos el realizador. Cada cual, eso sí, da la cara como sabe (o como puede): ella, al abrigo de los “arreglos” y contactos que le proporciona su posición; él, víctima de una cobardía que le impide, una y otra vez, pedir lo que quiere.

Mientras, Madre e hijo avanza con paso firme hacia un desenlace a la altura de las grandes películas, cuando una pudorosa exhibición de sensibilidad borra de un plumazo todo el cinismo acumulado durante casi dos horas. 4 meses, 3 semanas, 2 días (2007) o Martes, después de Navidad (2010) sentaron las bases de un nuevo cine rumano de corte realista al que Netzer representa aquí con tanta dignidad como calidad. Solo queda desear que otros títulos sigan engrosando esta magnífica cosecha.

 

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: Pozitia copilului.

DIRECCIÓN: Calin Peter Netzer.

GUIÓN: Razvan Radulescu y Calin Peter Netzer.

FOTOGRAFÍA: Andrei Butica.

PRODUCCIÓN: Ada Solomon y Calin Peter Netzer.

INTÉRPRETES: Luminita Gheorghiu,
Bogdan Dumitrache, Vlad Ivanov, Natasa Raab, Ilinca Goia, Mimi Branescu, Florin Zamfirescu.

 
En el nº 2.896 de Vida Nueva

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