La revolución Francisco se encarna en Tierra Santa

Crónica de los tres días del histórico periplo del papa Bergoglio en los Santos Lugares

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ANTONIO PELAYO (JERUSALÉN) | Jorge Mario Bergoglio es el cuarto papa en peregrinar a Tierra Santa. Han sido solo tres días, pero, ante el alud de palabras y gestos, preñados todos ellos de un hondo compromiso con la dignidad del ser humano y la paz mundial, no hay duda: la revolución Francisco se encarnó en la tierra de Jesús de Nazaret.

Lo bueno y lo malo de los viajes con el Papa es que se acaban. Lo bueno es que acompañar al Santo Padre en sus visitas por el ancho mundo te transmite una experiencia eclesial difícilmente alcanzable en otras circunstancias. Lo malo es que te exige un esfuerzo físico considerable, pero, claro, bastante inferior al que realiza él mismo con un calendario extenuante que, algunas veces, parece casi rayar en el masoquismo.

Recibimiento en Belén.

Recibimiento en Belén.

El de Tierra Santa con Francisco (del 24 al 26 de mayo) es una prueba irrefutable de cuanto acabo de escribir. Lo que Juan Pablo II (del 20 al 26 de marzo de 2000) y Benedicto XVI (del 8 al 15 de mayo de 2009) hicieron en seis y siete días, respectivamente, Bergoglio lo ha realizado en tres, imponiéndose un ritmo casi maratoniano con el colofón de una amplia conferencia de prensa con los informadores, en el vuelo de regreso a Roma, que le permite transmitir respuestas a las muchas preguntas que la gente está planteándose ante su modo de actuar como pastor de la Iglesia universal.

En otro apartado de esta información se habla ampliamente de la etapa reservada a Jordania, por lo que aquí me centraré en los días 25 y 26, durante los cuales visitó los Territorios Palestinos y el Estado de Israel. Por cierto, que el tiempo reservado a cada una de las etapas es milimétricamente casi el mismo, para evitar susceptibilidades, aunque es también la primera vez que el papa visita antes Belén que Jerusalén; una opción política, si se tiene en cuenta que la tesis vaticana siempre ha sido favorable a la existencia paritaria de los dos estados.
 

De Amán a Belén

El Papa con Abú Mazen.

El Papa con Abú Mazen.

A Belén el Papa llegó a primera hora procedente de Amán, donde durmió. El viaje, de 75 kilómetros, lo realizó en un helicóptero del ejército jordano y, a su llegada, fue recibido por el delegado apostólico en Jerusalén y Palestina, Giuseppe Lazzarotto. También estaban presentes el patriarca latino, Fouad Twal, y otras autoridades religiosas.

Desde el helipuerto se trasladó al palacio presidencial, donde le esperaba Mahmoud Abbas, alias Abu Mazen, con miembros de su Gobierno y una delegación de los cristianos de Cisjordania y de Gaza, a los que el Gobierno israelí había autorizado excepcionalmente a realizar el desplazamiento.

Según fuentes oficiosas, durante el vuelo se le informó al Santo Padre de la respuesta positiva del presidente de Israel, Simon Peres, a su invitación a venir al Vaticano a rezar por la paz en compañía de la máxima autoridad palestina, a la que se le comunicó la disponibilidad de su colega israelí.

El tono de este primer discurso papal en Belén no deja lugar a dudas sobre su visión de la trágica situación que se vive:

Desde lo más profundo de mi corazón, deseo decir que, por el bien de todos, ya es hora de poner fin a esta situación, que se hace cada vez más inaceptable. Que se redoblen los esfuerzos y las iniciativas para crear las condiciones para una paz estable, basada en la justicia, en el reconocimiento de los derechos de cada uno y en la recíproca seguridad. Ha llegado el momento de que todos tengan la audacia de la generosidad y de la creatividad al servicio del bien, el valor de la paz, que se apoya en el reconocimiento por parte de todos del derecho de dos estados a existir y a disfrutar de paz y seguridad dentro de unos confines reconocidos internacionalmente.

Misa en la Plaza del Pesebre.

Misa en la Plaza del Pesebre.

Por si no quedaba del todo claro, añadió: “Deseo que todos eviten iniciativas y actos que contradigan la voluntad expresa de llegar a un verdadero acuerdo y que no se deje de perseguir la paz con determinación y coherencia. La paz traerá consigo incontables beneficios para los pueblos de esta región y para todo el mundo. Es necesario, pues, encaminarse con resolución hacia ella también mediante la renuncia de cada uno a algo”.

Mientras tenía lugar este encuentro, la Plaza del Pesebre de Belén se había ya llenado hasta los topes; algunos miles de palestinos habían tenido el privilegio de poder acceder hasta ella, así como una representación de emigrantes filipinos que viven en la zona. Las medidas de seguridad resultaban eficaces para encauzar el entusiasmo de la multitud.

Cuando Francisco llegó, fue acogido entre aclamaciones. La Eucaristía se celebró sobre un podio con un telón de fondo en el que se había representado a los papas Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI como nuevos Reyes Magos que ofrecían sus dones al recién nacido.
 

Niños en las periferias

La homilía del Papa estuvo toda ella centrada en la infancia:

También hoy los niños son un signo. Signo de esperanza, signo de vida, pero también signo ‘diagnóstico’ para entender el estado de salud de una familia, de una sociedad, de todo el mundo. (…) En este mundo que ha desarrollado las tecnologías más sofisticadas, hay todavía por desgracia tantos niños en condiciones inhumanas, que viven al margen de la sociedad, en las periferias de las grandes ciudades o en las zonas rurales. Todavía hoy muchos niños son explotados, maltratados, esclavizados, objeto de violencias y de tráfico ilegal. Demasiados son prófugos, refugiados, a veces ahogados en los mares, especialmente en el Mediterráneo. De esto nos avergonzamos hoy delante de Dios, el Dios que se ha hecho humano.

En su denuncia de los males que afligen a la infancia, quiso también subrayar que, “en un mundo que desecha cada día toneladas de alimentos y de medicinas, hay niños que lloran en vano por el hambre y por enfermedades fácilmente curables. En una época que proclama la tutela de los menores, se venden armas que terminan en las manos de niños soldados, se comercian productos confeccionados por pequeños trabajadores esclavos”.

En el momento del intercambio de los saludos de paz, Abbas subió al altar, donde el Papa le abrazó con rara intensidad. Era un gesto preludio de lo que iba a suceder después cuando, finalizado el rezo del Regina Coeli, Bergoglio hizo pública su inédita invitación de diálogo entre las dos partes en Roma.

Merece la pena trascribir íntegro este texto histórico:

En este lugar, donde nació el Príncipe de la Paz, deseo invitarle a usted, señor presidente Mahmoud Abbas, y al señor presidente Simon Peres, a que elevemos juntos una intensa oración pidiendo a Dios el don de la paz. Ofrezco la posibilidad de acoger este encuentro de oración en mi casa, en el Vaticano. Todos deseamos la paz; muchas personas la construyen cada día con pequeños gestos; muchos sufren y soportan pacientemente la fatiga de intentar edificarla. Y todos tenemos el deber, especialmente los que están al servicio de sus pueblos, de ser instrumentos y constructores de la paz, sobre todo con la oración. Construir la paz es difícil, pero vivir sin ella es un tormento. Los hombres y mujeres de esta tierra y de todo el mundo nos piden presentar a Dios sus anhelos de paz.

El anuncio cogió a todo el mundo por sorpresa y saltó en minutos a los primeros planos de los medios de comunicación, provocando de inmediato múltiples lecturas, que iban desde un desencantado escepticismo hasta una interpretación esperanzada después de los sucesivos fracasos de todas las negociaciones de paz israelo-palestinas –el último y aún reciente lo protagonizó el secretario de Estado norteamericano, John Kerry–.

Se desconocen por ahora más detalles de esta insólita “cumbre” que tendrá lugar el día 8 de junio, según ha confirmado el portavoz de la Santa Sede Federico Lombardi. Será antes de que el presidente Peres, de 91 años de edad y Premio Nobel de la Paz en 1994, abandone la jefatura del Estado judío. Se sabe también que un periodista medió para alcanzar el acuerdo como cuenta en entrevista a Vida Nueva.

En esa misma alocución, algunos han visto otro anuncio: al referirse a la familia, el Papa afirmó que pensaba espontáneamente en Nazaret, “adonde espero ir, si Dios quiere, en otra ocasión”; frase que ha lanzado la hipótesis de que Bergoglio quisiera presentar en la ciudad galilea la exhortación apostólica que publicará después de las dos asambleas sinodales dedicadas en 2014 y 2015 a la familia. Nos ponemos, pues, en 2016. Para entonces, Dios dirá.

La revolución Francisco se encarna en Tierra Santa [íntegro solo suscriptores]

En el nº2.896 de Vida Nueva
 

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