La minoría católica de Libia, presa del miedo

La actual escalada de violencia y la inseguridad han vaciado los templos del país

M_LIBIA

J. L. CELADA | Responsables de la Iglesia católica en Libia han expresado su “profunda preocupación” por la seguridad de sus fieles, tras la escalada de violencia que sufre el país norteafricano desde hace semanas, y que ha sembrado el miedo entre la población y está vaciando los templos.

Los líderes de la comunidad católica local temen que la actual tensión entre militares y seguidores del general rebelde Jalifa Hifter, que ya ha causado 70 muertos y más de un centenar de heridos, deriven en una guerra civil.

Trípoli y Bengasi han sido escenario de graves enfrentamientos en el marco de la denominada Operación Karama (Dignidad) encabezada por Hifter, a quien el Gobierno libio acusa de golpista, pero que ha recibido el apoyo de miles de manifestantes por las calles del país.

Sacerdotes católicos de ambas ciudades declararon al Servicio de Información Católica para África (CISA) que se les había pedido no abandonar su residencia como medida de seguridad. En este sentido, el vicario general del Vicariato Apostólico de Trípoli, el franciscano Allan Arcebuche, sostiene que la Iglesia católica no quiere “una presencia visible de agentes de seguridad en sus misas”. Sin embargo, “debemos ser prudentes durante nuestros servicios y en nuestros desplazamientos”, recuerda el religioso.

En Bengasi, segunda metrópoli del país, la asistencia a las iglesias ha experimentado un fuerte descenso a causa de la inseguridad que se vive en esta ciudad nororiental, baluarte de la resistencia al asesinado coronel Gadafi y donde la policía ya ha advertido que no dispone de más medios para proteger a los cristianos. “Todo el mundo vive con miedo y ansiedad los recientes sucesos”, explica el padre José Varkey, del Vicariato General de Bengasi.
 

Descenso de fieles

Antes de la caída del régimen de Muamar el Gaddafi, en el otoño de 2011, este país de mayoría musulmana contaba con al menos 40.000 católicos. Desde entonces, su número ha disminuido considerablemente. En Bengasi, por ejemplo, según cifras facilitadas por su vicario apostólico, Sylvester Magro, han pasado de 2.000 fieles a apenas 300.

La Iglesia greco-ortodoxa libia, por su parte, ya ha cesado sus actividades, mientras que 300.000 cristianos coptos de Egipto también han huido del país tras la muerte de siete de sus miembros, cerca de Bengasi, el pasado febrero, explicó el padre Arcebuche.

Aunque el Parlamento libio acaba de dar su voto de confianza al Ejecutivo presentado por el primer ministro, Ahmad Maitiq, todo apunta a que solo la celebración de elecciones podría poner fin al período de transición que atraviesa el país.

En el nº2.896 de Vida Nueva

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