La UPSA reivindica la Teología con el Honoris Causa a Ladaria

Galindo reconoce que esta disciplina debe implicarse en las necesidades sociales

Jacinto Núñez Regodón, Luis F. Ladaria y Ángel Galindo.

Jacinto Núñez Regodón, Luis F. Ladaria y Ángel Galindo.

FRAN OTERO. FOTOS: UPSA. | Luis Francisco Ladaria Ferrer, jesuita y arzobispo secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe ya forma parte del claustro universitario de la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA) tras ser investido doctor honoris causa el pasado lunes 19 de mayo, en una ceremonia que se enmarca en el 75º aniversario de la restauración de la Universidad Pontificia, después de haber sido suprimida por un gobierno liberal en el siglo XIX.

Un reconocimiento que es, además, una reivindicación del origen de la Universidad y de los estudios teológicos, explicó el rector de la UPSA, Ángel Galindo García:

Este homenaje y Honoris Causa es una apuesta para reivindicar y actualizar el origen de la Universidad de Salamanca hace ocho siglos, que, precisamente, nació en la catedral, en las escuelas catedralicias, con el título de Universidad Pontificia y Universidad Real; por eso damos también este Honoris Causa a una gran personalidad como es el padre Luis Francisco Ladaria, para recordar que la Universidad de Salamanca nace con y desde la Teología y el Derecho.

Con la mirada puesta en el futuro, Galindo mostró la voluntad de la UPSA de continuar reflexionando sobre el legado de los grandes teólogos, filósofos y canonistas que pasaron por sus aulas –“sin la reflexión sobre estas materias y autores, Salamanca perdería el corazón y su sabor humanista”–, aunque también lanzó el desafío de implicarse en las necesidades sociales –“sabemos que debemos colaborar con el resto de instituciones, sociedades, colectivos y personas que formamos la gran sociedad. Desde este horizonte, se legitimará el liderazgo de la Universidad del futuro”–.

En este sentido, el rector de la UPSA apuntó que la Teología se enfrenta al reto de “evidenciar para el hombre de hoy una imagen comprensible del Dios cristiano, tal y como ha venido siendo presentado a lo largo de los siglos, pero posiblemente liberándolo de todo aquello que puede resultar externo o fruto de la cultura de un momento determinado”. “La teología tiene como finalidad última llevar a los hombres al encuentro definitivo con Dios, y esto de manera razonable.

En este sentido, una Universidad Pontificia erradicada en Salamanca ha de tener también el sabor del pensamiento desarrollado en sus aulas durante siglos, haciendo teología crítica, pero profundamente honesta en cada momento”, concluyó.

Sobre el padre Ladaria, Galindo dijo que es “un intelectual, no solo en el campo de la antropología teológica, sino de las ciencias sociales, en la medida en que la Teología está en relación con ella”. “Es un sabio en su materia y está ayudando con mucha fuerza a la expresión de la Teología en toda la Iglesia en relación con otras ciencias”, concluyó.
 

Claro y sistemático

Durante la ceremonia –en la que estuvieron presentes el arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Ricardo Blázquez, y el gran canciller de la UPSA y obispo de Salamanca, Carlos López– también intervino Jacindo Núñez Regodón, decano de la Facultad de Teología de la UPSA y padrino del doctorado, que expuso en la Laudatio la trayectoria del padre Ladaria, así como los motivos por los que se le inviste Honoris Causa. Su extensa obra es un gran razón, pero Núñez Regodón destacó tres cualidades del teólogo jesuita: la positividad por el estudio de fuentes, la sistematicidad y la claridad.

En su discurso de investidura, titulado Fons et origo. Monoteísmo y Monarquía del Padre, el secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe reflexionó sobre la originalidad de la noción cristiana de Dios a partir de la revelación neotestamentaria de la paternidad divina.

Dijo, entre otras cosas, que la revolución del monoteísmo del Nuevo Testamento “no es en el fondo más que el que se desprende de la vida y enseñanza de Jesús”, o que “junto al Padre y al Hijo, el Nuevo Testamento confiesa al Espíritu Santo, sin el cual los efectos de la acción salvadora de Jesús no pueden penetrar en lo profundo del corazón humano”.

A lo largo de su intervención, Ladaria defendió que el cristianismo no es excluyente ni engendrador de diferencias, sino integrador, propugnador de comunicación y de armonía sin fronteras.

En el nº 2.895 de Vida Nueva
 

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