La enseñanza católica, pilar fundamental de la misión

Los episcopados europeos destacan en Sarajevo el papel del profesorado creyente para la Iglesia

JOSÉ LUIS CELADA | El profesor católico está en el centro de la acción educativa y misionera de la Iglesia. Su selección y formación son más que nunca un desafío para el futuro de las nuevas generaciones y de la Iglesia. Incluso su guía espiritual es una necesidad en una Europa que cambia rápidamente. Estas son algunas de las principales conclusiones alcanzadas en el marco del reciente congreso convocado en Sarajevo por la sección ‘Escuela’ de la comisión ‘Catequesis, Escuela, Universidad’ del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa (CCEE) y el Comité Europeo para la Enseñanza Católica (CEEC), en colaboración con la Conferencia Episcopal de Bosnia-Herzegovina.

Alrededor de 70 participantes –entre obispos, responsables nacionales para la pastoral escolar, directivos y profesores– se reunieron del 15 al 18 mayo en la capital bosnia para reflexionar y debatir en torno al tema central del encuentro: La formación cristiana y el acompañamiento espiritual de los profesores católicos en la escuela, cuestión introducida por el obispo de Versalles (Francia), Eric Aumonier, presidente de la sección ‘Escuela’ del CCEE, y ampliada con numerosas experiencias y testimonios a lo largo de las jornadas.

Aunque se constató que la situación de los profesores católicos que trabajan en escuelas confesionales y no confesionales es muy diferente, los presentes pusieron de manifiesto un elemento común a nivel europeo: “la pasión” del profesorado por su papel de educadores, a pesar de las difíciles situaciones a las que a menudo se enfrenta. Entre los desafíos actuales, se habló del “anonimato” que viven tantos docentes católicos en centros no católicos, que a veces conduce a la soledad o la marginación y que puede llegar a producir un “verdadero desapego por la actividad educativa, reduciéndola a una mera transmisión de conocimientos”. De tal modo que la opinión generalizada hoy es que el profesor debe ser “incoloro, inodoro e insípido” y que su modelo a seguir tiene que ser “el respeto de la diversidad de los alumnos” y “evitar cualquier forma de influencia” sobre ellos.

Por si fuera poco, el profesor se ve obligado a hacer frente a la “creciente secularización de la sociedad”, advirtieron los congresistas, lo que se traduce en una “gran falta de cultura religiosa”. De ahí las dificultades que se presentan a la hora de “ayudar a los jóvenes para despertar en ellos la pasión por el conocimiento, para encontrar sus raíces y construir su propia identidad, en una relación dinámica entre memoria y ‘búsqueda’”.

A pesar de todo ello, los participantes reconocieron que “es posible hoy ser una comunidad escolar”, siempre que esta se fundamente “sobre Jesucristo”. En este sentido, “la respuesta de la Iglesia es una invitación a la formación y acompañamiento de los profesores, sobre todo de los directivos escolares, que necesitan una atención específica y la contribución de toda la comunidad cristiana (parroquia, asociaciones…)”.

La identidad, valor añadido

Un interés especial despertó durante el congreso todo lo relativo a la identidad de la escuela católica, que “debe tener un valor añadido”. Valor que se encuentra, a juicio de quienes acudieron a Sarajevo, cuando los profesores son “acompañados por la comunidad eclesial local en su camino de fe y cuando el cuerpo docente es capaz de construir una atmósfera en la que se respira una curiosidad positiva, la caridad hacia todos, la seriedad de la propuesta educativa, así como una auténtica credibilidad en el testimonio de su fe”.
La cita concluyó el domingo 18 con una eucaristía presidida por el obispo de Banja Luka y cabeza visible del Episcopado bosnio, Franjo Komarica, en la que los asistentes expresaron su cercanía y solidaridad con la población local, víctima de graves inundaciones semanas atrás y todavía afligida por los dramáticos episodios de su pasado más reciente.

Escuelas por la paz

Durante la reunión en Sarajevo fue presentada la experiencia Escuelas para Europa, llevada a cabo en Bosnia-Herzegovina como un instrumento de reconciliación y de paz. Se trata de un proyecto educativo de la Iglesia a nivel nacional que tiene como objetivo promover la educación de las nuevas generaciones en el espíritu de la convivencia desde la escuela. Estas Escuelas para Europa fueron creadas durante la guerra que sufrió el país balcánico como centros “interétnicos e interreligiosos” para la promoción de la paz y la integración a través de la educación en la coexistencia pacífica.

Compartir