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El arte del acompañamiento


Nos recuerda que hay que dejar abierta la posibilidad de que Dios modifique nuestra vida

Obra de Ángel Moreno, capellán del Monasterio cisterciense de Buenafuente del Sistal. Recesión de Fernando Cordero.

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Título: ¿Cómo lo voy a comprender si nadie me lo explica? Acompañados, acompañantes y compañeros espirituales

Autor: Ángel Moreno

Editorial: PPC, 2014

Ciudad: Madrid

Páginas: 328

FERNANDO CORDERO (SS.CC.) | Ángel Moreno (Trillo, 1945) cuenta con una experiencia de más de cuarenta años en la pastoral de acogida y atención espirituales como capellán del Monasterio cisterciense de Buenafuente del Sistal, en el Alto Tajo. Diez mil personas al año pasan por diversos motivos por este emblemático centro de oración y retiros.

Es, además, considerado como un maestro espiritual de nuestro tiempo, desarrollando una intensa labor como director de ejercicios. Esta obra, por su rigor y por la completa panorámica que ofrece sobre el acompañamiento, a buen seguro se convertirá próximamente en un texto de obligada referencia para los que se encargan de este ministerio.

Un breve prólogo y catorce capítulos nos conducen por el itinerario del acompañamiento espiritual, con una doble vertiente: quienes buscan el acompañamiento en el proceso de discernimiento del querer de Dios en la propia vida y aquellos a los que les toca acompañar a dichas personas. Cada capítulo se abre con algún pasaje de la Palabra de Dios que ilumina la reflexión posterior, en la que el autor incluye referencias de los santos, especialmente de santa Teresa de Jesús, de la tradición monástica y de los últimos papas. Finaliza con un cuestionario que, fácilmente, interpelará al lector.
 

Reconciliación

Con un análisis pormenorizado de la sociedad actual, que adolece de referentes espirituales, y contando con la historia del acompañamiento a lo largo de estos veinte siglos, nos brinda un principio de sabiduría que no podemos obviar: dejar siempre abierta la posibilidad de que Dios modifique nuestra vida y de la acción del Espíritu Santo. Y, para alcanzar la plenitud, se ha de aceptar humildemente la condición de nuestro ser personal, pasando por la reconciliación interior y social. En todo este proceso los textos evangélicos son un “espejo” en el que poder mirarnos y contrastarnos.

El padre Ángel advierte de lo que es y de lo que no es el acompañamiento. No es un “circuito cerrado” entre maestro y discípulo, por lo que en el centro ha de estar siempre el Señor. El acompañante es una mediación y el acompañado es un sacramento. Cada persona acompañada es única, por lo que se ha de dar una atención personalizada que conduzca a una experiencia liberadora.

Son muy interesantes los capítulos que dedica al discernimiento, donde señala claves y ejercicios para desplegar lo que es esta instancia espiritual. Como experimentado acompañante, indica algunas prevenciones, así como las actitudes correctas y las disposiciones adecuadas en el mismo. Finaliza con un precioso capítulo dedicado a María, maestra y compañera de camino.

En el nº 2.895 de Vida Nueva

Actualizado
23/05/2014 | 07:00
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