Libros

Entre dos mundos


Prosa exquisita capaz de meterse en los intersticios del alma humana

Ensayo del poeta ucraniano Adam Zagajewski, recesionada por de Javier Morales.

L_Novela

Título: Dos ciudades

Autor: Adam Zagajewski

Editorial: Acantilado, 2006

Ciudad: Barcelona

Páginas: 304

JAVIER MORALES | No me considero un buen lector de poesía, aunque con los años me he ido creando un pequeño canon personal en el que el polaco Adam Zagajewski ocupa un lugar destacado.

Cada cierto tiempo releo los poemarios Antenas y Deseo (como el resto de su obra traducida al español, ambos publicados en Acantilado), y al hacerlo uno tiene la sensación de “tocar” las cosas importantes de la vida, incluso de ser un poco más sabio. Aunque no es de estas joyas de las que quiero hablar hoy, sino del ensayo Dos ciudades, escrito con una prosa exquisita, a ratos poética, capaz de meterse en los intersticios del alma humana, de iluminar el camino.

Nacido en Lvov (Ucrania) en 1945, en Dos ciudades cuenta Zagajewski cómo su familia se vio obligada a abandonar este bello pueblo (que permanecerá como un lugar mítico para el poeta) para ir a vivir a Gliwice, una fea y antigua ciudad industrial de población alemana que se había anexionado Polonia después de la II Guerra Mundial. Aunque no llegó a padecer el nazismo (sí sus secuelas), a Zagajeswki le tocó vivir el totalitarismo estalinista. Su obra fue prohibida y tuvo que exiliarse en 1982, primero a París y luego a los Estados Unidos.

Zagajewski mezcla con sabiduría el relato intimista con el retrato de una época. Entre otras cosas, nos habla de su pasión por la música, de su familia, de sus padres, de la afición de su progenitor a las ondas, una circunstancia que tanto influyó en el poeta (no en balde uno de sus poemarios más memorables se titula Antenas). De su encuentro con un jovencísimo poeta (otro de los grandes del siglo XX), Zbigniew Herbert, quien visitó su escuela para dar un recital.

En un mundo tan cambiante y alocado como el que habitamos, en el que vivimos a mil por hora, vale la pena detenerse un poco, hacer un alto en el camino para tomar resuello y leer a los grandes escritores, a los grandes vates. Si aún no lo han hecho, prueben con Zagajewski. Estoy seguro de que después de su lectura respirarán mejor.

En el nº 2.895 de Vida Nueva

Actualizado
23/05/2014 | 07:00
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