La perspectiva del Reino en la pastoral juvenil

Proyecto histórico y valoración de lo sacramental

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ENRIQUE VEGA DÁVILA (Teólogo laico, agente de Pastoral Juvenil y profesor en el Seminario de Chosica, Perú) | El Reino de Dios, categoría fundamental en la predicación de Jesús y eje central de su proyecto, es también un punto clave para comprender su mensaje.

La realidad del Reino, por tanto, no es ni puede ser ajena a la Pastoral Juvenil (PJ), empeñada no solo en ayudar a descubrir a los jóvenes la experiencia de Jesús de Nazaret, sino en motivarles al seguimiento y compromiso, asumiendo las consecuencias de una respuesta que implica a toda la existencia. Si la PJ brinda el espacio necesario para que el joven protagonice este proceso, habrá contribuido decisivamente a que entienda y valore la sacramentalidad de su encuentro con Dios, con los demás y con la realidad.

Cuando hablamos del Reino de Dios, es importante aclarar –como hacían los antiguos– la terminología que se va a emplear. Es muy fácil que cada uno posea una idea propia de lo que es el Reino de Dios, y cada una totalmente divergente. Aquello no es tan distinto del tiempo de Jesús, ya que sucedía lo mismo: cada uno de los grupos socio-religiosos del siglo I tenía una forma diferente de comprender el Reino. Algo que es ineludible es afirmar que el Reino de Dios es una categoría fundamental en la predicación de Jesús.
 

Cristo Rey, por Alexander Kazantsev (1690).

‘Cristo Rey’, Alexander Kazantsev (1690).

I. PROBLEMÁTICA DEL CONCEPTO

En la concepción de mucha de nuestra gente al hablar del Reino de Dios, una de las primeras imágenes que se viene a la mente es la de un reino que está asociado al cielo y, por ello, lejano.

Esto se relaciona, muchas veces, a figuras supraterrenas y distantes de la realidad. Reino de Dios, en el ideario de los nuestros, algunas veces resuena a imágenes angélicas, insensibles y disociadas del Proyecto de Jesús. Y es que la expresión “Reino de los cielos”, empleada por Mateo, ha sido comprendida con mucha limitación debido a lecturas descontextualizadas de la Biblia.

El ambiente judío en el que se movía el evangelista no le permitía mencionar a Dios. Reino de los cielos es una categoría sinónima de Reino de Dios. Por otro lado, en el cuarto evangelio no se emplea ninguna de las expresiones. ¿Cuál es la que emplea? La palabra “vida” es el eje de la predicación de Jesús, según Juan. No obstante, las categorías son equivalentes.

Es importante decir también que la imagen de Jesús como rey ha tenido diferentes formas de ser comprendida. Riqueza, corte, lujo, manejo arbitrario de la autoridad son elementos propios de ciertos reinados. ¿Es así el Reino de Jesús? Durante siglos, se le ha considerado al Rey eternal como si fuese un rey terrenal. Un ejemplo lo tenemos en Eusebio de Cesarea (263-339), quien ve la llegada del Reino de Dios en un gran banquete, luego del Concilio de Nicea (año 325), en el que el emperador come y bebe con los obispos.
 

'Resurrección de la Carne' por Luca Signorelli (1500).

‘Resurrección de la Carne’ por Luca Signorelli (1500).

II. JESÚS UN APASIONADO POR EL REINO: EL REINO DE DIOS HA LLEGADO (Mc 1, 15)

Parte fundamental de la predicación de Jesús es el Reino. Los sinópticos emplean la expresión basileia tou theou. Esta expresión, si bien es conocida en el tiempo de Jesús, es empleada por él con matices diferentes, mostrando así una discontinuidad y una novedad con la forma de presentar su mensaje.

El Reino de Dios no es algo estático que se mantiene idéntico “aunque pasen los años”. El Reino de Dios es dinámico, está en constante movimiento y actividad. Y es que la expresión mlk, de donde es traducido basileia, posee como contenido el ejercer el reinado, es decir, ejercer la realeza; cuando decimos Reino de Dios no decimos sino “el reinado de Dios”. Para algunos, podría parecer una trivialidad una traducción de ese tipo; sin embargo, tiene consecuencias teóricas y prácticas que cuestionan el ser creyente.

Las diferentes maneras de ver el reinado de Dios guardan íntima relación con la forma de ver al Mesías esperado. En la esperanza mesiánica convergía el anhelo por una restauración nacional que acabe con el Imperio dominante que tenía al pueblo sometido. El proyecto de Jesús es anunciar apasionadamente un reino donde es Dios quien reina en los corazones y en las vidas de las personas; ello implica un cambio de valores que se evidenciarán en su propia predicación. Por ejemplo:

  • Para los fariseos el Reino de Dios implica un cumplimiento escrupuloso de la Ley mosaica y de las tradiciones de los padres.
  • Para los saduceos es un reino sacerdotal y cúltico.
  • Para los esenios el Reino se imponía a fuerza de moralismo y pureza.
  • Para los zelotas, el Reino era una incursión política y de resistencia.

Para cada mirada, sendos Mesías. Para estos grupos, la predicación de Jesús implicaba una ruptura en sus distintas concepciones; ruptura que les generaba inestabilidad en su praxis y en su visión de Dios, ruptura que los cuestionaba; ruptura de la que Jesús de Nazaret es consecuente.

El Reino predicado por Jesús, el Dios-con-nosotros, es un regalo de Dios, es decir, es un don gratuito que implica una respuesta de aceptación, libertad y voluntad. A las personas llamadas por Jesús no se les impone una carga que no sea decisión personal que atraviese todas las dimensiones de su vida.

El pasaje del joven que no sigue a Jesús es una muestra de ello (cf. Mt 19, 16-22). No hay imposición de autoridad, hay libertad plena. No hay atropello
de la voluntad, hay elección personal.

Y, además de aquello, el reinado de Dios implica una universalidad tal que congrega (convoca) a todos y todas, empezando por aquellos que suponían la lejanía de Dios. De ahí que contemplemos a un Jesús que es adorado por pastores, clase marginal en su época (cf. Lc 2, 8-20), que acoge a cobradores de impuestos (cf. Lc 5, 27-32; 19, 1-10), a mujeres (cf. Jn 8, 1-11), prostitutas (cf. Lc 7, 36−8, 3). Cada uno de estos grupos implica un estado de marginación, y la praxis de Jesús rompe con el trato “normal” con ellos, la relación íntima con su Abbá -papá en arameo de la época- genera una relación diferente con las personas a su alrededor, por lo que el Reino de Dios es también un nuevo orden social que irrumpe desde una experiencia profundamente religiosa.

Con todo esto, el Reino de Dios implica una nueva forma de contemplarlo y relacionarse con Él. No se trata de un Dios marginador, ni de un Dios inmóvil e impasible (propio de la metafísica occidental), sino de un Dios al que Jesús llama Abbá (Mc 14, 36), un Dios que se involucra con el ser humano y que está a favor de su causa; en simples palabras, Jesús revela a un Dios que opta por la persona.
 

III. TENSIÓN ESCATOLÓGICA Y PROYECTO HISTÓRICO

El Reino de Dios, por lo que hemos mencionado líneas atrás, tiene su manifestación en la historia. Lejos de nosotros la imagen de un Dios ahistórico e insensible. La praxis de Jesús fue histórica, es decir, es en la historia donde se realiza; por esto el Reino posee una actuación en el presente. Los signos del Reino (los llamados milagros) expresan esa actualidad permanente de la presencia de Dios en medio de nosotros: que los cojos anden, los ciegos vean, los mudos hablen (cf. Mt 11, 5) no son sino experiencia de un Dios que rompe todas las ataduras que existen para que el ser humano de a pie, y sin limitación de ningún tipo, pueda glorificarle desde su existencia y mediante ella.

El Reino de Dios es histórico, esto no nos cabe duda, y el que sea así implica una relación inmanente que no es posible perder de vista. El Reino se realiza entre nosotros. Jesús mismo lo dijo, pero es importante recordar, al mismo tiempo, que este Reino es trascendente. No se trata solo de un mensaje o propósito sociológico o teocrático, sino de una verdadera transformación que atraviesa todo propósito humano, por lo que es metahistórico, va más allá de la historia; y escatológico, es decir, el Reino de Dios es una realidad que se consumará en el futuro.

Ambas dimensiones de una misma realidad no tienen por qué ser contradictorias; de hecho, no lo son. El nuevo documento de Pastoral Juvenil (PJ), en su primer número, nos recuerda que “caminamos con la mirada y el corazón en el Horizonte sí, pero con los pies en la tierra, partiendo de la realidad de la juventud latinoamericana”.

Esto, que implica no solo a los jóvenes latinoamericanos sino al cristianismo entero , es recordar que ambas realidades son propósito de nuestra experiencia de fe. No es posible una fe que no motive a transformar la historia, al mismo tiempo que no es posible una fe que no mire más allá de lo que vive. A propósito de esto, Benedicto XVI decía: “El mensaje cristiano no es informativo, sino performativo”, es decir, el Reino de Dios que esperamos no implica una serie de conocimientos exactos sobre el futuro, sino que es la actitud con la que enfrentamos el mañana.

 
Siguientes apartados en la versión íntegra:

  • IV. PASTORAL JUVENIL: UNA OPCIÓN PREFERENCIAL
  • V. COMPROMISO: REVALORACIÓN DE LO SACRAMENTAL

Pliego íntegro publicado en el nº 2.894 de Vida Nueva. Del 17 al 23 de mayo de 2014

 

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