Garaigordóbil, de “obispo de la txapela” a “cura sacristán”

Se cumple medio siglo de la ordenación episcopal del obispo emérito de Los Ríos

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VICENTE L. GARCÍA | El pasado 1 de mayo tuvo lugar en Urkiola (Vizcaya), centro espiritual de las Misiones Diocesanas Vascas, un homenaje al obispo emérito de Los Ríos (Ecuador), Víctor Garaigordóbil, en el 50º aniversario de su ordenación episcopal.

La eucaristía fue presidida por el obispo de Bilbao, Mario Iceta, y contó con las presencia de sus homólogos de Vitoria, Miguel Asurmendi, y San Sebastián, José Ignacio Munilla. También participó el obispo emérito de San Sebastián, Juan María Uriarte.

Garaigordóbil, que en octubre cumplirá 99 años, es el último superviviente de los pioneros de las Misiones Diocesanas Vascas que desembarcaron en Ecuador en 1948. Participó en el Vaticano II, y una de sus propuestas más novedosas fue plantear la posibilidad de que las diócesis, y no solo las congregaciones religiosas, pudieran hacerse cargo de territorios de misión. Su exposición estaba avalada por la labor que desde hacía años realizaban las diócesis vascas.

Pocas veces se le ha visto con atuendos episcopales; lo que de verdad le identifica es la txapela.

Así fue a la última sesión del Concilio, donde le denominaron “el obispo de la txapela”. Su opción preferencial por los pobres marcó su tarea misionera como ayudante, responsable, administrador apostólico y, finalmente, obispo, aunque –como siempre ha dicho– aceptó su nombramiento como “miembro del grupo misionero vasco”. Si por algo ha destacado, ha sido por su carácter humilde.

En 1982, Garaigordóbil consideró que el grupo de misiones vascas no le necesitaba y presentó su renuncia a Juan Pablo II. Ya en su tierra, solicitó al obispo Luis Mª Larrea que le encomendara tareas pastorales. Lo destinaron a la comunidad misionera del Santuario de Urkiola y allí prosigue realizando labores de “cura sacristán”, como él mismo se denomina, desde hace 32 años.