Vallas en Europa

Inmersa en la crisis económica Europa cuestiona principios hasta ahora indiscutibles como la libre movilidad

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MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | Pese a que las fronteras externas centran el debate sobre derechos humanos y ciudadanía en la Unión Europea, con Lampedusa o Ceuta como exponentes más dramáticos, el empuje de la crisis está cuestionando ya la libre movilidad también dentro de la UE.

Bélgica y Suiza han empezado a levantar simbólicas vallas de separación dejando sin derechos a ciudadanos europeos a quienes consideran, por estar en paro o no ser suficientemente cualificados, una “carga excesiva”. La Iglesia acompaña… Y denuncia.

Se trata de un fenómeno plagado de paradojas y contrastes. A la vez que desde Bruselas, sede administrativa de la Unión Europea (UE), se insiste en los beneficios de la libre circulación de los ciudadanos europeos por todo su territorio (79.000 españoles hicieron uso de ese derecho en 2013), Bélgica, Estado del que es capital esta ciudad hermanada con otras 17 urbes de todo el mundo, ha impulsado el freno a este principio. Así, tal y como reconocieron recientemente sus autoridades, en 2013 expulsaron a 4.812 ciudadanos europeos (de ellos, 291 españoles) que, por su situación de desempleo (en muchos casos, receptores de ayudas sociales), eran considerados una “carga excesiva” para el mantenimiento de su propio desarrollo.

De este modo, aunque hasta ahora parecía que el debate sobre el acceso a la UE lo centraba la dramática situación en sus fronteras externas, con Lampedusa o Ceuta como interpelantes iconos, también de puertas adentro se hace palpable la denuncia del papa Francisco por la que, hoy, “en el centro está el dios dinero y no la persona humana”. Y es que, si esta práctica fija el baremo de los derechos de los ciudadanos según su situación económica, lo cierto es que solo hace referencia a las personas, no habiendo ningún tipo de trabas para la circulación de capitales u otros bienes relativos al Mercado. Algo que se ha puesto también en evidencia en Suiza, donde, el pasado mes de febrero, se aprobó por referéndum limitar el acceso de ciudadanos europeos según las necesidades de su situación laboral, fijando cuotas anuales.

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Dentro de la complejidad del asunto, se observan hechos que hasta hace unos años, antes del estallido de la crisis, parecían inimaginables. Así, si bien desde el Gobierno de Bélgica se insiste en que no se echa por la fuerza a nadie, reconoce que el modo de expulsar a los ciudadanos sobrantes consiste, directamente, en sumergirlos en la clandestinidad, negándoles todo tipo de derechos al borrárseles del registro oficial. Lo que está claro es que, de cara a las próximas elecciones al Parlamento Europeo, que tendrán lugar del 22 al 25 de mayo, esta será una cuestión muy presente en los debates políticos en cada uno de los estados miembros.

Por ahora, la que se ha hecho notar con una gran fuerza ha sido la voz de Marine Le Pen, líder del Frente Nacional en Francia, quien está basando buena parte de su campaña en la exigencia de que solo puedan trabajar en su país los ciudadanos de la UE que sean llamados previamente a ejercer funciones técnicas muy excepcionales y que no estén cubiertas ya por nacionales. Por ahora, esta posición le está dando altos réditos, pues su formación encabeza las encuestas de cara a los sufragios europeos…

Vallas en Europa [íntegro solo suscriptores]

En el nº 2.892 de Vida Nueva
 

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