El tráfico de armas en el Sahel, al desnudo

CONFER, Justicia y Paz y la Red África-Europa documentan este drama

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El tráfico de armas en el Sahel, al desnudo [extracto]

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | ¿Es el Sahel un laboratorio de ensayo de material bélico?”. La respuesta a esta cuestión ha llevado a CONFER, Justicia y Paz y la Red África-Europa a publicar un minucioso informe en el que, a lo largo de 54 páginas, tratan de establecer qué ocurre en esta turbulenta región africana que incluye a Mauritania, Malí, Níger, Chad, Sudán y Sudán del Sur.

En este sentido, el dossier, titulado Comercio de armas en el Sahel, apunta a la responsabilidad de las potencias extranjeras presentes allí, desde la Unión Europea (“con Francia a la cabeza, apoyada por España”) a los EE.UU, pasando por China o países emergentes de América Latina, como Brasil. Sin olvidar a instituciones locales como la Comunidad de Estados del Sahel y el Sahara (CENSAD), la Unión del Magreb (UMA), la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) y la Comunidad de Estados de África Central (CEEAC).

En su análisis, al radiografiar una realidad sociopolítica marcada en cada país por la pobreza, la guerra o los regímenes autoritarios y constatar que todo se fraguó desde su colonización por las naciones europeas, ponen sobre el tapete esta otra situación:

África, a pesar de ser una de las regiones más empobrecidas y castigadas por la corrupción, gasta miles de millones de dólares en financiar los numerosos conflictos armados que se suceden por el control de los recursos, entre otros motivos. Este gasto suele equivaler a lo que el continente recibe de la comunidad internacional en ayuda humanitaria.

¿Cómo es esto posible?, se preguntan. Porque hay “grupos de interés” que se aprovechan de la “imposibilidad de cada Estado de hacerse presente”, pues sus fronteras son “extensas, desérticas y deshabitadas”. ¿Y quiénes son estos colectivos que “imponen su propia ley”? En esta situación, “¿quién vende? ¿Quién regala o dona? ¿Quién presta?”. Aquí es donde llega la respuesta más dura: “Todos los países implicados en el Sahel también lo están en el negocio de la guerra, donde adquiere una relevancia especial la opacidad de los paraísos fiscales”.
 

Arsenales de origen exterior

A continuación, ahondan en su denuncia partiendo del ejemplo de Malí, víctima de una guerra que ha mostrado públicamente un conglomerado armamentístico cuyo origen es extranjero. Lo que les lleva a cuestionarse: “Para conocer esos arsenales con exactitud, ¿hemos de bucear en el Chad, en Mauritania? ¿En Libia, Egipto, Senegal, Nigeria, Camerún, Kenia, Somalia, Costa de Marfil, Argelia? ¿Quizás hasta en el Yemen? ¿Una ‘pista’ podría ser el estudio atento de la multiplicidad de ‘programas de entrenamiento de unidades militares’ entre fuerzas armadas locales, promovidos por parte de europeos y estadounidenses?

¿También las desmovilizaciones obligadas y la reintegración en la vida civil de soldados y cascos azules tras sus intervenciones ‘humanitarias’? Evidentemente, todas estas maniobras implican armas bélicas y los soldados ‘en paro’ no se retiran con las manos vacías. Las cantidades millonarias de dólares en juego, ¿no hablan por sí mismas?”. Una sospecha que se agrava: “El tráfico de drogas y el de armas van juntos: ¿es otra pista? Los grupos terroristas trafican con drogas y armas. ¿Otra pista?”.

caos soldados en la República Centroafricana tomada por rebeldes

Finalmente, el informe afronta la situación país por país (con estadísticas y datos de instituciones oficiales, como el Instituto Internacional de Estudios para la Paz), comprobando que todos han multiplicado en los últimos años su inversión en la adquisición de armas, muy por encima esta de la empleada en servicios sociales básicos como la salud o la educación.

Por ejemplo, en el caso del Chad, donde “el gasto militar depende de los ingresos del petróleo”, este país ha levantado en unos años “uno de los mejor equipados ejércitos del Sahel”, siendo “sus principales proveedores de armas, por este orden, Ucrania, Francia, Bélgica, Israel y China”. Lo que ha dejado, fruto del descontrol, “entre un millón de minas y dos millones de otros artefactos en su territorio”.

Otro ejemplo macabro es el de Níger, cuyo “presupuesto de defensa ha aumentado en un 65%, mientras que el de los servicios sociales ha sido sensiblemente reducido”. Algo que interpela a España: “La mayoría del uranio consumido en las centrales nucleares españolas viene de Níger, a través de la empresa francesa Areva. El control del suministro de uranio para la generación de energía atómica explica buena parte de la intervención del ejército francés en Malí y del decidido apoyo militar español en el Sahel”.

En nº 2.892 de Vida Nueva
 

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