Un millón de fieles siguen la ceremonia de canonización de los dos papas del Vaticano II

Francisco pide intercesión de los nuevos papas santos para que la Iglesia viva en la misericordia

Plaza de San Pedro llena, canonización dos papas

JUAN RUBIO (Director de Vida Nueva, enviado especial a Roma) | Desde hoy, 27 de abril, Domingo de la Divina Misericordia, los nombres de Juan XXIII, Angelo Roncalli y Juan Pablo II, Karol Wojtyla, ya están inscritos en el Libro de los Santos.

El papa Francisco los declaró santos, acompañado de forma discreta por el papa emérito, Benedicto XVI, situado en un lateral junto a los cardenales, distinguiéndose de ellos solo por el solideo blanco.

El papa Bergoglio, que previamente había pedido una ceremonia sencilla, proclamaba oficialmente la santidad de sus dos predecesores. Más de un millón de peregrinos, muchos procedentes de Polonia, llenaban la plaza de San Pedro, la Vía de la Conciliación y las calles adyacentes, bajo un cielo encapotado, amenazando lluvia.

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La ceremonia comenzó con la procesión desde el interior de la Basílica. El papa Francisco, antes de comenzar la Eucaristía, se acercó a saludar a Benedicto XVI, a quien dio un efusivo abrazo que fue coreado por los aplausos de los asistentes, muchos de los cuales seguían la celebración a través de grandes pantallas. El cardenal prefecto de las Causas de los Santos, Angelo Amato, fue el encargado de hacer la petición oficial de la canonización.

Tras la declaración oficial realizada en latín por el papa Francisco, tuvo lugar la presentación de las reliquias, sangre de Karol Wojtyla y piel de Angelo Giuseppe Roncalli, que portaban en el relicario Floribeth Mora, la mujer costarricense por la que se ha atribuido un segundo milagro a Juan Pablo II, y cuatro sobrinos nietos de Juan XXIII.

Homilía del Papa

El Papa Francisco destacó durante la homilía breve, que San Juan XXIII y San Juan Pablo II fueron dos “sacerdotes, obispos y papas del siglo XX”, que “conocieron las tragedias del XX” pero “no se escandalizaron”, “fueron dos hombres valerosos, llenos de la fortaleza del Espíritu Santo, y que dieron testimonio ante la Iglesia y el mundo de la bondad de Dios, de su misericordia”. Y añadió:

Que estos dos nuevos santos pastores del Pueblo de Dios intercedan por la Iglesia,
para que, durante estos dos años de camino sinodal, sea dócil al Espíritu Santo en el servicio pastoral a la familia.
Que ambos nos enseñen a no escandalizarnos de las llagas de Cristo,
a adentrarnos en el misterio de la misericordia divina que siempre espera,
siempre perdona, porque siempre ama

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Francisco destacó igualmente que Juan XXIII y Juan Pablo II “colaboraron con el Espíritu Santo para restaurar y actualizar la Iglesia según su fisionomía originaria, la fisionomía que le dieron los santos a lo largo de los siglos”. Igualmente puso de manifiesto que al convocar el Concilio, Juan XXIII “demostró una delicada docilidad al Espíritu Santo, se dejó conducir y fue para la Iglesia un pastor, un guía-guiado”.

Sobre Juan Pablo II dijo que en ese camino conciliar “fue el Papa de la familia”. Dijo mostrarse feliz de comentarlo en un momento importante para la Iglesia porque está viviendo “un camino sinodal sobre la familia y con las familias, un camino que él, desde el Cielo, ciertamente acompaña y sostiene”. Esto es, el amor, la misericordia, con simplicidad y fraternidad” y ha comentado que precisamente esa la esencia del Evangelio.

Asistentes de todo el mundo

Entre los asistentes, 122 delegaciones de todo el mundo, 24 jefes de estado, 10 presidentes del gobierno y 40 ministros y viceministros. En la concelebración estuvieron presentes 850 cardenales y obispos, además de un millar de sacerdotes y diáconos. Diez mil agentes de seguridad atendieron el orden, mientras el cielo romano quedaba cerrado al tráfico aéreo durante la celebración.

Pero la ceremonia de canonización de los papas Juan XXIII y Juan Pablo II, celebrada en Roma, fue algo más que un simple acto eclesial. Para muchos observadores vaticanos, se trató de un gesto propio del papa Francisco para expresar el papel espiritual de la Iglesia en el marco geopolítico mundial. El poder de la Iglesia ya no es temporal; su misión es espiritual. Y en el fondo del acontecimiento, una renovación de la doctrina del Vaticano II, un acontecimiento iniciado por Juan XXIII y aplicado, aunque matizado por Juan Pablo II.

Cincuenta años después, aquel impulso renovador, sigue vigente y la Iglesia renueva su deseo de continuar tras sus pasos. Y lo hace de la mano del único pontífice, Francisco, que vivió la reforma conciliar aunque no participó en su celebración. Las dos figuras canonizadas son el paradigma del espíritu conciliar. El papa Francisco, ofrece un gesto más de su estilo, mostrando así un símbolo más de comunión eclesial. Juan XXIII convocó por sorpresa la asamblea conciliar e impulsó la asamblea que siguió su sucesor, Pablo VI. A Juan Pablo II le tocó aplicarlo, aunque matizando algunas de las doctrinas posconciliares.

Santidad de los papas

Los procesos de canonización han venido precedidas de no poca polémica, incluso en el seno de la misma Iglesia, sin embargo en las distintas intervenciones vaticanas se ha destacado que no es el pontificado lo que se canoniza, sino a las personas que en tiempos difíciles y convulsos, mostraron virtudes que pueden ser ejemplo al cristiano en particular y a la Iglesia en general.

En la historia del Papado, no todas las páginas han estado marcadas por la santidad. De los 266 pontífices, desde ayer, 80 están inscritos, en el “Libro de los Santos”. A Dante Alighieri (1265 – 1321), que conoció 14 papas, pocos le merecían el título de santos y a muchos de ellos los mandó al octavo círculo del “Infierno” en su Divina Comedia.

Tampoco la época de los Borgia fueron tiempos de santidad en los sucesores de Pedro. Guillaume Apollinaire en La Roma de los Borgia (1913) refleja aquella época oscura. Pero ya son otros tiempo y el siglo XX pasará a la historia de la Iglesia como el “siglo de oro” de los papas santos. Tres han sido canonizados y otros tantos tienen abierto el proceso para serlo.

Tras la ceremonia, los peregrinos han comenzado a hacer cola para venerar los sepulcros dos nuevos papas santos. El ambiente festivo continua en Roma.

El papa Francisco presenta al mundo los dos nuevos santos de la Iglesia: