‘Nueve meses… ¡de condena!’: justicia ciega

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JOSÉ LUIS CELADA | Mientras Ocho apellidos vascos sigue batiendo récords de recaudación (la pasada Semana Santa, un mes después de su estreno, ciertos multicines madrileños proyectaban cada hora en alguna de sus salas el gran éxito de Emilio Martínez Lázaro), del otro lado de los Pirineos ha llegado a nuestras carteleras 9 meses… ¡de condena!, cinta escrita, dirigida y protagonizada por el francés Albert Dupontel. Dos comedias que reflejan sendos modos bien diversos de concebir el género y el propio oficio cinematográfico.

Como viene siendo habitual, la primera recurre a los amores reñidos, los tópicos y los contrastes (autonómicos y de idiosincrasia) en busca de la risa cómplice del espectador. Nada sorprendente o inédito para el cine galo, exportador de una feliz fórmula titulada Bienvenidos al Norte (Dany Boon, 2008). Sin embargo, el nuevo trabajo de Dupontel pone de manifiesto que nuestros vecinos siempre están dispuestos a reinventarse, a sacar punta a las situaciones más improbables o a los personajes más anodinos. Y un buen guión ayuda… y mucho.

Un brillante plano secuencia inicial nos conduce del amplio vestíbulo de los juzgados (escenario de bailes, brindis y felicitaciones durante la noche de fin de año– al despacho de una magistrada que, ajena a la fiesta, apura alguna de sus tareas pendientes. Preside la celebración Temis, la diosa griega de la justicia, con la balanza en la mano y una venda en sus ojos, simbólica garantía de las sentencias que allí se dictan y quién sabe si premonición también de la ceguera que se cierne sobre la protagonista (Sandrine Kiberlain) tras los “embarazosos” sucesos en los que se verá envuelta.

En pocos minutos, esta respetable jueza quedará a merced de un peligroso delincuente (Dupontel), acusado de una extraña afición: la globofagia. Y el mejor humor negro (baste como muestra la revisión de las grabaciones del “día de autos”), subrayado por el mimo puesto en cada encuadre, en cada movimiento de cámara, en cada grafismo…, irrumpe en la historia hasta sus últimas consecuencias, tanto a lo largo de la intriga que proporciona la investigación en curso como a través de una disparatada reconstrucción gore de los hechos rayana en lo absurdo.

Aunque, como es costumbre entre las comedias francesas de altura, bajo la apariencia de ese exceso late a menudo su intención –más o menos explícita– de rescatar pequeñas píldoras de sentido: reivindicar la humanidad de un criminal sin cerebro o la maternidad de una solterona convencida son solo dos pruebas de que la justicia debe ser ciega en su necesario equilibrio, pero nunca puede ser muda. Y, para ser justos, cabe decir que 9 meses… ¡de condena! es una buena película, lo cual significa que es algo más que un simple vehículo de entretenimiento y diversión.

No en vano esta “francesada” sortea con mayor frescura (y dignidad) las críticas que cierta “españolada” simpaticona y taquillera. Quizá sea una cuestión de autoestima. Chovinismo, lo llaman otros.
 

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: 9 mois ferme.

GUIÓN Y DIRECCIÓN: Albert Dupontel.

FOTOGRAFÍA: Vincent Mathias.

MÚSICA: Christophe Julien.

PRODUCCIÓN: Catherine Bozorgan.

INTÉRPRETES: Sandrine Kiberlain, Albert Dupontel, Nicolas Marié, Philippe Uchan, Philippe Duquesne, Bouli Lanners Christian Hecq, Gilles Gaston-Dreyfus, Michel Fau, Laure Calamy.

En el nº 2.891 de Vida Nueva

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