Francisco recibió a Barack Obama

“El Papa nos invita a reflexionar sobre la dignidad”: Obama

 

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El presidente de los Estados Unidos de América sigue siendo el hombre más poderoso de la Tierra, con sus imponentes arsenales militares y masivos recursos económicos. Al Papa de Roma difícilmente puede negársele que sea la personalidad más influyente del planeta, porque es seguido por los 1.200 millones de fieles de su Iglesia y por otros muchos que, sin ser católicos ni creyentes, siguen sus orientaciones.

Por eso, el encuentro del 27 de marzo entre Barack Obama y Jorge Mario Bergoglio suscitó desde su anuncio un interés global. El inquilino de la Casa Blanca llegaba al Vaticano en plena crisis de su popularidad nacional e internacional, mientras el prestigio del Pontífice argentino crece como la espuma. El encuentro entre ambas personalidades no defraudó las expectativas de los observadores.

US-embassy-Holy-SeeLa víspera de la histórica entrevista, el Corriere della Sera publicaba una extensa entrevista con Obama en la que este afirmaba: “El Papa nos desafía. Nos implora que nos acordemos de la gente, sobre todo de la pobre gente cuya vida está condicionada por las decisiones que nosotros tomamos. Nos invita a reflexionar sobre la dignidad que es innata a todos los hombres”.

Más adelante, añadía: “El Santo Padre ha inspirado a gentes de todo el mundo, y también a mí, con su compromiso en favor de la justicia social y su mensaje de amor y compasión, especialmente con las personas que, entre todos nosotros, son más pobres y vulnerables. No se limita a proclamar el Evangelio: él lo vive. Todos hemos sido impresionados por su humildad y sus actos de misericordia. Su testimonio, el simple hecho de ir a buscar siempre el contacto con los últimos, con aquellos que viven en las condiciones más difíciles, tiene también el valor de una llamada: nos recuerda que cada uno de nosotros tiene la responsabilidad individual de vivir de un modo recto, virtuoso. Sabemos que, dada su gran autoridad moral, cuando el Papa habla, sus palabras tienen un peso enorme”.

Un generoso reconocimiento que el mandatario estadounidense concluía así: “Una de las cualidades que más admiro en el Santo Padre es su capacidad de hablar sin pelos en la lengua de los desafíos económicos y sociales que tenemos que afrontar en nuestro tiempo. Esto no significa que estemos de acuerdo en todo, pero estoy convencido de que la suya es una voz que el mundo debe escuchar”.

Con estas credenciales, Obama se presentó en el Vaticano, a las diez y media de la mañana del jueves 27, con su impresionante cortejo de coches blindados. Fue recibido en el patio de San Dámaso por el prefecto de la Casa Pontificia, Georg Gänswein, en compañía del cual subió a la segunda loggia del palacio apostólico. En la llamada sala del Tronetto, salió a saludarle el papa Francisco. “Es maravilloso encontrarle; gracias, gracias por recibirme, es maravilloso”, dijo Obama entre el fragor de las máquinas fotográficas, mientras su anfitrión le invitaba a entrar en la biblioteca privada. Allí, en compañía de dos intérpretes, quedaron a solas durante 52 minutos.

01759_27032014Terminado el coloquio privado, se invitó a pasar al séquito presidencial, encabezado por el secretario de Estado, el católico John Kerry. Después de la habitual sesión fotográfica y del saludo papal a cada uno de los miembros de la comitiva del presidente, se procedió al intercambio de regalos. Obama había traído una preciosa caja de maderas históricas –provenían de uno de los santuarios marianos más antiguos de los EE.UU. –que contenían una colección de semillas del jardín de la Casa Blanca. El Papa, por su parte, además de dos medallones simbólicos, le hizo entrega de un ejemplar de su exhortación apostólica Evangelii gaudium. “La leeré –dijo el presidente– cuando, en el estudio oval de la Casa Blanca, me sienta profundamente frustrado, y estoy seguro de que me dará fuerza y calma”. “Así lo deseo”, le respondió con una sonrisa el Pontífice.

Antes de separarse, Obama estrechó largamente la mano del Papa y le invitó a visitar los Estados Unidos y el jardín de la Casa Blanca. “¡Cómo no!”, fue la diplomática respuesta papal. Sin dejar de apretar la mano de su interlocutor, el líder norteamericano le dijo: “Rece por mí y mi familia, mi mujer y mis hijas, que son las que me soportan”.

A continuación, y atravesando las mismas salas del Palacio, incluida la Clementina, Obama y Kerry fueron conducidos a la Secretaría de Estado, donde les esperaban el secretario de Estado, Pietro Parolin, y el secretario para las Relaciones con los Estados, Dominique Mamberti. El coloquio duró otra media hora, al final del cual la caravana presidencial –26 coches, ocho policías motorizados– abandonó el Vaticano para dirigirse al Palacio del Quirinal y visitar al presidente de la República Italiana, Giorgio Napolitano.

El comunicado de la Sala de Prensa vaticana –que se hizo esperar–, después de los párrafos de rutina en los que se definía el coloquio como cordial, decía: “En el contexto de las relaciones bilaterales y de la colaboración entre la Iglesia y el Estado, se han detenido sobre cuestiones de especial importancia para la Iglesia del país, como el ejercicio de los derechos a la libertad religiosa, a la vida y a la objeción de conciencia, así como el tema de la reforma migratoria. Finalmente, se ha expresado el común compromiso en el desarraigo de la trata de seres humanos en el mundo”.

En su conferencia de prensa, el presidente Obama, refiriéndose al aborto y a los métodos anticonceptivos, reconocía que “Su Santidad ha sido muy claro; en algunas cosas estoy de acuerdo, en otras solo parcialmente. Mi compromiso es que todos puedan tener acceso a la sanidad, que haya libertad religiosa, que la ley la tenga en cuenta y que la libertad de conciencia sea respetada”. Pero tuvo interés en subrayar que ambos trabajan en ámbitos diversos: “Su trabajo es algo más elevado. Nosotros nos movemos a ras de tierra, trabajando casi siempre en temas profanos. El actúa con poderes mucho más altos”.

L’Osservatore Romano ha resumido la segunda visita de Obama al Vaticano (la primera, a Benedicto XVI, tuvo lugar en julio de 2009, pocos meses después de su elección) con este expresivo título: “Compromiso común”, pero no ha hecho más comentarios.

Venezuela: en espera de mediación

20140407cnsbr4834Cambiando completamente de registro, la situación en Venezuela se agrava de día en día y son muchas las voces que se alzan pidiendo que se ponga fin a un clima que algunos consideran previo, si no a una guerra civil propiamente dicha, al menos a enfrentamientos crónicos entre Gobierno y oposición, con su número de víctimas inocentes. En esta atmósfera surgen las invitaciones a una mediación que ponga fin a las hostilidades y que sea capaz de allanar el camino hacia una colaboración. La Iglesia –según opiniones cada vez más concordantes– podría ser llamada a prestar este servicio a la nación.

Así, al grupo de los que desean esa mediación pareció sumarse el presidente, Nicolás Maduro, quien, en medio de una de sus múltiples intervenciones televisivas, gritó: “¡Que venga Pietro Parolin, que venga!”. Como es de todos sabido, el actual secretario de Estado vaticano fue nuncio apostólico en Caracas desde agosto de 2009 hasta el pasado año, desarrollando una labor encomiada por tirios y troyanos. La “salida” presidencial provocó, como era fácil de presumir, una riada de intervenciones pidiendo que la Santa Sede se convirtiese en la mediadora deseada por tantos venezolanos.

Algunas de esas peticiones llegaron de modo discreto al Vaticano y los medios de comunicación presionaron a la Sala de Prensa de la Santa Sede se manifestase ante dicha posibilidad. La respuesta del portavoz vaticano, Federico Lombardi, no se hizo esperar y es digna de ser leída, porque no tiene desperdicio: “La Santa Sede y también personalmente el cardenal secretario de Estado, Parolin, que conoce bien y ama a Venezuela, donde fue nuncio, está ciertamente dispuesto y deseoso de hacer todo lo posible por el bien y la serenidad del país. Es necesario, sin embargo, profundizar la cuestión y tener ulteriores elementos para verificar mejor cuáles son las expectativas y si existen las premisas para llevar a cabo un papel que desemboque en el objetivo deseado. Es lo que se está haciendo en estos momentos”.

Instado por los periodistas, Lombardi insistió en que él solo había hablado de “disponibilidad” y que, por lo tanto, resultaba prematuro especular sobre una respuesta positiva o negativa a las peticiones de mediación. Por otro lado, la Santa Sede se tienta mucho la ropa antes de aceptar o no una misión siempre muy delicada. De hecho, la aceptó en una única ocasión, en el diferendo austral entre Argentina y Chile, que llevaron a cabo los cardenales Antonio Samoré y Agostino Casaroli, con la colaboración de monseñor Faustino Sáinz, y que acabó felizmente.

Pero las condiciones son muy estrictas: petición oficial de ambas partes litigantes, compromiso a aceptar los resultados de la mediación, discreción absoluta. Por otra parte, resulta bastante inverosímil que el cardenal Parolin asuma en persona la tarea mediadora, que tampoco parece transferible sin más al nuevo nuncio en Caracas, aunque se trate de un diplomático con tanta experiencia como Aldo Giordano. Por otra parte, la Iglesia venezolana, a través del cardenal Urosa, arzobispo de Caracas, y de monseñor Padrón, presidente de la Conferencia Episcopal, han ofrecido sus servicios para mediar entre el Gobierno de Maduro (al que acusan de desviarse cada vez más hacia el totalitarismo) y la oposición.

ANTONIO PELAYO. ROMA

 

SOLIDARIDAD por Antonio Pelayo

Haiti_post2013Por otro lado, el cardenal Robert Sarah, presidente del Pontificio Consejo Cor Unum, visitó a finales de marzo Guatemala y está a punto de salir con destino a Haití. En ambos casos, se trata de llevar “la caridad del Papa” a poblaciones duramente probadas por la adversidad y la pobreza. En el país centroamericano, la Nunciatura y la Cross Catholic Outreach norteamericana han reconstruido un barrio en la Diócesis de San Rosa de Lima: una veintena de casas familiares y una pequeña capilla donde las gentes puedan rezar y reunirse.

En Haití, el cardenal inaugurará una escuela con capacidad para acoger a muchos estudiantes y, además, un taller donde las madres puedan aprender un oficio que les permita aportar una ayuda económica al sustento de la familia. En estos y otros proyectos asistenciales el Papa ha contribuido con importantes sumas de dinero, que provienen de los donativos que le llegan de todo el mundo.

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