Conmoción por el asesinato de un jesuita holandés en Siria

El jesuita holandés Frans Van der Lugt

El misionero Frans van der Lugt llevaba 48 años en la ciudad Homs

El jesuita holandés Frans Van der Lugt

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | En la mañana del pasado 7 de abril se culminó el testimonio de entrega absoluta al pueblo sirio del jesuita holandés Frans van der Lugt. Asesinado en Homs a sus 76 años –llegó al país en 1966, tras un paso previo por Líbano–, ni siquiera el avance de la guerra le hizo abandonar su misión.

Al contrario, cuando, a principios de año, las fuerzas de seguridad le pidieron que se marchara, se negó hasta que no fueran evacuados todos y cada uno de los civiles en situación de riesgo. Finalmente, como dio a conocer Alex Vasili, provincial de la Compañía en Oriente Próximo y el Magreb, al menos dos hombres armados “lo golpearon y luego lo mataron con dos disparos de bala en la cabeza, frente a la residencia de los jesuitas”.

Según informa Fides, el sacerdote era muy querido entre la población, pues siempre tuvo como mayor afán el acompañamiento de todos los necesitados sin distinción de ningún tipo, promoviendo el diálogo interreligioso entre cristianos y musulmanes a través del centro de espiritualidad Al Ard (La Tierra) que, además, albergaba a una cuarentena de menores con discapacidad intelectual provenientes de familias sin recursos. En estos tres años de conflicto entre partidarios y detractores del presidente Bashar al-Assad, sus llamadas a la paz y su denuncia de la situación de la población civil eran una constante.

El pesar por su muerte ha llegado hasta la Santa Sede. El mismo día 7, el portavoz vaticano, Federico Lombardi, habló así de Frans van der Lugt: “Muere así un hombre de paz, que, con gran valentía, quiso continuar fiel en una situación extremadamente arriesgada y difícil en el pueblo sirio , al cual había dedicado desde hace mucho tiempo su vida y su servicio espiritual.

Allí donde el pueblo muere, mueren también sus fieles pastores. En este momento de gran dolor, expresamos nuestra participación en la oración, y también un gran orgullo y gratitud por haber tenido un hermano tan cerca de los que más sufren en el testimonio del amor de Jesús hasta el final”.

 

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