Proclamando la paz desde las azoteas

Defensa artística del derecho a la vida en la localidad Rafael Uribe Uribe

 

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A la vista de todos, 6 cuerpos yacen en el suelo. Sobre un tambor, la monotonía de golpes intensifica la atmósfera escénica. De entre bolsas negras se levantan los cuerpos, para emitir con voz potente una secuencia de frases: “no me sirve tan sabia tanta rabia”, “el coraje tan dócil”, “la intrepidez tan lenta no me sirve”.

Recientemente, reaparecieron panfletos en el sur de Bogotá, anunciando “la hora de la limpieza social”. Las amenazas fueron dirigidas a estudiantes de localidades como Ciudad Bolívar, Usme, Bosa y Kennedy; según la jerga empleada, “comunistas, homosexuales, ratas, viciosos y violadores”, a quienes se les advertía: “los vamos a enderezar a punta de plomo o cuchillo”.

Es 16 de marzo y en rechazo a esta situación el colectivo de teatro Corponírico Épsilon presenta una obra retrospectiva de las masacres juveniles en la capital. Atentos a la puesta en escena, todos guardan silencio enfrente. Persisten los golpes secos sobre el tambor, y los 6 cuerpos, ya restablecidos, continúan: “me sirve tu mirada generosa y firme”, “me sirve la medida de tu vida”, “me sirve tu futuro que es un presente libre”, “me sirve tu batalla sin medalla”, “tu modestia en tu orgullo posible”, “me sirve tu mano segura, firme”. En contención dramática, finalmente, todos reiteran: “me sirve tu sendero, compañero”, “me sirve tu sendero…”.

Acciones para la paz

DSC09311Durante la Minga Carnaval por la Vida, llevada a cabo aquel domingo en la localidad Rafael Uribe Uribe, al suroriente de Bogotá, junto a Corponírico Épsilon se hicieron presentes más de 15 organizaciones sociales y culturales, convocadas por Casitas Bíblicas, Kaired y la Corporación Vínculos. Según Angie Céspedes, la iniciativa responde a la necesidad de exigir a la instituciones y a la comunidad civil que se haga frente a los casos de violencia que se están presentando en la ciudad: “la limpieza social nos preocupa mucho; estos hechos violentos hacen que tengamos que movernos y manifestarnos de alguna manera al ser organizaciones que trabajamos por los derechos humanos”. El evento fue la oportunidad para manifestarle a la gente de la localidad la gravedad de lo que se viene presentando: “no podemos seguir permitiéndolo”, señaló Angie Céspedes: “el silencio y la indiferencia son los problemas que hacen que se mantengan estos hechos”.

Las actividades comenzaron cerca de las 11 de la mañana, cuando las diversas agrupaciones invitadas se reunieron en el parque de Molinos II. Desde ese sitio se dio inicio a un recorrido, cuyo punto de llegada fue el barrio Palermo Sur, en la parte alta del sector. Pancartas, arengas, canciones y performances, fueron algunos de los muchos elementos que dieron vida a un carnaval que, a pesar de estar referido a un tema triste, perseveró en la alegría para anunciarle a la gente las exigencias que el arte considera urgentes de cara a la juventud.

Entre los asistentes a la Minga Carnaval se encontraba Brayan Stick Villalba, del colectivo Frontera tras frontera derechos sin fronteras. Su grupo presentó una muestra escénica alusiva a la violencia contra la mujer. La obra incluye evocaciones de las distintas formas de maltrato que tienen lugar en el escenario de lo cotidiano. Un hombre golpea a una mujer; dos mujeres se enfrentan por cuenta de un hombre; un hombre abusa sexualmente de una menor. Durante el recorrido, las jóvenes del grupo cargaban una cruz sobre su espalda; “ni de la Iglesia ni del Estado ni del marido, mi cuerpo es mío y yo decido”, decían. Brayan comenta: “representamos (a través del arte, el teatro y la danza) lo que sentimos como jóvenes; la vida, lo que vemos”. A su parecer, la defensa de los derechos humanos exige un cambio en el pensamiento patriarcal y machista que hay dentro de la sociedad. Por eso su organización trabaja por abolir las brechas de género y una de las acciones que adelanta tiene que ver con la participación en mesas locales que buscan defender a los miembros de la comunidad LGBTI, objetivo declarado de las amenazas.

El diablo increpa

En-vivoTambién el grupo artístico de Casitas Bíblicas se hizo presente con un performance. Jóvenes vestidos de negro, con alusiones al dinero colgadas de sus cuellos, arrastran huesos con sus piernas, emitiendo gritos de dolor. Se acercan a la gente que los mira desde los andenes y luego siguen con su presentación itinerante. Nadie se molestó con ellos, a excepción de un hombre que, enfurecido, inició un pleito en plena calle: “partida de gamines”, vociferó.

Omaira García señala que “el arte es una forma de vida, una forma de liberarse, de dar vida a los demás, de convivir, de invitar a recapacitar”. Atrás quedaron los gritos del hombre que se atrevió a insultar a los integrantes de la Minga Carnaval por la Vida. Con largas piernas y cachos de carnero, el diablo vigila a los caminantes; increpa a los jóvenes cuando reivindican a gritos su derecho a la vida. El diablo se ríe asustado. Un paso en falso casi lo estrella contra el piso. Su papel es parte de la presentación del Centro de Promoción Cultural de Britalia, cuyos integrantes se reúnen para gritar arengas, hasta que el demonio llega y los dispersa, con su tridente de espuma. Del costado de la bestia cuelga un charanguito andino.

En-vivo-2En la comparsa también hay niñas y niños; algunos tocan tambores, disfrazados con sombreros, chaquetas coloridas o narices de payaso; otros, sencillamente, acompañan a sus hermanos o caminan junto a su familia. Cuando el sol llega a su punto más alto, el carnaval penetra por la zona comercial del barrio Diana Turbay. De los balcones se asoman personas que sonríen, en los andenes los transeúntes se detienen para interactuar con los artistas. Desde el interior de una tienda alguien le hace una mueca a un joven sin camisa, y éste se la devuelve obsceno, pero gracioso.

Entre las calles el río de personas detiene las ocupaciones diarias de las familias. Jóvenes del equipo logístico distribuyen un manifiesto con diez puntos: “¡Porque la exigencia construye tejido social y defiende el derecho a la vida digna e integral!”.

Al llegar al parque de Palermo Sur el carnaval da paso a la minga artística. El techo de una casa abandonada se convierte en el escenario para la sucesión de presentaciones que se extenderá hasta las 5 de la tarde. Una y otra vez, desde el tejado de esa tarima improvisada, la comunidad de Rafael Uribe Uribe hizo un llamado a la vida, un llamado que concretó por unas horas la posibilidad de la paz en Colombia.

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