Ecumenismo en acción

En Estrasburgo, la bellísima ciudad de la Alsacia francesa, ubicada en el departamento del Bajo Rin, tuvo lugar a fines de enero el segundo encuentro para el diálogo trilateral entre los representantes luteranos, menonitas y católicos. Por motivos que aún ignoro, fui escogido el año pasado por parte el Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos para coordinar este proceso, que tiene la duración de cinco años. Entre los asistentes, estuvimos cinco católicos, de los cuales dos son de Estados Unidos, uno es de Canadá, una es de Francia y uno es de Colombia. El grupo luterano estuvo conformado por un chino, por tres alemanes y por una estadounidense. Los menonitas se hicieron presentes con una pastora africana de Kenia y con cuatro teólogos alemanes, de los cuales dos trabajan en América Latina.

El encuentro se desarrolló en la sede luterana de Estrasburgo y tuvo como temas centrales el pecado y la salvación. Yo presenté la visión católica, anotando que en este campo no hay definiciones dogmáticas, así que el tema está abierto para la reflexión con libertad. Insistí en que algunas visiones de la salvación como, por ejemplo, la visión de la substitución penal, presentan a Dios como un ser furioso, sediento de justicia, y al Hijo de Dios como alguien que se coloca en lugar nuestro para reparar y así calmar la ira divina. Esta visión es inaceptable, sencillamente.

La pregunta por la fe

A veces decimos de Dios cosas que no diríamos de ninguna persona decente. Por ello, insistí en el amor de Dios que manifestado en Cristo se expresó hasta lo último, ya que no hay amor más grande que el amor de aquel que da la vida por sus amigos. No en lugar de sus amigos, sustituyéndolos, sino en favor de ellos, en solidaridad con ellos.

Obviamente, el tema de la fe no podía faltar. Para los luteranos es importante la “sola fe”. Yo hacía notar que nosotros podemos aceptar esta expresión siempre y cuando la fe esté acompañada por la esperanza y el amor. Frente al rechazo de mi propuesta con el argumento de que sólo la fe tiene como tarea acoger la promesa, anoté que acoger una promesa significa tener fe en el futuro y eso es lo que se llama esperanza. Y dado que Lutero considera la fe como encuentro personal con Cristo, ésta no puede ser un encuentro económico, cultural o científico sino un encuentro de amor. De manera que no debería ser difícil acoger la propuesta de una fe siempre unida a la esperanza y al amor.

No es mi intención hacer teología en este momento y me refiero a estos apartes de la discusión sólo para poner de manifiesto la seriedad con que se ha enfrentado este proceso ecuménico. Para quienes nunca han oído hablar de los menonitas, es necesario explicitar que surgieron en Alemania en la misma época de Lutero. Su fundador se llamaba Menón. Inicialmente, se llamaron anabaptistas. Este nombre se refiere al bautismo y a la no aceptación del bautismo de los niños. A quienes entraban en su iglesia, se les bautizaba de nuevo. El choque con Lutero, que sí aceptaba el bautismo de los niños, fue inevitable. Los menonitas fueron perseguidos y tuvieron que dispersarse por muchas partes del mundo en medio de un fuerte sufrimiento.

Una de sus características principales hoy es el trabajo por la paz y por ello en Colombia hemos contado con insignes menonitas que nos han aportado significativamente a la paz del país.

Que el pueblo católico así como el pueblo luterano y el pueblo menonita nos acompañen con sus oraciones para que este esfuerzo ecuménico llegue a dar muy buenos frutos de entendimiento y de unidad. Anhelamos mucho poder exclamar juntos: “Una sola fe, un solo bautismo, un solo Señor”.

MONSEÑOR LUIS AUGUSTO CASTRO, Arzobispo de Tunja

 

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