Obituario: José Policarpo: “No ha sido un camino fácil”

El patriarca emérito de Lisboa fallece a los 78 años

José Da Cruz Policarpo, patriarca cardenal emérito de Lisboa fallecido en marzo 2014

ANTÓNIO MARUJO (LISBOA) | En julio de 2011, cinco meses después de cumplir los 75 años y de que la Santa Sede le hubiera pedido que permaneciese como patriarca de Lisboa un tiempo más, el cardenal José Policarpo fue llamado al Vaticano. Allí recibiría la reprimenda del secretario de Estado, Tarcisio Bertone, por declarar que “no hay ningún obstáculo fundamental” para la ordenación de mujeres, opinión ya expresada en 1999 y 2003. Antes del encuentro con Bertone, Policarpo había sido presionado por el Vaticano para que se retractara de sus palabras.

Este hecho simboliza algunos de los aspectos en la trayectoria del expatriarca de Lisboa (1998-2013), fallecido el pasado 12 de marzo, a los 78 años, a causa de un aneurisma en la aorta mientras participaba en el retiro anual de los obispos portugueses en Fátima.

Policarpo ha guiado su acción pastoral con la idea de abrir la Iglesia católica a la sociedad, pero sin querer producir nunca fracturas en la comunidad cristiana. Tampoco deseaba enfrentamientos públicos entre la Iglesia y el poder político (prefería conversaciones en privado). Y decía que Joseph Ratzinger, a quien recibió como Benedicto XVI durante su visita a Lisboa en 2010, era su modelo de pensamiento.

Si el cardenal se retractó sobre el tema de las mujeres, hubo otros en los que se enfrentó a miembros del clero de Lisboa. Fue el caso del matrimonio canónico de varios sacerdotes que habían abandonado el ministerio en conflicto con la jerarquía, y que él personalmente presidió. También su petición de perdón a la comunidad judía, por la masacre de Lisboa en 1506, que realizó públicamente en el lugar de los hechos, durante el encuentro de la Comunidad de Sant’Egidio en septiembre de 2000.

Pacificador y abierto al diálogo interreligioso

Nacido cerca de Caldas da Rainha (80 kilómetros al norte de Lisboa) el 26 de febrero de 1936, José da Cruz Policarpo era el mayor de nueve hermanos. Ordenado en agosto de 1961, se licenció en Teología Dogmática en la Universidad Gregoriana de Roma, con una tesis sobre las religiones no cristianas (1968).

Hombre pacificador, de trato civilizado y culto, la apertura al diálogo interreligioso sería una de las señas de identidad durante sus años de patriarca. Sin embargo, causó controversia cuando, en enero de 2009, apuntó en un debate que los jóvenes portugueses deben pensárselo dos veces antes de casarse con un musulmán.

En la propia Gregoriana, Policarpo se doctoraría con una tesis sobre los signos de los tiempos, expresión que el Vaticano II recuperó. Desde su regreso a Lisboa en 1970, dirigió el Seminario Diocesano hasta 1997, y enseñó en la Facultad de Teología de la Universidad Católica, de la que fue director (1974-1980 y 1985-1988), antes de ser nombrado rector (1988-1996). En la década de 1990, también dirigió el proyecto de una televisión de la Iglesia, pero su poca disponibilidad para las cuestiones económicas le hizo ceder su puesto.

Obispo auxiliar desde 1978, se convirtió en patriarca en 1998. Creado cardenal por Juan Pablo II en 2001 (precisamente en el mismo consistorio que el cardenal Bergoglio, actual papa Francisco), participó en los cónclaves de 2005 y 2013, y ocupó diversos cargos en el Vaticano.

Con gran reputación entre los demás obispos, el cardenal Policarpo fue presidente de la Conferencia Episcopal Portuguesa (CEP) de 1999 a 2005 y de 2011 a 2013, una elección, esta última, no exenta de críticas, pues el cardenal se postuló, impidiendo así la previsible elección del entonces obispo de Oporto y actual patriarca de Lisboa, Manuel Clemente. Durante sus mandatos como presidente de la CEP, Portugal y la Santa Sede negociaron y firmaron un nuevo concordato.

En 2004, acogió en Lisboa el encuentro europeo de jóvenes organizado por la comunidad de Taizé.

A caballo entre el buen humor y el temperamento difícil, Policarpo insistió en la necesidad de que la Iglesia preste atención a la realidad contemporánea. Una preocupación que compartió en las cartas intercambiadas con los más importantes intelectuales portugueses, agnósticos…, y que le llevó a promover encuentros con políticos, economistas, editores, expertos en migración…

En los debates sobre el aborto o el matrimonio entre personas del mismo sexo, ratificó la tradición católica, pero no negó que el Estado pueda tener una posición diferente de la Iglesia.

En su funeral, su sucesor recordó que el cardenal hizo una “síntesis de claridad y bondad”. Y en la reedición de su tesis Signos de los Tiempos, en 2003, Policarpo reflexionaba sobre las décadas del posconcilio y cómo la Iglesia tuvo que dialogar con un mundo en profundas transformaciones. Allí escribía: “No ha sido un camino fácil”.

En el nº 2.887 de Vida Nueva

Compartir