Obispos, sacerdotes, religiosos y laicos coinciden en que ha traído “aire fresco” a la Iglesia
FRAN OTERO | El 13 de marzo se cumple un año desde que los cardenales reunidos en cónclave encontraran “en el fin del mundo” al sucesor del hoy papa emérito Benedicto XVI, que había renunciado un mes antes en una histórica decisión. No estaba en ninguna quiniela, pero, un año después, podría decirse que es el Papa que necesitaba la Iglesia. Entonces, la sorpresa inicial se mezcló con el nuevo estilo que llegaba a la sede de Pedro y que se pudo ver ya en la primera aparición de Jorge Mario Begoglio como papa Francisco ante el Pueblo de Dios.
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Fue en la loggia de la Basílica de San Pedro, cuando puso a todos a rezar. Un nuevo estilo que se fue confirmando a lo largo de los meses con sus tradicionales homilías de Santa Marta, la creación de un grupo de cardenales para la reforma de la Curia, su preferencia por los más pobres… y en lugares tan diversos como el Vaticano, en distintas parroquias de la Diócesis de Roma, en Lampedusa o en la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro.
Una elección que ha traído aire fresco a la Iglesia y ha sido como un aldabonazo, sobre todo, para los que viven su fe en la Iglesia –obispos, sacerdotes, religiosos o laicos–, pero también para los que están alejados.
Juan del Río, arzobispo castrense de España, apunta a Vida Nueva que, más que un soplo de aire fresco, la llegada del papa Francisco ha sido “un huracán de renovación en las formas y en los modos en que se ejerce el ministerio de obispo de Roma”. “La valiente renuncia de Benedicto XVI exigía a la Iglesia una elección valiente y renovadora y, con la acción del Espíritu Santo, el cónclave estuvo a la altura de unas circunstancias especialmente difíciles”, añade.
En su opinión, dos son los cambios que durante estos doce meses ha promovido Francisco: “Por una parte, el cambio de prioridades de la Iglesia, que se dirige a la evangelización de las periferias, a salir de nosotros mismos, de la autorreferencialidad; y, por otro lado, el cambio de la percepción que la sociedad tiene de la Iglesia. El Papa se ha puesto en cabeza de una Iglesia que sale a ofrecer al mundo el amor y la ternura de Dios”.
Primavera eclesial
Para la presidenta del Foro de Laicos, Camino Cañón, estos meses con Francisco han sido de “primavera eclesial, donde las huellas del invierno no son un obstáculo para que la luz y los nuevos colores hayan renovado en la Iglesia y en la sociedad la buena nueva a los pastores: ‘Os anuncio una gran alegría’”.
“Hay muchas puertas abiertas y mucha gente con ganas de dar pasos en la dirección marcada. Es tarea de todos contribuir a que esta primavera llegue al verano y dé frutos”, añade.
Por su parte, el presidente de CONFER, el claretiano Luis Ángel de las Heras, cree que las expectativas que generó Francisco en los primeros momentos y días sucesivos a su elección siguen abiertas, porque “estamos ante un hombre de Dios, que se deja guiar por el Espíritu”.
“Continúa asombrando por su estilo de vida evangélico, su cercanía a las personas sin distinción, su preocupación por los pobres, por los jóvenes y por los mayores. Este Papa interpela desde su testimonio y con sus palabras, que todo el mundo entiende”, explica.
Un año de ‘revolución Francisco’ [íntegro solo para suscriptores]
En el nº 2.885 de Vida Nueva.