Jesús Moreno: “A Hispanoamérica no se puede venir a enseñar, sino a aprender”

Jesús Moreno, sacerdote de Tarazona misionero en Bolivia

Sacerdote de la diócesis de Tarazona, lleva en Bolivia casi diez años

Jesús Moreno, sacerdote de Tarazona misionero en Cochabamba Bolivia

Entrevista con Jesús Moreno [extracto]

LUIS RIVAS | Desde Tarazona arribó Jesús Moreno a la boliviana Archidiócesis de Cochabamba, la casa de los pobres de una ciudad que ha crecido mucho y muy desordenadamente. Ordenado sacerdote en 1967, el tan afable como humilde don Jesús (admite el tuteo) se desempeñó en su sede como formador del Seminario, párroco, vicario general y de pastoral y profesor en el Centro de Estudios Teológicos de Aragón. Hasta 2005, cuando su vida y obra le dieron un giro copernicano y lo plantaron en Bolivia, en su parroquia de Santa Mónica, donde tanto aprende. En su verbo, y acaso sin pretenderlo, honra a todos los misioneros en el recién celebrado Día de Hispanoamérica (2 de marzo).

PREGUNTA.- ¿Cómo siente la Hispanoamérica católica el ascenso de Francisco a la sede de Pedro?

REPUESTA.- El papa Francisco se siente aquí como una gracia del Padre a la Iglesia, con el sano orgullo de que ese don haya surgido de entre nosotros. Lo vivimos como una experiencia de mayoría de edad de la Iglesia latinoamericana en la Iglesia universal. Sentimos la alegría de tener un obispo de Roma con aire nuestro y que ofrece un modo pastoral cercano, muy propio de aquí. Se ha creado un ambiente de esperanza, ánimo y compromiso por renovar el espíritu misionero en todos los ambientes, especialmente en las grandes ciudades, donde existe el riesgo de seguir con una pastoral de conservación de lo que hay.

P.- Y usted, como europeo, ¿qué tal se ha adaptado a aquellas tierras de Bergoglio?

R.- Bien, quizás porque ha sido un acercamiento progresivo. Aunque hay que purificarse de muchas cosas, especialmente de la idea subjetiva de que vienes a enseñar y no a aprender y caminar con este pueblo. Existe la tentación de juzgar la realidad con que te encuentras desde una experiencia de vida ‘más desarrollada’, y, si no estás atento, puedes llegar a herir injusta y ofensivamente la sensibilidad de aquí.

Pobres en todas partes

P.- ¿Cuáles son las principales necesidades con que brega cada día?

R.- Nuestra parroquia es inmensa –más de 60.000 habitantes– con dos realidades bien diferenciadas: una zona de profesionales con un trabajo estable y bien remunerado, y otra habitada por emigrantes que, generalmente, tienen trabajos de pura supervivencia. Los pobres están en todas partes. Lo palpamos en nuestro caminar por la parroquia, en las muchas personas que buscan nuestra ayuda para acceder a la más sencilla medicina o para poder comprar el ‘cajón’ –ataúd– con que enterrar dignamente a un familiar. Las necesidades siguen siendo las de siempre: pobreza, educación con pocos medios, malas comunicaciones, salud elemental no atendida…

“Mi comunidad son personas, generalmente,
muy religiosas, pero a las que no hemos ayudado
a profundizar en la novedad de la opción cristiana,
partiendo de esa religiosidad natural que,
a veces, se confunde con la ‘religiosidad popular’”.

P.- ¿Cómo se viven la espiritualidad y la fe en su comunidad?

R.- Se advierte el influjo del mundo actual, sobre todo en la juventud. En la casa más pobre no falta un televisor último modelo, la imitación del ‘estilo de vida americana’ es palpable… Todo esto se une a una fe no desarrollada ni alimentada, y genera un alejamiento. Nuestro gran reto pastoral, pues, es enriquecer la ‘religiosidad natural’ con la riqueza de la fe en el Señor Jesús. Son personas, generalmente, muy religiosas, pero a las que no hemos ayudado a profundizar en la novedad de la opción cristiana, partiendo de esa religiosidad natural que, a veces, se confunde con la ‘religiosidad popular’. No hay más que ver la escasa participación en la Eucaristía dominical. Pese a todo, hay grupos pastorales muy activos y laicos que trabajan generosamente en la vida parroquial.

P.- Y mientras, otros credos ganan terreno…

R.- Crecen continuamente, tanto en personas como en denominaciones nuevas. Muchas de ellas tienen un modo de expresión de la fe más dinámico y participativo que la Iglesia, y eso influye. También los métodos de captación, no siempre respetuosos con la persona, sirviéndose del sentimentalismo, de la promesa de que todos sus problemas los solucionará Dios, de la afirmación repetida de que somos pecadores y Dios nos va a castigar si no cambiamos. Es muy importante la diferencia entre la Iglesia católica, tan organizada y estructurada alrededor del presbítero, y otras confesiones, no tan estructuradas. De hecho, en cualquier comunidad del campo hay un lugar de culto evangélico y el sacerdote va una vez, o poco más, al año.

P.- Se deduce, por tanto, que Latinoamérica está necesitada de misioneros.

R.- No solo Latinoamérica. Quizás sea la gran carencia de la Iglesia, pero no debe hacernos caer en la falsa y nada evangélica convicción de que en España tenemos necesidades pastorales más graves. Debemos mirar más allá de nuestro pequeño círculo. La Iglesia que envía misioneros a otras Iglesias se enriquece ella misma.

En el nº 2.885 de Vida Nueva

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