Francisco anima a la “renovación espiritual” de España

En su visita ‘ad limina’, llama a los obispos al “estado de misión permanente”

papa Francisco con los obispos españoles en visita ad limina 3 marzo 2014

El aborto y el paro juvenil, entre los temas tratados en la visita ‘ad limina’ [extracto]

ANTONIO PELAYO (ROMA) | No es que este sea un papa imprevisible –que lo es–, sino que los que le siguen y analizan sus gestos o palabras muchas veces sobreponen sus esquemas a los de Bergoglio, esperando de él algo distinto de lo que luego, libérrimamente, acaba haciendo. Abro esta crónica con esta premisa porque ha sucedido, una vez más, exactamente eso.

Con motivo de la visita ad limina de los obispos españoles, muchos esperaban que Francisco les dirigiera un discurso enérgico, denunciador y polémico, y se han encontrado con un programa de tonos muy diferentes, pero totalmente en línea con la que viene siendo su conducta como pastor de la Iglesia universal.

Al filo del mediodía del lunes 3 de marzo, en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico (la misma donde hace un año Benedicto XVI dio a conocer su renuncia), habían tomado asiento los más de ochenta cardenales, arzobispos y obispos de la Conferencia Episcopal Española (CEE). Puntual y con paso ligero, hizo su entrada el Papa, quien, antes de nada, estrechó las manos de los cardenales Antonio María Rouco Varela, Lluís Martínez Sistach, Carlos Amigo y José Manuel Estepa.

Hizo uso de la palabra el presidente de la CEE y arzobispo de Madrid, Rouco Varela, para, en nombre de todos los presentes, agradecer al Santo Padre su “paternal acogida” cuando está a punto de cumplirse su primer año de pontificado: “Hoy nos alegra encontrarnos con un papa que nos conoce, que conoce España y a la Iglesia en España, tanto en su historia bimilenaria como en el presente. (…) Nuestra sociedad española, tocada y tentada en su mismo fundamento por la concepción secularista y materialista de la vida”.

El purpurado gallego aseguró, además, que los obispos españoles quieren hacer suyo “el gozo del Evangelio que, como vicario de Cristo, enseñáis, testimoniáis e irradiáis”, para llevarlo a “nuestras familias y comunidades, niños y jóvenes, ancianos y todos los que necesitan descubrir la alegría y la fuerza de la fe: los enfermos, los emigrantes, los que no encuentran un puesto de trabajo o viven en condiciones que no son dignas de la condición humana”. Por fin, reiteró al Papa la invitación a visitar España con ocasión del V centenario del nacimiento de santa Teresa de Jesús, en 2015.

Actuar ante la indiferencia

El discurso papal (que no fue leído, sino entregado a cada uno de los presentes junto a una cruz pectoral del Año de la fe), como decíamos, hay que interpretarlo como una síntesis de cómo entiende Francisco y deben entender nuestros obispos su misión en esta hora de España, “en la que estáis sufriendo la dura experiencia de la indiferencia de muchos bautizados y tenéis que hacer frente a una cultura mundana que arrincona a Dios en la vida privada y lo excluye del ámbito público”.

papa Francisco saluda al cardenal Rouco en la audiencia con los obispos españoles en visita ad limina 3 marzo 2014

Saludo al presidente de la CEE, cardenal Rouco Varela

El primer consejo es “no olvidar vuestra historia. De ella aprendemos que la gracia divina nunca se extingue y que el Espíritu Santo continúa obrando en la realidad actual con generosidad”. Fuera, pues, todo pesimismo o derrotismo.

“A los obispos –les recuerda– se les confía la tarea de hacer germinar las semillas [del Espíritu] con el anuncio valiente y veraz del Evangelio, de cuidar con esmero su crecimiento con el ejemplo, la educación y la cercanía, de armonizarlas en el conjunto de la ‘viña del Señor’, de la que nadie puede quedar excluido. Por eso, no ahorréis esfuerzos para abrir nuevos caminos al Evangelio que lleguen al corazón de todos, para que descubran lo que ya anida en su interior: a Cristo como amigo y hermano”.

En el párrafo siguiente, Bergoglio le pide a nuestros pastores que opten siempre por “respetar con humildad los tiempos de Dios y, con paciencia, (…) escuchar a todos de corazón a corazón, con ternura y misericordia”. Y les añade esta advertencia, nacida sin duda de su propia experiencia episcopal: “Es importante que el obispo no se sienta solo ni crea estar solo, que sea consciente de que también la grey que le ha sido encomendada tiene olfato para las cosas de Dios”. A su ya conocida expresión del “pastor con olor a oveja”, se añade ahora esta del “olfato de la grey”, no menos gráfica.

De estas consideraciones, nace la siguiente conclusión estratégica, si podemos hablar así: “El momento actual, en el que las mediaciones de la fe son cada vez más escasas y no faltan dificultades para su transmisión, exige poner a vuestras Iglesias en un verdadero estado de misión permanente para llamar a quienes se han alejado y fortalecer la fe sobre todo en los niños”. Esto es, “anuncio incesante y animación constante”.

Con los que “han olvidado” la fe

Siguen algunas prioridades que la Iglesia española no debe descuidar: la familia (como “valioso agente de evangelización”), la pastoral vocacional (“aspecto que cada obispo debe poner en su corazón como absolutamente prioritario”) y el amor y servicio a los pobres, que son signo del Reino de Dios. “Seguid adelante con esperanza –les anima en su último párrafo–, poneos al frente de la renovación espiritual y misionera de vuestras Iglesias particulares, como hermanos y pastores de vuestros fieles y también de los que no lo son o lo han olvidado”.

A los obispos con los que hemos podido intercambiar opiniones sobre el discurso, no les ha sorprendido que el Papa no entrase en al análisis de problemas concretos. “Esos ya han sido tratados muy extensamente, con realismo y absoluta libertad, en las reuniones que hasta ahora han mantenido con el Santo Padre las diversas provincias eclesiásticas”, nos dijo, por ejemplo, Juan del Río, arzobispo castrense.

“El Papa, durante todos estos días –recalcó el secretario general y portavoz de la CEE, José María Gil Tamayo–, ha escuchado y preguntado mucho sobre los desafíos actuales de la Iglesia en España y ha completado el mapa que ya se había hecho de nuestras urgencias pastorales”.

En efecto, en la primera tanda de la visita ad limina, han pasado por la biblioteca privada del Pontífice los diez obispos de las provincias eclesiásticas de Burgos y Pamplona (el 24 de febrero), los 12 de las de Valladolid y Zaragoza (el 27), los 13 de las de Madrid y Valencia (el 28), los diez de Mérida-Badajoz y Toledo (el 1 de marzo) y los diez de Oviedo y Santiago de Compostela (el 3). En total, 55 prelados con realidades muy diferentes entre sí. Sumadas las horas de audiencia, se alcanzan las diez, tiempo más que suficiente para repasar toda la gama de asuntos que interesan a nuestra Iglesia.

“Hemos vivido –nos decía el arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez– un encuentro extraordinario que a todos se nos ha hecho muy corto. Es sorprendente cómo es capaz de crear cercanía y de hacer caer las distancias personales; hemos sentido en primera persona la comunión eclesial con el Papa y con toda la Iglesia de la que es el pastor”.

La agenda de temas ha sido muy variada: la urgencia de la evangelización sin límites; el acercamiento a las periferias geográficas, económicas y espirituales; el lacerante problema del paro juvenil que supone una humillación para quienes lo padecen; los casos de pederastia y la necesidad de aplicar sin reticencias las leyes, colaborando con la autoridad civil; los seminarios y la exigencia en la selección de los candidatos al sacerdocio y de sus formadores; el aborto (cuyas cifras en España, según reveló el mismo Francisco, le han “dejado helado”), el dominio asfixiante de una economía del descarte que pone al hombre al servicio del dinero y no viceversa, etc.

El jueves 6, ya sobrepasado el cierre de esta edición, se reanudaron las visitas de las restantes regiones eclesiásticas españolas. Además del encuentro con el Papa, los obispos han sido recibidos en los diversos dicasterios de la Curia romana y algunos grupos acudieron a entrevistarse con el nuevo secretario de Estado, Pietro Parolin, “muy al tanto de cuanto sucede en nuestro país y en nuestra Iglesia, por la que ha mostrado gran interés”, nos comentó uno de ellos.

El obispo según Bergoglio

Por otro lado, a algunos de los prelados españoles presentes esos días en Roma no se les escapó la importancia del discurso que el jueves 27 de febrero pronunció el Papa ante los miembros de la Congregación de los Obispos. El pastor de la Iglesia universal no dejó pasar la ocasión para poner en claro algunos de los criterios que, según él, deben guiar la selección de los candidatos al episcopado. “No existe un pastor estándar para todas las Iglesias. Cristo conoce la singularidad del pastor que cada Iglesia requiere, para que responda a sus necesidades y le ayude a realizar sus potencialidades”.

Luego, Bergoglio advirtió a todos los cardenales y arzobispos que examinan los dossiers que llegan de las nunciaturas: “Debemos alzarnos sobre nuestras eventuales preferencias, simpatías, pertenencias o tendencias para entrar en la amplitud del horizonte de Dios y para encontrar a quienes sean portadores de su mirada desde lo alto. No hombres condicionados por el miedo de lo bajo, sino pastores capaces de asegurar que en el mundo existe un sacramento de unidad y que, por eso, la humanidad no está destinada a la deriva y al desconcierto”.

Invocando su propia responsabilidad –al final es él quien los nombra, aunque la mayoría de las veces no los conozca personalmente–, dijo: “Al firmar el nombramiento de cada obispo, quisiera tocar la autoridad de vuestro discernimiento y la grandeza de horizontes con la que madura vuestro consejo. Por eso, el espíritu que preside vuestros trabajos no podrá ser otro que el humilde, silencioso y laborioso proceso llevado a cabo a la luz que viene de lo alto. Profesionalidad, servicio y santidad de vida: si nos separamos de este trinomio, no estamos a la altura de la grandeza a la que estamos llamados”.

“Para individualizar a un obispo –añadió–, no sirve la contabilidad de las dotes humanas, intelectuales, culturales y ni siquiera pastorales. El perfil de un obispo no es la suma algebraica de sus virtudes, aunque es cierto que sirve uno que sobresalga”.

Luego enumeró algunas de sus cualidades indispensables: integridad humana, solidez cristiana, recto comportamiento, preparación cultural, ortodoxia y fidelidad a la verdad de la Iglesia, disciplina interior y exterior, capacidad para gobernar, transparencia y apartamiento de la administración de los bienes de la comunidad.

Finalmente, dio otro consejo para el largo proceso del discernimiento: nada de arbitrio, sino discernimiento conjunto. “Ninguno puede tener en sus manos todo el conjunto –concluyó–; cada uno pone con humildad y honestidad su propio fragmento en un mosaico que pertenece a Dios. Esta visión fundamental nos lleva a abandonar el pequeño cabotaje de nuestras barcas para seguir la ruta de la gran nave de la Iglesia de Dios”.

Respecto a los últimos nombramientos de Francisco, el purpurado español Santos Abril y Castelló es el nuevo presidente de la Comisión Cardenalicia del Instituto para las Obras de Religión (IOR), y el secretario personal del Pontífice, Alfred Xuareb, será la mano derecha del cardenal Pell en la recién creada Secretaría de Economía.

En el nº 2.885 de Vida Nueva.

 

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