Francisco alienta al joven americano: “Quien conoce a Jesús no se queda en el sofá”

papa Francisco con un chico joven

Celebrada la Asamblea Plenaria de la Pontificia Comisión para América Latina

papa Francisco con un chico joven

M. Á. MALAVIA | Ocho meses después de la JMJ de Brasil, las Iglesias del continente continúan discerniendo el mejor modo de contagiar la fe a los más jóvenes, empezando por los alejados.

Así, la última Asamblea Plenaria de la Pontificia Comisión para América Latina, reunida la semana pasada en Roma, contó con el aliento del papa Francisco, quien, el 28 de febrero, les dirigió un discurso en el que, tras lamentar la “emergencia educativa” en la que viven los jóvenes, animó a que sea la Iglesia la que supla esas carencias y acompañe a todas las personas. Algo para lo que han de partir del “ejemplo que nos dio Jesucristo; un ejemplo de entrega, servicio, amor desinteresado, lucha por la justicia y la verdad. (…) El mejor maestro de los jóvenes es Jesucristo”.

Con su frescura habitual, Bergoglio depositó su esperanza en la juventud y su respuesta generosa ante los grandes referentes: “Quien conoce en profundidad a Jesús no se queda en el sofá. Se engancha a su estilo de vida y llega a ser un discípulo misionero de su Evangelio, dando testimonio entusiasta de su fe, no ahorrando sacrificios”. Frente a los que caen en una acción pesimista, animó a todos los pastores a que impulsen una misión permanente que acabe “desterrando el egoísmo” y atraiga al joven “por la belleza de la bondad”.

Finalmente, el Papa dibujó una pastoral marcada por tres rasgos esenciales: la acogida, previa a cualquier enseñanza y consistente en “estar cercanos a los jóvenes en todos los ambientes de su vida” y acompañarles en sus “graves problemas”, que les producen “frustración y desprotección”; el diálogo franco y cordial (“Jesús, de entrada, no condena, no tiene prejuicios, no cae en los tópicos de siempre; del mismo modo, los jóvenes tienen que sentirse en la Iglesia como en casa. No solamente ha de abrirles sus puertas; tiene que salir a buscarlos”) y, en tercer lugar, encarnar la invitación a seguir el Evangelio: “Que escuchen que Cristo no es un personaje de novela, sino una persona viva, que quiere compartir ese deseo irrenunciable que ellos tienen de vida”.

“Los jóvenes nos esperan. No los defraudemos”, concluyó.

En el nº 2.885 de Vida Nueva

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