El Defensor del Pueblo saca los iconos religiosos de los plenos municipales

el alcalde de Parla Madrid en una procesión

En atención a una denuncia ciudadana en Parla (Madrid)

el alcalde de Parla Madrid en una procesión

El alcalde de Parla en una procesión

L. RIVAS | La coexistencia de símbolos identitarios, históricos y/o culturales de carácter religioso con los representantes de la soberanía popular ha suscitado una nueva polémica con el Estado laico como telón de fondo.

En el informe anual de su gestión, el Defensor del Pueblo expone el concreto de una denuncia ciudadana ante la posible vulneración del artículo 16 de la Constitución por la exposición de la Virgen de la Soledad en el Salón de Plenos del Ayuntamiento madrileño de Parla. La reclamación fue atendida por la defensora, Soledad Becerril, quien manifiesta que “la permanencia estable de símbolos religiosos en las salas de plenos de las corporaciones locales carece de relación objetiva con la naturaleza específica de las actividades públicas y pudiere, incluso, implicar la apariencia de conexión o de vinculación entre ambas categorías, precisamente lo que el texto constitucional pretende evitar”.

En el ejercicio de sus competencias, el Defensor del Pueblo solicitó al Ayuntamiento “que valorase la posibilidad de trasladar la imagen de la Virgen de la Soledad a otro lugar del recinto donde no quedase afectada la neutralidad”.

Aceptando que el mencionado artículo 16 de la Constitución establece que los poderes públicos “tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española” y sin entrar a ponderar el atractivo cultural, arquitectónico, decorativo, histórico o artístico de la pieza, la corporación local de Parla accedió a la petición de Becerril y trasladó la figura de su patrona y alcaldesa honoraria a otro espacio, “a fin de que no quedase afectada la neutralidad del Ayuntamiento en el ejercicio de sus correspondientes funciones”.

En beneficio de los precedentes, es preciso sumar a este caso el registrado hace dos años en Zaragoza, donde la retirada del crucifijo fue votada por el pleno municipal, habiendo vencido finalmente la opción de mantenerlo gracias al alcalde socialista Juan Alberto Belloch, quien votó junto a los miembros del PP a favor de su permanencia.

En el nº 2.885 de Vida Nueva.

 

 

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