Las palabras de Juan Pablo II en la última visita ‘ad limina’

obispos españoles en visita ad limina a Roma con Juan Pablo II en 2005

En 2005, el papa Wojtyla criticó “indiferencia religiosa” y el “relativismo moral”, en su audiencia a los obispos españoles

obispos españoles en visita ad limina a Roma con Juan Pablo II en 2005

Discurso de Juan Pablo II a los obispos españoles en 2005

M. Á. MORENO | La última visita ad limina apostolorum que realizó el Episcopado español a la Santa Sede fue en enero de 2005 para visitar a un Juan Pablo II muy enfermo, cuyas dolencias le impidieron completar el programa de la visita, aunque sí pudo dirigir un discurso a los obispos españoles en el que comentó algunas inquietudes de la Iglesia española en aquel momento.

Durante este discurso, pronunciado por el beato Juan Pablo II el 24 de enero de 2005, meses antes de su fallecimiento el 2 de abril de ese mismo año, el Papa destacó la “profunda raigambre cristiana” de España y la gran cantidad de santos que han nacido en nuestro país. “Yo mismo he tenido el gozo de canonizar o beatificar a numerosos hijos e hijas de España”, afirmó el Pontífice, que propuso en aquel momento el “estudio, actualización y presentación a los fieles del ‘patrimonio de santidad’” a los obispos españoles.

Preocupación por la indiferencia religiosa

En este discurso, enmarcado políticamente en el primer año de gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero, Juan Pablo advirtió cambios en el ámbito social que pasaban por la difusión de “una mentalidad inspirada en el laicismo”, que llevaba en aquel momento para Karol Wojtyla a “la restricción de la libertad religiosa hasta promover un desprecio o ignorancia de lo religioso, relegando la fe a la esfera de lo privado y oponiéndose a su expresión pública”.

“En el contexto social actual están creciendo las nuevas generaciones de españoles, influenciadas por el indiferentismo religioso, la ignorancia de la tradición cristiana con su rico patrimonio espiritual, y expuestas a la tentación de un permisivismo moral. La juventud tiene derecho, desde el inicio de su proceso formativo, a ser educada en la fe. La educación integral de los más jóvenes no puede prescindir de la enseñanza religiosa también en la escuela, cuando lo pidan los padres, con una valoración académica acorde con su importancia”, aseguraba el entonces Papa, que hacía referencia al “deber de garantizar este derecho” por parte de los poderes públicos, apelando a los acuerdos Iglesia-Estado de 1979, en un momento previo a la reforma educativa del Gobierno español del momento, presentada a finales de ese año 2005 y promulgada en mayo de 2006.

En este discurso, el Papa también comentó otros aspectos sociales como el trasvase del Ebro, aprobado por el gobierno del Partido Popular y derogado por Zapatero en 2004. “En algunas partes se vive la confrontación social por un recurso natural: el agua; siendo ésta un bien común no se puede despilfarrar ni olvidar el deber solidario de compartir su uso. Las riquezas no pueden ser monopolio de quienes disponen de ellas”, dijo al respecto el Pontífice.

Valor de la eucaristía y necesidad de vocaciones

Respondiendo a los informes de los prelados españoles, en los que el Papa veía “una seria preocupación por la vitalidad de la Iglesia en España”, Juan Pablo II reclamó “unidad” a los obispos y acoger la “diversidad de pueblos, con sus culturas y tradiciones”, en un contexto de gran afluencia de inmigración a España, procedente tanto de Latinoamérica, como de África y Europa del Este.

“Especial importancia se ha de dar a la Eucaristía, ‘Sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de caridad’. Su participación, como recuerdan los Santos Padres, nos hace ‘concorpóreos y consanguíneos con Cristo’”, agregaba Juan Pablo II respecto a la Eucaristía, a la que invitaba a los fieles españoles a acudir para “afrontar las dificultades del momento”. A los pastores, les pedía “una acción pastoral que promueva una participación más asidua de los fieles en la Eucaristía dominical”.

Las vocaciones también fueron tratadas por Karol Wojtyla en su discurso a los obispos españoles. “Es verdad que la situación social y religiosa no favorece la escucha de la llamada del Señor a seguirle en la vida sacerdotal o consagrada. Por eso es importante orar sin cesar al Dueño de la mies para que siga bendiciendo a España con numerosas y santas vocaciones”, decía el Papa.

Invitación a los jóvenes e intercesión mariana

Al tratar el aspecto de los fieles, a los que Juan Pablo II reclamaba ser “testigos valientes de su fe en los diferentes ámbitos de la vida pública”, el papa polaco expresó también su inquetud por los jóvenes españoles, que para el Pontífice debían ser “objeto especial de vuestros desvelos pastorales”. El mismo Juan Pablo II ya se había encontrado con ellos apenas dos años antes en su visita pastoral de mayo de 2003.

“A este respecto, ¿cómo no recordar la impresionante y conmovedora vigilia que presidí con cientos de miles de jóvenes en Cuatro Vientos, recordándoles que se puede ser moderno y cristiano? Ahora muchos se preparan para ir a Colonia y participar en la Jornada Mundial de la Juventud”, decía el Papa en la visita ad limina de 2005.

La Virgen María también formó parte del discurso papal, que se producía apenas un mes después del 150º aniversario de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción de María, por el cual la Iglesia española había celebrado una serie de actos conmemorativos durante el año 2004. A este respecto, Juan Pablo II destacó el “particular amor a la Virgen María” que se profesa en España y encomendó a las diócesis españolas su intercesión.

“España es tierra de María. A Ella encomiendo vuestras intenciones pastorales. Bajo su maternal protección pongo a todos los sacerdotes, los religiosos y religiosas, los seminaristas, los niños, jóvenes y ancianos, las familias, los enfermos y necesitados. Llevadles a todos el saludo y el cariño del Papa, acompañado de la Bendición Apostólica”, finalizaba el Papa en su discurso.

Compartir