Dios, a escena

Pepita Jiménez, obra de teatro según la novela de Juan Valera

Las obras de cariz religioso ganan terreno en la cartelera, aunque la relación entre teatro e Iglesia sigue siendo de recelo

El condenado por desconfiado, obra de teatro atribuida a Tirso de Molina

‘El condenado por desconfiado’

Dios, a escena [extracto]

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | “El teatro nació como una manifestación de lo sagrado y hoy, aunque de manera travestida, ese aspecto permanece. En la escena siempre está ese elemento religioso que ha acompañado al teatro hasta nuestros días de manera latente, ya que es sobre el escenario donde se da, más que en otras artes, el enfrentamiento de los hombres con sus espejos”. La frase es de José Luis Gómez, académico y director del Teatro de la Abadía.

Gómez alude a ese carácter primero litúrgico (s. XI); después pararreligoso (s. XVI), del origen del teatro tal como lo concebimos hoy, y que siguen llevando por los escenarios compañías como Nao d’Amores, con espectáculos que han rescatado un repertorio medieval que comprende desde oficios de difuntos como Dança da Morte –coproducida por la compañía da Cornucópia de Lisboa– a autos sacramentales renacentistas como el Auto de los Cuatro Tiempos o el Auto de la Sibila Casandra, ambos de Gil Vicente.

Ana Zamora dirige esta joven compañía, que alcanzó el reconocimiento que le ha llevado a los grandes escenarios españoles con el Misterio del Cristo de los Gascones, recreación libre de la ceremonia litúrgica que solía representarse en la Iglesia de San Justo de Segovia, donde se custodia el Cristo de los Gascones, una de las piezas más significativas del patrimonio artístico español y del campo escénico de las marionetas. “Tan solo reinterpretamos algo desde lo más antiguo que nos queda, que son los títeres, y que entronca muy bien con este héroe trágico que es Cristo”, señala Zamora. La obra, estrenada en 2007, aún sigue representándose.

Doña Perfecta, obra de teatro según la novela de Benito Pérez Galdós

‘Doña Perfecta’

Cristo vence a la muerte, pero, sin su propia muerte, la salvación no habría tenido lugar. Por ello, no es de extrañar que la muerte sea un elemento esencial en el teatro religioso y, con todo, un elemento incómodo. Lo es en Rafael Álvarez, el Brujo, que acaba de estrenar La luz oscura de la fe, espectáculo con el que homenajea a San Juan de la Cruz, a quien encarna en su última noche antes de encontrar la muerte en Úbeda en 1591.

“Es un texto eminentemente simbólico, de un simbolismo poético fuerte y profundo, encaminado a hacer presente la figura de San Juan de la Cruz”, explica. El Brujo ya había recorrido los teatros con una trilogía entre la mística y la juglaría, compuesta por El Evangelio de San Juan, San Francisco juglar de Dios y Los misterios del Quijote.

San Juan de la Cruz también inspira obras también en cartel, como Noche oscura, ¡ahora!, texto firmado por el poeta y sanjuanista José Manuel Martín Portales, y que dirige Agustín Iglesias, cabeza visible de la compañía extremeña Teatro Guirigai. “No pretendemos contar la historia con final feliz de los dos enamorados de Cántico espiritual, sino tal vez preguntarnos qué está sucediendo dentro del amor. Qué está sucediendo para que dentro del amor habiten él y ella, la fractura, la noche, la historia y, sobre todo, la palabra”, explica Iglesias.

Benjamín Soriano escribe y produce Tiempo de oscuridad, drama en el que interpreta al místico y en el que la actriz Ana Malaver encarna a santa Teresa.

El teatro contemporáneo –independiente a las celebraciones religiosas, como las pasiones o los belenes vivientes– busca nuevas historias y conceptos teatrales vanguardistas a partir de la tradición, básicamente de los autos sacramentales –aunque algunos clásicos como El gran teatro del Mundo, de Calderón, siguen representándose por los sevillanos Gulliver Teatro– y de las vidas de santos o el Nuevo Testamento, como El evangelio según Pilatos, la obra de Eric-Emmanuel Schmitt, el autor de Cartas a Dios, que protagonizó Joaquín Kremel.

El gran inquisidor, de Dostoievski

‘El gran inquisidor’

Algunos estrenos han abordado en las tablas la cuestión religiosa con indudable espíritu crítico, aunque prima el recelo mutuo. El condenado por desconfiado, la versión de Yolanda Pallín del texto atribuido a Tirso de Molina que estrenó la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC)en 2010, seguramente es una de las obras cumbre del teatro clásico español. Y “una reflexión acerca de cómo la idea de Dios afecta al orden moral de una sociedad”, según su director, Carlos Aladro.

Tirso lo concibió como un duelo donde bien y mal se confunden, entre un ermitaño, Paulo, y un bandolero, Enrico, exponentes de un género, la comedia religiosa, “que es puramente español y que conviene reivindicar dentro del repertorio del Siglo de Oro”, según pide Aladro. El texto de Tirso, insigne sacerdote-dramaturgo, no es complaciente: plantea el problema de la falsedad, de la predestinación, del misterio de la gracia y del verdadero perdón.

Adaptación por triplicado

Son también los grandes temas de Pepita Jiménez, la novela de Juan Valera, publicada en 1874. Calixto Bieito la adaptó a partir de la ópera de Isaac Albéniz firmada en 1896, centrando su tensión narrativa en “ese enfrentamiento muy español entre el erotismo y la religión”, según el director burgalés, quien prefirió situarla en “la España gris de los sesenta y setenta”, condenando el poder de la Iglesia en la España de Franco. Estrenada en los Teatro del Canal en Madrid el año pasado, la lucha del seminarista don Luis entre el amor espiritual hacia Dios y el amor terrenal a Pepita se cantó en inglés, idioma de la versión de Albéniz.

Otra obra cumbre de la literatura realista del siglo XIX también ha subido a las tablas con una innegable lectura religiosa frente al “catolicismo supersticioso”: Doña Perfecta, la adaptación que el Centro Dramático Nacional, bajo la dirección de Ernesto Caballero, hace de la célebre novela de Benito Pérez Galdós, publicada en 1876.

También hemos visto obras más polémicas. Son los casos de, por ejemplo, Estrella sublime, de la compañía Bastarda española, que lleva más de doce años en gira por todo el país con la actriz Lola Marmolejo en el papel de Virgen María, y que ha sido censurada por los ayuntamientos de Écija (Sevilla) y Vera (Almería). La obra, una comedia, encierra un diálogo entre una humilde camarera, Lola, en despecho con el mundo y Macu, la aparición que toma la forma de la Virgen María: ¿De qué hablan? Básicamente de la mujer, de la religión, de la propia Virgen, de las cofradías sevillanas…

Pepita Jiménez, obra de teatro según la novela de Juan Valera

‘Pepita Jiménez’

En Cádiz, el Obispado rechazó una donación destinada a Cáritas de la Asociación Andaluza para las Artes Escénicas y Audiovisuales (Escenopán), productora de la comedia musical Diluvium, versión contemporánea escrita y dirigida por Juan Carlos Galiana de El diluvio que viene, famoso musical italiano de los años 70. En aquella obra –que a su vez es una adaptación de la novela homónima del canadiense David Forest–, Silvestre, el cura protagonista que ha recibido de Dios el encargo de construir un nuevo arca de Noé, se enamora de una de sus feligresas, Clementina. Y con ella se dispone a subirse al arca. En la versión de Galiana, ella es él.

Otra mirada discutible es la de Gang Bang (abierto hasta la hora del Ángelus), escrita por Josep Maria Miró Coromina en catalán y estrenada por el Teatro Nacional de Catalunya, que manifiesta una oportuna reflexión acerca del merchandasing que genera la visita del papa Benedicto XVI a Barcelona y otra trama, más desafortunada, en torno al sexo.

jcrodriguez@vidanueva.es

En el nº 2.883 de Vida Nueva

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