Beniamino Stella: “La escasez de sacerdotes genera a veces estrés pastoral”

Beniamino Stella, prefecto de la Congregación para el Clero y neocardenal

Prefecto de la Congregación para el Clero

Beniamino Stella, prefecto de la Congregación para el Clero y neocardenal

Entrevista con Beniamino Stella [extracto]

Texto y fotos: DARÍO MENOR | El arzobispo italiano Beniamino Stella es uno de los nuevos cardenales que Francisco creará en el consistorio del 22 de febrero. Prefecto de la Congregación para el Clero, el “ministerio” vaticano que se encarga de los 415.000 sacerdotes, alrededor de 120.000 seminaristas y más de 40.000 diáconos con que cuenta la Iglesia, tiene una amplia experiencia en la diplomacia vaticana y fue presidente de la Pontificia Academia Eclesiástica.

PREGUNTA.- ¿Cuál es su modelo de sacerdote?

RESPUESTA.- El modelo de sacerdote es único: Jesucristo, sumo y eterno sacerdote, fuente, modelo y definición de todo sacerdocio. Cuando la Iglesia quiere saber cómo deben ser los sacerdotes vuelve su vista a Cristo sacerdote, y en Él encuentra el modelo. Es cierto que es necesario comprender en profundidad, cada vez más, el misterio del sacerdocio. En épocas recientes, el Magisterio de la Iglesia lo ha puesto de relieve de muchos modos, baste recordar la Presbyterorum Ordinis del Concilio y los documentos pontificios: Sacerdotii nostri primordia, de Juan XXIII, Sacerdotalis caelibatus, de Pablo VI y Pastores dabo vobis, de Juan Pablo II, así como el directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros, de este dicasterio. De un modo incisivo ese modelo, que es Jesús, ha quedado también marcado por la homilía de Francisco en Jueves Santo y por su modo de ejercer el sacerdocio del ministerio petrino. El Santo Padre enseña con el ejemplo. Finalmente, la Iglesia no cesa de proponernos el modelo de Cristo en tantos sacerdotes santos, como el padre Pío, san Juan de Ávila o el padre Brochero.

P.- ¿Cómo amplió su idea del sacerdocio en su experiencia internacional?Beniamino Stella, prefecto de la Congregación para el Clero y neocardenal

R.- Doy gracias a Dios que me ha permitido conocer a muchos sacerdotes a lo largo de mi vida. Gracias también a mi servicio a la Santa Sede en África y América del Sur he podido conocer la realidad sacerdotal de la Iglesia en muchos lugares y he aprendido a valorar ese trabajo silencioso. Si se me permite la comparación, ellos son como el empedrado de la calzada romana, son rocas sólidas que llevan siglos sirviendo para que otros vayan y vengan a Dios y a los hermanos. A veces, alguno puede convertirse en piedra de escándalo. Y también a veces una sola piedra puede hacer mucho ruido, pero siguen teniendo más valor aquellos millares que, humildemente, siguen sirviendo para trazar ese camino de los hombres hacia Dios y desde Dios hasta los hombres.

P.- ¿Cómo cambió el trabajo del dicasterio la nueva responsabilidad sobre los seminarios?

R.- La idea de Benedicto XVI, expuesta en la carta apostólica Ministrorum institutio, de confiar la labor de los seminarios a la Congregación para el Clero da unidad a la formación antes y después de la ordenación. Francisco ha querido subrayar esa responsabilidad nombrando un arzobispo secretario para los seminarios. Es una labor recién comenzada por el dicasterio, pero no parte de cero, porque contamos con la ayuda de la Congregación para la Educación Católica, encargada previamente de los seminarios. Contamos, además, con la colaboración de algunos oficiales que ya trabajaban en aquel dicasterio y con una oficina para la promoción de las vocaciones al sacerdocio. En definitiva, se trata de abarcar todo el tracto de la vida sacerdotal desde su origen: vocación, formación en los seminarios, formación permanente y acompañamiento y promoción de la vida sacerdotal.

Dimensión afectiva

P.- ¿Se da en los seminarios suficiente atención a la dimensión afectiva y sexual?

R.- El joven que entra al seminario no es muy distinto a los otros jóvenes de hoy. Estamos en un momento particular, que algunos han dado en llamar la cultura del pansexualismo, que plantea unos retos concretos en el tiempo actual, a los que no hay que dar la espalda, sino iluminar con la luz del Evangelio. Ese es el esfuerzo y el reto de la formación con el que están comprometidos los formadores de los seminarios y los obispos. Los nuevos retos exigirán nuevos enfoques y esfuerzos. También hoy, como siempre, se ha de formar a los candidatos para que descubran si han recibido de Dios el don del celibato, que, lejos de ser solo una exigencia disciplinar, forma parte de la imagen de Cristo sacerdote casto, imagen que están llamados a transparentar en medio de la Iglesia y del mundo. La dimensión afectiva queda encuadrada en la formación actual de los candidatos dentro de la dimensión de la caridad pastoral.

“El sacerdote no debe suplantar al laico
en su propio lugar en la Iglesia y en la sociedad,
como tampoco el laico puede suplantar al sacerdote.
Las líneas fundamentales están en el Vaticano II”.

P.- El Papa habla del riesgo de la clericarización. ¿Qué hace el dicasterio para evitarla?

R.- El dicasterio está llamado a ayudar a los presbíteros a ser sacerdotes según el Corazón de Cristo y el querer de la Iglesia. Cuando el sacerdote lo es, no hay riesgo de clericalización, porque sabe promover la labor de los laicos, su propia vocación y misión en el mundo. No debe suplantar al laico en su propio lugar en la Iglesia y en la sociedad, como tampoco el laico puede suplantar al sacerdote. Las líneas fundamentales están en el Vaticano II.

P.- ¿Cuál debe de ser la prioridad de los sacerdotes? ¿Hacen demasiadas cosas?

R.- En la misa del Jueves Santo, Francisco dijo que lo importante es la unción, no la función. Una unción que llega hasta los demás, hasta las periferias. Un sacerdote metido en Dios y con olor a oveja. La escasez de sacerdotes en algunos lugares genera a veces situaciones de estrés pastoral, que hacen que los ministros tengan que multiplicarse. Siempre hay mucho que hacer. Siguen siendo actuales las palabras de Cristo: “La mies es mucha y los trabajadores pocos”. En este momento hay alrededor de 415.000 sacerdotes, más que nunca en la historia, pero siguen siendo pocos, y muchos tienen que multiplicarse. Hay que valorar su ingente trabajo. El sacerdote estará siempre llamado a reavivar la unción, en la oración, la vivencia de los sacramentos –él mismo como fiel y no como ministro–, la Eucaristía y la confesión. Así se evitará el riesgo del activismo.

“Nos avergüenzan los escándalos”

P.- ¿Qué se puede aprender de los escándalos de los sacerdotes?

R.- La lección es evidente, también el Papa lo dijo: nos avergüenzan los escándalos en la Iglesia. No olvidemos que la celebración de la Misa comienza siempre con una petición de perdón y que la Iglesia recomienda al sacerdote la confesión sacramental frecuente. De la petición de perdón hemos de pasar al propósito de enmienda y al deseo de mayor santidad personal, así como a la experiencia de la misericordia, que nos debe dar un corazón misericordioso. La Iglesia rechaza el pecado, pero acoge con corazón materno al pecador que, arrepentido, regresa como el hijo pródigo. Si el pecado es además un delito, atenta contra el bien común, de la Iglesia o de la sociedad, por lo que se debe resarcir el daño.

“El sacerdote ha de ser reconocible, sobre todo,
por su modo de actuar y de vivir.
En este sentido, el ministerio sacerdotal abarca
todas las dimensiones del existir,
también el modo en el que se viste”.

P.- ¿Un sacerdote debe ser siempre reconocido, también en el vestir?

R.- El sacerdote ha de ser reconocible, sobre todo, por su modo de actuar y de vivir. En este sentido, el ministerio sacerdotal abarca todas las dimensiones del existir, también el modo en el que se viste, porque manifiesta públicamente diversos aspectos de la vida del clérigo. Manifiesta la entrega a Dios, es un signo externo de pobreza y de la presencia de Dios en medio de un mundo secularizado.

P.- ¿Cuántas dispensas sacerdotales se aceptan cada año? ¿Cuántas tienen relación con abusos sexuales?

R.- El número varía, oscila entre 400 y 600 al año. Los motivos pueden ser diversos, no siempre tienen relación con el celibato. Canónicamente hablando, el motivo de las dispensas no tiene que ver con abusos sexuales a menores, puesto que esa competencia es de la Congregación para la Doctrina de la Fe. También hay sacerdotes dispensados o que han incurrido en suspensión que piden la reincorporación.

En el nº 2.882 de Vida Nueva

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