El Papa recuerda que todos los bautizados deben ser “evangelio viviente”

papa Francisco rezo del Angelus dominical desde el balcón de los apartamentos pontificios

Ante la Jornada Mundial del Enfermo, anima a las familias en situaciones difíciles

papa Francisco rezo del Angelus dominical desde el balcón de los apartamentos pontificios

ÁLVARO ESPINOSA MALAGÓN | Desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico, y ante la presencia de una gran multitud de fieles que se agolpaban en la Plaza de San Pedro, el papa Francisco ofreció este domingo 9 de febrero su habitual Angelus. Dirigiéndose a los presentes y acogido por un largo y caluroso aplauso, el Pontífice argentino abrió su discurso, dedicado a las Bienaventuranzas, con unas palabras que Jesús dijo a sus discípulos: “Vosotros sois la sal de la tierra, vosotros sois la luz del mundo”.

Para comprender este pasaje, Francisco puso como ejemplo a los discípulos de Jesús, “pescadores, gente simple, a los que Jesús mira con los ojos de Dios, y su declaración se entiende como resultado de las Bienaventuranzas. Su significado: ¡Si eres pobre en espíritu, manso, misericordioso, puros de corazón… eres la sal de la tierra y la luz del mundo!”.

El Papa, también quiso recordar que todos los bautizados “somos discípulos misioneros” por lo que debemos convertirnos en un “evangelio vivientes”, practicando las enseñanzas de Jesús.

Los enfermos, en el centro

Después del rezo mariano, el Obispo de Roma, recordó que el próximo 11 de febrero se celebra la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes además de la Jornada Mundial del Enfermo, realizando énfasis en que “es una buena oportunidad para poner en el centro del pueblo de la comunidad enfermos”, poniendo como ejemplo la actitud de Jesús hacia los enfermos.

No quiso olvidarse de los enfermeros y sanitarios a los que agradeció el “¡trabajo precioso que hacen! ¡Muchas gracias por su precioso trabajo. La dignidad de la persona jamás se reduce a sus facultades o capacidades, y no viene a menos cuando la misma persona es débil, inválida y necesitada de ayuda”.

El Santo Padre animó a las familias que cuidan de sus enfermos y especialmente a aquellas que tienen situaciones muy difíciles: “¡No tengan miedo de la fragilidad! ¡No tengan miedo de la fragilidad! Ayúdense unos a otros con amor, y sentirán la presencia consoladora de Dios.

Y retomando las palabras del principio del discurso, destacó que “la actitud generosa y cristiana hacia los enfermos es sal de la tierra y luz del mundo. Que la Virgen María te ayude a practicarla, y obtenga paz y consuelo para todos los sufrientes”.

Para finalizar, el papa Francisco manifestó su preocupación por la relación del hombre con el medio que nos rodea, la naturaleza, que nos desafía a ser comprensivos y protegerla, “rezo por aquellos que están sufriendo daños y lo están pasando mal por las calamidades naturales”.

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