En Nigeria, ningún antibalas como la fe

John Abba, cristiano víctima de la violencia en Nigeria

Pese a la violencia anticristiana de Boko Haram, el país es un pulmón vocacional

John Abba, cristiano víctima de la violencia en Nigeria

John Abba fue herido en el ataque a una iglesia

En Nigeria, ningún antibalas como la fe [extracto]

JOSUÉ VILLALÓN. Fotos: AIN | Kenneth Iloabuchi es un sacerdote de la Diócesis de Murcia. Llegó a España procedente de Nigeria tras un largo viaje lleno de dificultades y tragedias, como las que acompañan a tantos miles de africanos que buscan un porvenir en Europa y acaban en las redes de la inmigración ilegal. Hoy alza la voz para dar a conocer otra realidad olvidada por tantos en nuestro continente, la de millones de cristianos que son perseguidos a causa de su fe.

Los cristianos de Nigeria han experimentado la muerte, la violencia y la discriminación por seguir a Jesucristo, pero su respuesta es el perdón y el diálogo. Este es el testimonio que comparte Kenneth en apoyo a la campaña que ha lanzado la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN): “La Iglesia de Nigeria nos enseña a amar en la dificultad”. Pero, ¿cuál es esa dificultad que sufren allí los cristianos?

Muchos son los problemas que afectan a Nigeria, a pesar de su riqueza como primer productor de petróleo de África. Es reveladora la definición que hace el obispo de Kontagora, Bulus Dauwa Yohanna: “Es un país rico con una inmensa mayoría pobre”. Al difícil acceso a la educación, al reparto desigual de la riqueza, a la corrupción y a los enfrentamientos étnicos, se ha sumado el terrorismo fundamentalista islámico de Boko Haram, que, desde 2002, ha sembrado el caos y la violencia, sobre todo en el norte del país. El objetivo de este grupo terrorista lo deja entrever su propio nombre, que en el idioma hausa significa “la educación occidental es pecado”.

Los miembros de Boko Haram atentan contra comisarías, cuarteles, universidades, hospitales y escuelas. También atacan a los cristianos en los lugares donde están más indefensos: sus templos y sus lugares de trabajo. Según cuenta Kenneth, su hermana ha visto arder dos veces su tienda de ropa a manos de radicales islamistas en su pueblo de Kaduna, al norte del país. Ahora vive en el sur, como tantos otros cristianos que han emigrado por las amenazas y la inestable situación del norte.iglesia atacada en Nigeria

Dentro de este panorama desalentador, la Iglesia quiere ser un instrumento de diálogo y reconciliación. Los obispos están muy preocupados por la tensión entre cristianos y musulmanes, que, en los últimos años, han estado enfrentados por disputas territoriales entre fulanis (pastores trashumantes musulmanes) y berom (agricultores que profesan la fe cristiana). Entre 1999 y 2011 se calculan unos 14.000 muertos por enfrentamientos entre estos grupos tribales, en los que se mezclan la lucha por el poder y la religión.

Boko Haram encuentra en estas disputas un terreno desde el que llevar a cabo su yihad. Además, encuentran un caldo de cultivo perfecto entre los nativos desempleados, hartos de la corrupción del país y con un difícil acceso a la educación. También se nutren de terroristas venidos desde Libia, Malí, Yemen y otros países, por lo que muchos analistas señalan a Al Qaeda como su referente.

La población de Nigeria profesa el cristianismo y el islam a partes iguales, quedando una minoría animista del 10%. El norte del país, más empobrecido, es de mayoría musulmana. Los estados de esta zona han impuesto la ley islámica de la sharia a la población. En principio, solo afecta a los musulmanes, pero han creado situaciones de desigualdad y falta de libertad: nuevas penas de flagelación, prohibición del alcohol y discriminación de la mujer en lugares públicos…

Boko Haram también busca extender la sharia al resto de Nigeria. La Iglesia ha desarrollado importantes lazos de diálogo con el mundo musulmán; de hecho, muchos líderes rechazan las proclamas radicales. Pero Boko Haram ataca incluso a aquellos moderados que les critican.

Actualmente, el presidente del país es el cristiano protestante Jonathan Goodluck. Su predecesor, Umaru Yar’Adua, era musulmán y falleció antes de acabar la legislatura, provocando un conflicto confesional en la sucesión presidencial. Desde las elecciones de 2011, se ha producido un crecimiento exponencial de la violencia radical islamista, con un balance de cerca de 800 asesinatos, más de 430 ataques a iglesias y 65.000 desplazados. Nigeria es, sin duda, uno de los países más letales para los cristianos.

seminaristas en Nigeria

Hay más de 50.000 seminaristas en todo el país

Ante el creciente número de ataques, muchas iglesias han comenzado a protegerse con muros de seguridad y vigilantes armados. Los cristianos viven la tensión cada vez que se acercan a los templos. Todos saben que se juegan la vida por asistir a misa.

Un claro ejemplo se dio en la iglesia de Santa Rita, en Kaduna, en octubre de 2012: “Estábamos arrodillados. El sacerdote estaba a punto de tomar la Sagrada Forma y de decir ‘este es el Cordero de Dios’, cuando oímos cómo un automóvil derribaba el muro, fuera de la iglesia. A continuación, se produjo una fuerte explosión y perdí el conocimiento”. Lo cuenta el joven John Abba, que resultó gravemente herido y acabó perdiendo la visión de un ojo. Como lamenta, el ataque afectó especialmente al coro de la iglesia, quedando muchos de sus integrantes gravemente heridos y mutilados de por vida. “Cuando oyen mi historia, las personas me miran y dicen: ‘Sí, Dios existe’”, asegura John.

“Nunca perderé la fe en Dios”

De igual forma, la tragedia sobrevino en la parroquia de Santa Teresa, en Madalla, donde murieron 45 personas y otras 81 resultaron heridas tras un ataque con bomba durante la misa de Navidad de 2011. Han pasado ya dos años, pero las heridas siguen siendo visibles. Chioma Dike perdió a su marido, Williams, y a sus tres hijos. “Tengo el corazón roto, solo Dios me puede ayudar. Nunca perderé la fe en Dios”, afirma emocionada.

La iglesia de Santa Teresa está ya reconstruida gracias al apoyo ofrecido por AIN. Algo que siempre recordará el obispo de Minna, Martin Igwe Uzoukwu, quien asegura: “AIN ha ayudado a aquellos que han tenido que sufrir tanto. Ruego a Dios que les recompense por toda su generosidad”.

Sorprende cómo, a pesar de las dificultades que vive la Iglesia en Nigeria, las vocaciones a la Vida Religiosa y al sacerdocio se cuentan por millares. Más de 5.000 seminaristas abarrotan los seminarios del que es el país de África con más vocaciones al sacerdocio. “En Nigeria, los extremistas siguen el camino de la violencia, pero nosotros queremos seguir el camino del Señor y queremos ser sacerdotes”, comenta el diácono Hezekiah Kovona, uno de los 327 jóvenes del seminario de San Agustín, en Jos. Ante las repetidas amenazas de los radicales, son los propios seminaristas los que hacen turnos de guardia contra asaltantes.niñas y niños alumnos estudiantes en una escuela en Nigeria

Otro seminarista, llamado Genesis, resume a la perfección el sentir de todos los cristianos: “Debemos la supervivencia a Dios. Nuestras propias familias nos preguntan por qué arriesgamos la vida como sacerdotes, pero nosotros no tenemos miedo”. Palabra de fe.

Perdón, oración y caridad

Pese a la dura realidad con que se encuentran muchos cristianos en Nigeria, su respuesta no es la venganza o, cuando menos, el odio o el rencor. Es cierto que ha habido respuestas violentas por parte de grupos cristianos minoritarios, pero la amplia mayoría han hecho suyos los sentimientos de Jesucristo y han entendido que el perdón, aun siendo una cruz mayor que la misma muerte, es un arma mucho más poderosa que ninguna bomba.

Kenneth Iloabuchi, aunque ejerce actualmente su ministerio en España, no olvida de dónde viene ni las experiencias que han forjado su vocación: “El testimonio más grande que he vivido de cerca es el de varias familias de Maiduguri, que perdieron a 12 de sus miembros a manos de los terroristas y, a pesar de todo, les perdonaron. Recuerdo cómo una mujer aseguró que, de la misma manera que Jesús perdonó a los que le mataron, ella perdonaba también a los que le habían quitado la vida de su marido”.

Kenneth asegura que la primera forma de ayudar a levantar la Iglesia en Nigeria es “a través de la oración, porque, si ellos se sienten acompañados por nuestra oración, estarán fortalecidos para seguir dando testimonio de amor en la dificultad. Por otro lado, podemos ayudar a través de nuestros donativos a obras de caridad de organizaciones como AIN, que apoya proyectos pastorales de reconstrucción y acompaña a las víctimas”.

En el nº 2.881 de Vida Nueva.

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