Javier Cortés Ochoa: “No se puede dialogar con el crimen organizado”

Javier Cortés Ochoa, vicario general de Apatzingán, Michoacán, México

Vicario general de Apatzingán (México)

Javier Cortés Ochoa, vicario general de Apatzingán, Michoacán, México

FELIPE MONROY (MÉXICO). Foto: IRMA CORTEZ | En el Estado mexicano de Michoacán, localidades como Tepalcatepec, Nueva Italia, Antúnez, Apatzingán o Parácuaro padecen a diario en carne viva la ocupación militar violenta, la resistencia del crimen organizado y la respuesta de grupos ciudadanos constituidos en autodefensas. En medio del caos que sacude a esta zona del país, las parroquias son centros donde la esperanza sobrevive bajo el asedio de las balas. Así lo atestigua Javier Cortés Ochoa, vicario general de Apatzingán.

PREGUNTA.- ¿Cómo están las comunidades parroquiales de la Diócesis de Apatzingán?

RESPUESTA.- Temerosas, pero activas. Estas situaciones de temor y de inseguridad llevan al ser humano a confiar un poco más en Dios, a poner su confianza en Aquel que está sobre toda fuerza. Hemos visto en casi todas las parroquias que las familias van con más fervor; aunque con más prisa, por el temor de que algo vaya a suceder, no dejan de ir a la iglesia. En la parroquia que asisto, por ejemplo, la afluencia ha crecido en un 30%. No hemos cerrado las iglesias en ningún lugar, están abiertas al culto y pendientes en todo momento, consolando.

P.- ¿Tienen confianza en las acciones emprendidas por el Gobierno?

R.- Creemos que no está teniendo, hasta este momento, una adecuada forma de enfrentar la situación. Durante el reciente acuerdo por el cual el Gobierno federal asumió la seguridad del Estado, la ciudad se llenó de funcionarios de una manera exagerada. Hay demasiada fuerza federal y está el ejército en las calles, y, sin embargo, incendiaron una farmacia. ¿Qué podríamos entender de esto? Pues que se está mandando un mensaje; el crimen nos indica que va a ser difícil que se le haga algo, todavía tienen poder y pueden hacer lo que quieran. No es fácil. Expresamos nuestro sentir en una carta pastoral. Estamos pidiendo que el Gobierno se tome en serio la seguridad de nuestras familias, de nuestros pueblos; que de verdad puedan enfrentar y realizar adecuadamente una táctica que pueda ayudar, no poner más temor e inseguridad en la gente.

También ha ocurrido lo contrario. Incluso un día, durante un choque con manifestantes, el Gobierno agredió a la población, matando a tres personas: un adulto, un adolescente y una niña, de la que no se sabe su paradero. ¿En qué podemos confiar? Al Gobierno le ha faltado una táctica más profunda y conocedora de quiénes son los que están provocando esta situación de violencia y terror. Falta descubrir a las personas que en realidad causan este tipo de problemas. El Gobierno debe profundizar, descubrir más las redes, las personas, los lugares donde se preparan y realizan este tipo de ataques. Creemos que hay mucha gente metida en esto: o son parte del crimen organizado o los obligan a hacerlo.

P.- ¿La Iglesia católica apoyaría una autogestión ciudadana para garantizar la seguridad?

R.- No. Creo que el Gobierno debe tener una presencia más real y no estar solamente parado. Falta que el Gobierno, sus fuerzas federales y el ejército vayan más al fondo, a descubrir la presencia de personas que son un riesgo y un temor. No creo que el camino sean otras defensas. No, sería lo mismo. El Gobierno, teniendo todos los medios para poderlo hacer, debe desarrollar una acción estratégica más profunda. Lo puede hacer, pero hay decisiones políticas de los que mandan… Lo que esperamos es que propongan otra estrategia.

P.- ¿Hace falta que la Iglesia sea partícipe de un diálogo mediador para que se realice este desarme de manera más pacífica?

R.- No se puede dialogar con el crimen organizado. Se puede dialogar con quienes piensan correctamente, con quienes tienen sentimientos y principio de fraternidad. Hemos visto que no se puede dialogar con el crimen. Sin embargo, sí ha habido una relación con los políticos. Con el gobernador y el ejército sí hay cercanía y diálogo.

P.- ¿Catalogaría a las autodefensas como criminales?

R.- Creo que no. Vemos que la gran mayoría de personas que han debido tomar esta decisión de echar mano de las armas no son delincuentes ni asesinos. Con ellos sí se podría acercar un diálogo, siempre han sido cercanos a las parroquias.

P.- ¿Hay algún diálogo para evitar esas acciones bélicas?

R.- En este momento, estas defensas están en diálogo, en apertura. Pero hay que esperar. Tenemos que escuchar la propuesta del Gobierno. Pero, sin duda, hay un acercamiento con ellos.

En el nº 2.880 de Vida Nueva.

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