La misión como salvación para Líbano

Nada Hajjar y Paul Karam, responsables de OMP Líbano

OMP e Infancia Misionera tratan de dar respuestas en un país donde ya casi la mitad son refugiados

familia de refugiados sirios en Líbano

Refugiados sirios en Líbano

La misión como salvación para Líbano [extracto]

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | A mediados de los 60, Líbano era conocido como “la Suiza de Oriente Próximo”. Y es que este pequeño país (apenas tiene 10.000 kilómetros cuadrados), en su siempre convulsa región, contaba con un Gobierno estable y una economía que funcionaba bien. Además, era modelo de relativa convivencia social y religiosa (la población estaba dividida casi al 50% entre cristianos y musulmanes, con hasta 18 confesiones).

Sin embargo, las guerras entre sus vecinos palestinos e israelíes les afectaron sobremanera cuando acogieron a decenas de miles de refugiados árabes (incluidas las milicias de la OLP de Arafat, que atacaban a Israel desde territorio libanés). Entonces, la división religiosa, étnica y política anidó en su seno. En 1975 estalló una guerra civil entre cristianos maronitas y musulmanes que duró hasta 1990. Nada volvió a ser lo mismo.

Lo demuestra el que, siendo un país con solo cuatro millones de habitantes, haya una impresionante diáspora de ciudadanos de origen libanés en muchísimas otras naciones, especialmente de América. Valga un ejemplo: en Brasil y en Canadá, respectivamente, hay siete millones de personas provenientes de Líbano. Casi el doble de quienes viven en su propia tierra…

Nada Hajjar y Paul Karam, responsables de OMP Líbano

Nada Hajjar y Paul Karam, responsables de OMP Líbano

Sin embargo, el fenómeno es aún más impactante si se tiene en cuenta este otro dato: entre quienes pueblan hoy Líbano, casi la mitad son refugiados de guerra llegados del exterior. Así, a los 600.000 palestinos que arribaron en estas décadas, se han sumado, en apenas tres años, un millón y medio de sirios que han abandonado su país a causa de la brutal guerra entre los partidarios y detractores de Bashar al-Assad.

A tanto horror tratan de responder entidades como las Obras Misionales Pontificias (OMP). Presente en 140 países en sus 170 años de historia, esta institución eclesial se fundó en Líbano en 1974, poco antes del inicio de su guerra fraticida. Aunque apenas eran un puñado de religiosos que hacían lo que podían en medio del caos y tratando de conciliar su impulso con sus respectivas tareas comunitarias.

Hasta que en 2006 fue designado como director nacional de las OMP el sacerdote Paul Karam. Él pudo implantar una sede propia en Beirut, dentro del Patriarcado Maronita, así como tres oficinas más repartidas por otros territorios, contando con tres voluntarios fijos. Además de su gran colaboradora, Nada Hajjar, a quien nombró, ese mismo 2006, secretaria nacional de Infancia Misionera, un departamento que hasta entonces ni existía en Líbano.

Nada y Paul, que han estado estos días en Madrid para participar en la presentación de la campaña de las OMP de cara a la Jornada de la Infancia Misionera, este domingo 26, explican orgullosos cómo en Líbano se abre paso, poco a poco, su labor de concienciación sobre la importancia de la misión.

Así, apunta Paul, una de sus principales funciones es la de ofrecer una palabra de denuncia clara y concreta sobre lo que está pasando en su país: “Antes de la guerra civil, había equilibrio entre musulmanes y cristianos y había paz. Hoy seguimos siendo una democracia, pero está acechada por la confrontación. Los cristianos ya somos una minoría, apenas un 26%. Y no dejamos de recibir a refugiados que, casi siempre, son musulmanes. La mayoría son respetuosos, pero también hay fundamentalistas. En poco tiempo, ya ha habido varios atentados en el país… Siria y Líbano son dos países muy diferentes entre sí, pero cada vez queda menos de Líbano”.

Para documentar su reivindicación, este sacerdote ofrece una clave política: “Somos una democracia multirreligiosa. Nuestra Constitución establece por ley que el presidente de la República ha de ser un cristiano maronita, que el primer ministro debe ser un musulmán suní y que el Senado ha de estar presidido por un chiita. Gustará o no, pero hay un equilibrio y esto es peculiar en la región. La diversidad es nuestra gran fuerza, pero, mal entendida, también puede ser nuestra gran debilidad. Es básico mantener el equilibrio. Algo que hoy corre un grave peligro”.

campo de refugiados sirios en la frontera con Líbano

Campo de refugiados sirios en la frontera con Líbano

“Estamos desbordados”

En este sentido, el responsable de las OMP se pregunta: “¿Por qué Turquía ha acogido a 600.000 refugiados sirios y los tiene a todos en un gran campamento, sin aceptar uno más? ¿Y por qué nosotros tenemos las fronteras abiertas, sin ningún control, cuando no podemos asumir tanta gente? No podemos obviar la responsabilidad que cada cual tiene. Y es claro que la comunidad internacional no ha ejercido su responsabilidad en el conflicto sirio; especialmente los Estados Unidos, que solo han mirado por Israel. Al final, todo son intereses políticos… Pero somos nosotros los que pagamos las consecuencias. Ya estamos desbordados, no podemos más”.

Pero Paul no pierde la esperanza. Destaca que muchas instituciones, como Cáritas, están haciendo mucho por las víctimas. Y también ellos, con lo que pueden: “Antes nadie nos conocía aquí, pero ya tenemos prestigio entre la gente. La solidaridad crece, y eso que hablamos de personas que tienen graves problemas. Lo esencial es que cambia la mentalidad, cada vez más misionera. Eso requiere rezar mucho”. Esto último lo dice sonriendo, sabedor de que vive su vocación sacerdotal “como nos lo pidió Jesús”.

Aun dentro de sus humildes posibilidades, es muy significativo lo que han hecho en muy poco tiempo en las OMP y en Infancia Misionera. Así lo rememora Nada: “En estos años, hemos podido hablar con obispos, párrocos y directores de escuelas católicas. Con gran alegría, hoy podemos decir que ya hay 16 grupos implicados en la dinámica misionera en todo el país. Puede parecer poco, pero es maravilloso teniendo en cuenta con lo que empezamos. Organizamos colectas, oraciones, ejercicios… Lo mejor es el día a día con los niños, a los que tratamos de inculcar lo valioso de la dimensión misionera. Es fantástico ver cómo se involucran en querer ayudar a niños de otros países que también lo están pasando mal. Por la colecta de la Epifanía, en 2007, recaudamos 50 dólares, que enviamos a los niños de Madagascar. El año siguiente enviamos ya 1.000 a Irak, Sudán del Sur y Chad. También contribuimos al Fondo Internacional de Solidaridad de la Infancia Misionera, en Roma. Si en 2008 recaudamos 8.000 dólares, ahora han sido casi 18.000. Y eso pese a la crisis gravísima que vivimos. Esto sí que refleja el lema de la campaña de este año: Los niños ayudan a los niños”.

bombardeo contra la mezquita de Trípoli en Líbano

Bombardeo contra la mezquita de Trípoli

Paul ahonda en este fenómeno de solidaridad: “En las OMP y en Infancia Misionera tratamos de inseminar un espíritu de misión y fraternidad, más que en esta tierra, en el corazón de las personas y entre las otras Iglesias. Queremos que el niño libanés se vea llamado a sentir en su corazón a otros niños que portan sufrientes la imagen de Jesús. Pero somos conscientes de que cambiar la mentalidad es muy difícil, por lo que hay que ir poco a poco. En Líbano estamos acostumbrados a recibir ayuda de fuera, a que la misión provenga de otras regiones y llegue hasta nosotros. Por eso hemos de tener claro que somos una tierra de misión y de santidad, que la espiritualidad oriental es una riqueza y que este tesoro hemos de comunicárselo a los demás”.

La “falsa” primavera árabe

Paul Karam es contundente cuando se le pregunta por la evolución, tres años después, de la que en su día se bautizó como primavera árabe: “El mismo concepto es falso. ¿Es una primavera fomentar guerras e introducir grupos étnicos y religiosos en otros países? Se está viendo en Egipto, Túnez, Siria, Irak… Y en Líbano. ¿Cuáles son los frutos de esta primavera? La convulsión, la radicalización, la persecución de los cristianos, la quema de iglesias, la diáspora… Esto es un pecado. La democracia lo es si crece en el corazón de las personas, pero no se impone por la fuerza. Esto está desestabilizando el país y la región entera. Pero, ¿por qué no se pide una primavera similar en Arabia Saudí, donde hasta las mujeres tienen prohibido conducir? ¿No será, acaso, porque son aliados de los Estados Unidos? Volvemos a lo mismo: al final, todo son intereses políticos”.

En el nº 2.879 de Vida Nueva.

 

LEA TAMBIÉN:

Compartir