Libros

Cinco razones para creer


Un libro de J. Serafín Béjar (Sal Terrae, 2013). La recensión es de Junkal Guevara

Cinco razones para creer, José Serafín Béjar, Sal Terrae

Título: Cinco razones para creer. Experiencias de la desproporción

Autor: J. Serafín Béjar

Editorial: Sal Terrae, 2013

Ciudad: Santander

Páginas: 120

JUNKAL GUEVARA | Este pequeño ensayo de José Serafín Béjar, profesor de Cristología y Antropología Teológica en la Facultad de Teología de Granada, quiere ser la aportación de este “teólogo de oficio” (p. 11), que no se considera “teórico de la fe, sino observador de la vida” (p. 21), al deseo de Benedicto XVI: “Intensificar la reflexión sobre la fe para ayudar a todos los creyentes en Cristo a que su adhesión al Evangelio sea más consciente y vigorosa, sobre todo en un momento de profundo cambio como el que la humanidad está viviendo” (Porta fidei, 8).

Esa reflexión sobre la fe se plantea aquí desde una doble consideración. Primero, que la fe es una experiencia profundamente humana y, por ello, no extraña a la razón, “que puede convertirse en la respuesta última a interrogantes ya intuidos” (p. 13). Además, el autor nos ofrece un punto de partida: una reflexión sobre el significado de la experiencia de desproporción en nuestra vida: “El descubrimiento maravilloso, y a veces desconcertante, de que el hombre está en el mundo, siendo más que el mundo” (p. 19).

Para ello, Béjar, tomando como arranque los guiones de ese “espejo pintado” (E. Scola) que es el cine, bucea en cinco películas y nos descubre cómo retratan distintas experiencias de desproporción. Así, cinco experiencias cotidianas (el deseo, la historia, el sentido, el rostro y el exceso) son retratadas en pinceladas gruesas pero profundas, y contempladas en el espejo pintado de cada película.

El deseo, la herida que apunta hacia un horizonte que no puede ser manipulado, que nos excede, se revela como posible pórtico de entrada a la fe, porque nos catapulta hacia fuera, también hacia un Alguien a quien buscamos porque, en cierta manera, ya hemos sido encontrados por Él (pp. 30-31). Los protagonistas de Pretty Woman se encuentran en medio de un viaje en el que cada uno se ha embarcado buscando salir de la pobreza de una vida herida y rota.

El anhelo de una justicia plena que resarza el dolor de las víctimas es la dinámica que sale a buscar una reparación que para serlo tiene que trascender las coordenadas de la historia. La película Match Point, de Woody Allen, de un nihilismo militante, obliga a considerar si se agazapa en nosotros un claro desengaño que nos lleva a afirmar que, al final, “vivir es algo bastante arbitrario porque todo es cuestión de suerte” (p. 50).

El sentido, la convicción profunda de que la realidad es buena a pesar de todo, está sugerentemente tratado en La vida es bella, ese título que en sí mismo grita que “existe una fuerza previa, un impulso pre-viviente en la vida de los hombres que continuamente nos persuade de la bondad de todo cuanto existe” (p. 66).

El rostro, esa parte de mí que me hace inconfundible y a la que yo, curiosamente, no tengo acceso; o mejor, el rostro de los otros, es el que consigue redimir al agente de la Stasi protagonista de La vida de los otros. “El absoluto acontece en la infinita dignidad que posee cada rostro concreto” (p. 85), el rostro de los intelectuales de la Alemania Oriental a los que se le encomienda espiar.

Por último, el exceso, la capacidad de “reventar la prisión de la deuda” (p. 88), en un tiempo en que las nuevas espiritualidades renuncian a la idea de Dios, de lo personal, está maravillosamente pintado en el espejo de la película-musical Los miserables, que sobre un texto de V. Hugo levanta a sus dos personajes principales como ejemplos de deuda y regalo.

Una propuesta sugerente que obliga a pensar, no solo en lo que propone, sino en tantas palabras, imágenes e iconos con los que nos topamos a diario y que, por su entrañable humanidad, son acceso a Aquel que dice “Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará; entrará y saldrá, y hallará pastos” (Jn 10, 9).

En el nº 2.878 de Vida Nueva

Actualizado
17/01/2014 | 06:13
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