“Auténticos cristianos y excelentes periodistas”

Alumnos del Máster en Periodismo Social de la Fundación Crónica Blanca

El periodismo como una vocación

Alumnos del Máster en Periodismo Social de la Fundación Crónica Blanca

MANUEL MARÍA BRU ALONSO, presidente de la Fundación Crónica Blanca | No está la Iglesia llamada a acompañar pastoral y espiritualmente medios, funciones, tareas y profesiones, sino a personas. Personas, eso sí, con una vocación determinada, en la que la profesión –en este caso, la del comunicador social– constituye un elemento importante de su vida, y requiere de la mirada pastoral de la Iglesia un “hacerse uno” en esta realidad concreta de sus vidas, principal tarea en el diálogo entre Iglesia y comunicación social.

Sírvanos de ejemplo y de guía cada uno de los papas contemporáneos, desde el beato Juan XXIII hasta el papa Francisco, pero, sobre todo, el beato Juan Pablo II, que mostró en los años de su largo pontificado, en relación continua con los comunicadores sociales, un diálogo con ellos “de tú a tú”.

Así se dirigía, recién estrenado su pontificado, a los periodistas en la Ciudad de México, en su primer viaje pastoral continental: “Vale la pena arrancar unos minutos a nuestro apretado horario para poder estar juntos, reflexionar y charlar un poco, esta vez de persona a persona. Por una vez, sin tener como intermediario ningún medio de transmisión o estar en función de hacer presentes espiritualmente auditorios lejanos. Disfrutemos sin más de la alegría de estar juntos. Desde luego no se me olvida que detrás de las cámaras se encuentra una persona, que una persona es la que habla a través del micrófono, que es una persona la que perfila y corrige cada línea del artículo que publicará el periódico de mañana. Quisiera, en este breve encuentro, ofrecer a todos mi gratitud y respeto, y dirigirme a cada uno con su nombre”.

Una valiosa misión social

Ya Pablo VI, en 1963, se había preguntado: “¿No es el diálogo con los periodistas el más interesante, el más provechoso, el más digno de ser acogido y servido?”.

Este “modelo” del diálogo pastoral de la Iglesia con los comunicadores parte de una mirada al comunicador social como persona llamada y convocada a una valiosísima misión social, antes que a una responsabilidad moral ante esa misión.

En su primer encuentro con los periodistas, Juan Pablo II se atrevió, como él mismo dijo, a utilizar el término vocación: “Vuestra profesión, tan exigente y a veces tan agotadora, me atrevería a decir vuestra vocación, tan actual y tan hermosa”.

Para el beato Juan XXIII, la respuesta a esta vocación requiere una profunda preparación, porque “un periodista no se improvisa”. Dirigiéndose en 1960 a los periodistas católicos italianos, les decía: “Reflexionad. El periodista necesita la delicadeza del médico, la facilidad del literato, la perspicacia del jurista, el sentido de responsabilidad del educador (…). Es necesario conocer el modo y las técnicas de la información y, al mismo tiempo, no perder el tiempo en inútiles audiciones y lecturas, para que se afine la sensibilidad y se posea el arte de saber escoger, entresacar y revestir las noticias”.

Pablo VI, hijo de periodista, fue el primero en hablar del periodismo como vocación. Dirigiéndose a los periodistas católicos de todo el mundo, en 1963, les decía: “Lo mismo que el sacerdote, vosotros estáis al servicio de la verdad; como él, sois para los demás, no para vosotros mismos. Vocación de servicio, con todo lo que lleva consigo de sacrificio, de fecundidad también, de grandeza y de belleza”.

Y en el mencionado discurso a los periodistas en México, el beato Juan Pablo II explicó cuál es la específica misión que justifica y dignifica esta vocación: “No es una vida fácil, pero, en compensación, como toda actividad creativa, en especial la que significa un servicio a los demás, os ofrece un especial enriquecimiento. Seguro que todos tenéis experiencia de ello (…). Con vuestro talento y experiencia, vuestra competencia profesional, la necesaria inclinación y los medios que están a vuestra disposición, podéis facilitar este gran servicio a la humanidad”.

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Pliego íntegro, publicado en el nº 2.878 de Vida Nueva. Del 18 al 24 de enero de 2014

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