Defensores del páramo, el agua y la vida

1er encuentro nacional de defensores de los páramos y del agua

 

Evento-1

Con un rito de agradecimiento por el agua, celebrado durante la lluviosa noche del 27 de noviembre, en la maloca del Jardín Botánico de Bogotá, se dio inicio al primer Encuentro Nacional de Defensores y Defensoras de los Páramos y del Agua de Colombia. Al evento, que finalizó el viernes 29, asistieron autoridades religiosas tradicionales y líderes de 13 de los 20 páramos más amenazados del país, entre ellos: Sumapaz, Pisba, Santurbán, Guerrero, La Colosa, Tasco, Almorzadero y Miraflores. El Encuentro fue convocado por la ONG Defensores y Defensoras del Páramo de Santurbán, la Secretaría Distrital de Ambiente y el Jardín Botánico, con el apoyo de ForumSyd y la Unión Europea. La reunión fue un espacio para la puesta en común de experiencias de vida en estos ecosistemas y para la reflexión, discusión y generación de acuerdos en defensa de estos frágiles ambientes, fundamentales para la vida. La red civil de defensores de los páramos y el agua de Colombia es hoy, como resultado, un hecho. Su existencia pone de manifiesto un tema de trascendental e inaplazable importancia: la necesidad de comprometernos como país con la protección de los páramos.

Fábricas de vida

Los páramos son únicos. En América, existen en Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú y Costa Rica y se sabe que nuestro país tiene al menos la mitad de estos ecosistemas a nivel mundial, con un tamaño aproximado del 2,5% del territorio patrio. Nuestros páramos se hallan, por lo general, arriba de los 3.000 metros de altitud y por sus condiciones físicas y biológicas, son fuente pródiga y permanente de un elemento constituyente de los organismos vivos: el agua. Los principales ríos de Colombia se originan en zonas de páramo y cerca del 70% de la población nacional depende del agua surtida desde alguno de estos hábitats. Además de su gran valor acuífero, la inmensa capacidad de estos ecosistemas para almacenar y captar el carbono atmosférico –gracias a la retención de materia orgánica en sus suelos y a la absorción del mismo por sus bosques en crecimiento– hacen de ellos territorios fundamentales para la vida nacional y mundial. Preocupa por esto mismo leer en el Atlas de Páramos de Colombia que: “Uno de los ecosistemas que más se ha visto afectado por la insostenibilidad, pese al gran impacto que tiene en la vida de los seres humanos, es el páramo” (Instituto Alexander Von Humboldt, 2007).

La normativa colombiana reconoce la importancia de los páramos. El Estado, mediante las leyes 79 de 1986, 99 de 1993, 812 de 2003 y 1450 de 2011, entre otras, propende por la protección de estos ecosistemas. Durante el encuentro, sin embargo, se oyeron voces inconformes y escépticas con respecto al cumplimiento de este propósito gubernamental: “Nuestra mayor riqueza está en los ecosistemas que la maquinaria de la gran minería quiere acabar”, afirmó uno de los asistentes. La declaración del encuentro, por otro lado, dice: “Reafirmamos que el Estado tiene la obligación de proteger los páramos, conforme a las normas colombianas e internacionales del ambiente y de garantizar los derechos fundamentales al ambiente sano, a la consulta previa y al agua. Sin embargo, la actual política minero energética viola esas obligaciones, al permitir proyectos en ecosistemas esenciales para la vida”. Más adelante cita el documento la necesidad de implantar “… políticas que reconozcan la complejidad de estos ecosistemas de alta montaña, excluyendo actividades de gran impacto en territorios de páramo, subpáramo y bosque altoandino”.

El páramo, lugar sagrado

Los relatos de los indígenas que asistieron al encuentro, narran –invariablemente– que los orígenes y la fuente de la vida y los pueblos se remontan al agua, y por extensión, al páramo. Para estas comunidades es claro: el páramo es lugar sagrado y como tal se respeta, quiere y cuida. Desde nuestra perspectiva “moderna”, ¿qué estamos haciendo y qué debemos hacer? Las serias amenazas que se ciernen sobre estos hábitats: minería extensiva, calentamiento global, deforestación, labores agropecuarias inadecuadas, etc., atentan contra la estabilidad y sostenibilidad de esta invaluable riqueza biótica. Se trata pues, en gran medida, de un tema de uso, manejo y conservación del ecosistema y sobre ello podemos actuar, convirtiéndonos, por ejemplo, en decididos defensores de los páramos y del agua. Por eso, la declaración del encuentro invita a “todos los sectores políticos, sociales y culturales de la sociedad colombiana a defender activamente los páramos y el derecho al agua y al ambiente sano”; y tal como están las cosas, tendremos que hacer la tarea pronto si no queremos morirnos de sed.

Texto y foto: MAURICIO A. SALAS

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