Brito: el insistente deseo de ver

“Mi fotografía es un compromiso conmigo mismo, con mi época, con mi tiempo y fundamentalmente con el ser humano”

 

Eleonor

 

Una vez más el Museo de Arte Moderno de Bogotá (MAMBO) sorprende al público de la capital con la muestra fotográfica del artista venezolano Luis Brito, Premio Nacional de Fotografía (Venezuela, 1996). La exposición de las 81 imágenes, donadas por el autor al MAMBO, estarán dispuestas en la sala Carlos Rojas hasta el 31 de enero del año próximo.

1395847_653928857962413_698095694_nLuis Brito, inicia su búsqueda artística en el cine, no obstante, “cautivado  por la inmediatez de la fotografía como lenguaje”, en el año 75 toma la decisión de consagrarse a esta profesión asumiéndola, como él mismo afirma, “no solamente como trabajo, sino como cosa de vida, como aquello que me alimenta”. En esta misma época, el artista se integra al colectivo El Grupo, asociación de fotógrafos independientes que documentan con imágenes la situación de Venezuela. Así pues, Brito hace evidente, desde el comienzo de su carrera, el interés por la reflexión sobre la realidad de su país y por la crítica, que desde su profesión, puede ejercer libremente: “sigo haciendo fotos por mi libertad, ya que ella está por encima de todo”. Las colecciones del artista venezolano han sido protagonistas de eventos destacados en el mundo de la fotografía como: Fotografía venezolana actual (São Paulo, 1985); Fotógrafos latinoamericanos en Europa; Encuentro Internacional (Bruselas, 1986); Bienal de Arte de La Habana (1987); Imágenes del silencio: fotografía de Latinoamérica y el Caribe en los ochenta (Museo de Arte Moderno de América Latina, OEA, Washington, Nueva York y Puerto Rico, 1989); Foto Fest (Houston, Estados Unidos, 1992) y la III Bienal Christian Dior (Centro Cultural Consolidado, Caracas, 1993), entre otros.

Las tres series que actualmente exhibe el Mambo: Desasosiego, Noche en el camerino y ¿Recuerdas a Eleonor Rigby? hacen parte de un prolífico recorrido en el desarrollo de tres conceptos: vida, muerte y religión, que son, en palabras del fotógrafo, “lo que asumen los pueblos” y aquello que le ha permitido “botar fantasmas que tenía con la religión”. Muchos críticos de arte y artistas coinciden en catalogar la obra de Brito como “esencialmente religiosa”, como “una visión mística y espiritual de la vida”, como “un acto de fe”. Según Enrique Hernández-D’Jesús, este fotógrafo se identifica con la “poética de la vida” a partir de “su insistente deseo de ver” y más allá de ello, considera que “el ojo de Brito es la visión sagrada”. Quizás tal apreciación del poeta dialogue armónicamente con lo que para el venezolano es su obra: “la búsqueda de esa relación hombre-naturaleza ya perdida”.

Paradoja

IMG_6276Flotando en ausencia de luz, las Muñecas de Reverón “están allí”. Observan a quien las mira mirar. Objetos de fetiche que hablan de la soledad, la tristeza y la oscuridad y que nos recuerdan el quebradizo límite entre el arte y la locura. Los planos a los que acude el artista nos permiten ver en detalle la paradoja del gesto humano fragmentado en el cuerpo del fetiche que asoma en la penumbra. “La profundidad de los negros forma parte de toda esa serie de cosas internas que me inclinan hacia las cosas religiosas”, declara Brito sobre su obra. Esta serie fue el resultado de las fotografías que el venezolano hizo en el año 2007 para la retrospectiva del prestigioso artista plástico Armando Reverón y que se tituló Están allí. El registro fue hecho inicialmente a color, en consonancia con la tendencia expresionista y simbolista de la obra de Reverón; sin embargo, la  serie que el Museo presenta, en esta ocasión, es una versión inédita en blanco y negro, nominada Desasosiego.

Metamorfosis en la luz

En 1980, antes de una presentación en Italia, Brito retrata al reconocido actor y coreógrafo británico Lindsay Kemp. Las imágenes captadas doblemente, en los espejos del camerino y en las fotos, nos manifiestan la exploración lúdica e íntima que tanto el actor como el fotógrafo hacen de la duplicidad. Por una parte, el histrión revela dramáticamente la ambigüedad de la identidad femenina detrás del maquillaje y la del actor tras bastidores y; por otra parte, el fotógrafo insiste en la transición del claroscuro y en el juego óptico que permiten las superficies reflectantes, para desvanecer lo que pudiera ser llamado luz o sombra, real o irreal. Tomás Rodríguez, crítico y curador de fotografía afirmó sobre el trabajo del artista: “es expresionista, utiliza la composición fotográfica de una manera dramática”. De suerte que, es probable, que el mayor logro de la serie Una noche en el camerino sea la metamorfosis, del drama a la comedia, en medio del ritual artístico.

“¿De dónde viene toda aquella gente solitaria?”

Tarjeta-Luis-Brito-2013Sumergidos en azules, los ángeles de Brito apuntan al cielo. La colección ¿Recuerdas a Eleonor Rigby? (1989), inspirada en la canción Eleonor Rigby de The Beatles, surge del primer duelo que vive el fotógrafo: “andaba por El Cairo y estaba exponiendo. Durante todo ese tiempo, andaba con un walkman pegado (…) en cualquier lugar del mundo se escuchaba Los Beatles. Estando por el Cairo escucho de la muerte de John Lennon. Él es el primer familiar que se me muere (…)”. El camino que el artista elige para comprender la muerte es la apertura de su mirada al cielo, al azul obstinado atravesado por efigies angélicas, que al igual que la gente solitaria de la canción de The Beatles, parecieran no saber “De dónde vienen/ (…) a dónde pertenecen”. Para completar su serie de ángeles lapidarios, el fotógrafo recorre cementerios del Cairo, Nápoles, Barcelona y Argentina. Así, empleando la técnica de cibachrome, en medio de la reiteración de las imágenes en bitonos (azul-ocre) y de texturas (etéreas-concretas), prefiriendo los ángulos contrapicados y una composición poco clásica, Brito concreta lo que Palenzuela ha llamado “la estética del desgarramiento” pues una vez más integra profundos contrastes y choques visuales que expresan, en palabras del poeta Hernández-D’Jesús, “el desgarramiento humano (…) la única manera de alcanzar o aproximarnos al cielo, es decir, la eternidad”.

La exposición fotográfica del MAMBO es una interesante ocasión, para ver cómo, al recoger “los trozos de la imagen”, Luis Brito reconcilia en su mirada la experiencia humana que puede habitar en la quietud angelical de la muerte, en el gesto histriónico del artista o en la vitalidad insólita del fetiche encarnado.

BIVIANA GARCÍA

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