Frente a las vallas, acogida y fraternidad

policía con inmigrantes en la calle

Los obispos españoles se unen al Papa en la Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado

inmigrantes recién llegados en patera

Frente a las vallas, acogida y fraternidad [extracto]

FRAN OTERO | Son varios años ya, sobre todo durante la crisis económica, los que la Iglesia católica en España viene denunciando la situación de los migrantes que llegan a nuestro país, con importantes pérdidas de derechos. Parte de la sociedad española y los dirigentes políticos han decidido dar la espalda a tantos que contribuyeron tanto al crecimiento del país, siguiendo la lógica del interés y el egoísmo, una lógica que deja atrás la dignidad de cada ser humano.

Según afirman los obispos de la Comisión Episcopal de Migraciones en su mensaje para la Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado, que se celebra el 19 de enero y alcanza este año su centenario, nuestro mundo debería regirse por la solidaridad y el bien común, cambiando el egoísmo por la comunión y el don: “Sin embargo, las cosas no discurren así. A los inmigrantes les abrimos las puertas cuando los necesitamos y se las cerramos cuando su presencia choca con nuestros intereses. Da la impresión de que incluso en la Unión Europea, la adelantada de los derechos humanos, las políticas migratorias ponen el acento en el control de fronteras con medidas de protección y seguridad cada vez más duras y costosas”.

Las contundentes palabras de los prelados bajan también a la realidad nacional y recuerdan las vallas cortantes de Ceuta y Melilla. “¿Caeremos en la globalización de la indiferencia, como dijo el papa en Lampedusa?”, añaden.

Si bien dejan claro que no están a favor de una inmigración incontrolada, también señalan que las medidas de control planteadas no están dando resultados. “Sabemos que la solución al fenómeno migratorio es muy compleja. Permítasenos abogar por las medidas más generosas posibles y, sobre todo, por un compromiso de los países desarrollados en favor de los países pobres, con los que, en no pocos casos, ha habido vínculos históricos fuertes”, apuntan.

El mensaje, titulado Emigrantes y Refugiados: Hacia un mundo mejor, también expone la delgada línea que existe entre emigración y las nuevas formas de esclavitud humana: “La emigración no tendría que discurrir en ningún caso por estos derroteros, pero la pobreza y los engaños de quienes aprovechan la pobreza para traficar con las personas son hoy, como dice el Papa, moneda corriente”. Del mismo modo, alerta ante posibles actitudes racistas o xenófobas y recuerda, tal y como señala la Doctrina Social de la Iglesia, que hay que ir más allá de una visión puramente economicista de la persona humana y ver los múltiples rostros de la emigración.policía con inmigrantes en la calle

Antes de ofrecer una serie de recomendaciones, los obispos de la Comisión de Migraciones insisten en que este campo supone una oportunidad para la evangelización: “Lo mejor que puede ofrecer nuestra Iglesia a los hombres es Jesucristo y su Evangelio. En unas ocasiones, lo hará con un lenguaje explícito. En otras, tendrá que dejar que hable el amor, que, cuando es verdadero, habla siempre de Dios, y, por eso, es evangelizador”.

Pautas para la integración

Finalmente, los obispos ofrecen unas pautas para alcanzar la comunión con los migrantes. Reclaman que las parroquias cuenten con grupos interculturales para que el que viene de fuera pueda ser acompañado en su proceso de adaptación e integración, pues “una comunidad identificada con Cristo no excluye a nadie”; también que las parroquias, los movimientos, congregaciones… sean ámbitos de acogida; que la sociedad española contribuya con el Gobierno a la promoción de acciones de cooperación y desarrollo, de paz y democracia, en los países de donde provienen muchos de nuestros inmigrantes, pues “la solidaridad de Europa puede ser decisiva para la mejora social y política en los países de origen”; que se trabaje por un orden económico internacional que no genere pobreza; y seguir trabajando para que no se niegue el auxilio y la asistencia a los inmigrantes en situaciones de peligro para la vida, y que no se penalice la asistencia sanitaria a los mismos.

Son todas acciones que recuerdan los obispos y sobre las que hay que insistir y promover, tal y como lo han hecho muchas instituciones a lo largo de los últimos años. Así lo ha entendido Cáritas Española que en una nota publicada a finales del mes pasado, criticó la política migratoria de Europa, centrada en el control del flujo migratorio y en la protección de las fronteras, en la que apunta: “Se nos está olvidando integrar y no discriminar. Por eso, como sociedad y como Iglesia no podemos dejar de señalar que las razones para migrar son las mismas que buscan hoy muchos de nuestros jóvenes que emigran en busca de nuevas oportunidades”.

Del mismo modo, el Centro Pueblos Unidos –dependiente de la jesuita Fundación San Juan del Castillo–, también a final de año (coincidiendo con el Día Internacional de las Personas Migrantes) levantó la voz ante a la exclusión sanitaria que padecen las personas migrantes en situación administrativa irregular, contra la falta de garantías de los CIE, frente a las cuchillas de la valla de Melilla, frente a la respuesta a tragedias como la de Lampedusa y frente al crecimiento del discurso populista xenófobo.

En el nº 2.877 de Vida Nueva.

 

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