Los cristianos chilenos reclaman al Estado que dialogue con los mapuches

M. Á. MALAVIA | Una vez más, y como ya es habitual desde que el conflicto rebrotara en los años 90 (su origen se remonta a hace cinco siglos, con su colonización), la región chilena de La Auracanía ha vuelto a ser estos días foco de incendios protagonizados supuestamente por los mapuches (la policía no descarta que se trate de otros grupos de carácter anarquista), quienes reivindican que la tierra les pertenece desde sus ancestros.

Con el fin de testimoniar su apuesta por la reconciliación y la convivencia, las comunidades locales cristianas organizaron el pasado 6 de enero, en la catedral de Temuco, una oración ecuménica que se desarrolló bajo el lema Procurando y rogando por la paz. En ella, el obispo de Temuco, Héctor Eduardo Vargas Bastidas, destacó que este compromiso común había propiciado por primera vez un encuentro de este tipo con las Iglesias evangélicas.

Y es que, explicó, a todos “nos preocupa enormemente ser testigos de actos de violencia en nuestra región. (…) Se dice que los autores buscan apoyar así a lo que denominan ‘la causa mapuche’. (…) De ser así, debemos afirmar que no creemos que esta metodología colabore positiva y decididamente a dar respuestas a las legítimas demandas de este pueblo, y mucho menos a reparar, con este modo de lucha, las graves injusticias que a lo largo de la historia se han cometido con él”.

En un comunicado, Vargas pidió al Estado que dé una respuesta a la “deuda histórica” que tiene con los indígenas. Para ello, “en primer lugar, se debe escuchar al pueblo mapuche”. Justo lo contrario de lo que percibe que ocurre: “Quienes vivimos aquí, más nosotros, como Iglesia que servimos a más de 1.300 comunidades mapuche, nos damos cuenta de que hay un tema instalado que es muy grueso, que es serio. Tenemos a un pueblo que está a la espera y no vemos que las soluciones lleguen”.

En el nº 2.877 de Vida Nueva

Compartir