Fran Otero, voz de los sin voz y palabra verdadera

Fran Otero recibe el Premio Juan Pablo II de Comunicación de la Fundación Crónica Blanca, de manos de José María Gil Tamayo, secretario general de la CEE

Recibe el Premio Juan Pablo II de Comunicación de la Fundación Crónica Blanca

Fran Otero recibe el Premio Juan Pablo II de Comunicación de la Fundación Crónica Blanca, de manos de José María Gil Tamayo, secretario general de la CEE

José María Gil Tamayo fue el encargado de entregar el galardón a Fran Otero

ÁLVARO REAL. Foto: ENRIQUE LAPIDO | “Es también un premio de tanta gente a la que he conocido a través de los reportajes y entrevistas que he realizado. Personas con nombre y apellido, como Roxana y Julio, un matrimonio ecuatoriano que, con su hija, intenta salir adelante con la ayuda de instituciones de la Iglesia, en una sociedad que está excluyendo a los más débiles”. Esta era la dedicatoria principal –tras el agradecimento a su familia y compañeros–, de Fran Otero, redactor de Vida Nueva al recibir el Premio Juan Pablo II de Comunicación, que otorga la Fundación Crónica Blanca.

No podía ser de otra manera, porque este año, este galardón, que alcanza su sexta edición, no solo ha recaído en Fran Otero, sino también en los protagonistas de la historias de sus reportajes. Todas esas personas con nombres y apellidos a las que Fran quiere dar voz y de las que hablaba en la entrega del Premio: “Mi deseo es hoy como periodista ser la voz de los sin voz, letra que defienda la dignidad de la persona en todas sus dimensiones, palabra que sea verdadera”.

La sede de la Fundación Crónica Blanca se quedó pequeña, con la presencia de muchísimos profesionales dedicados a la información social y religiosa. Un acto familiar, íntimo, en el que se unieron diversas sensibilidades periodísticas hacia lo religioso, unidas por el galardonado y la presencia del nuevo secretario general de la Conferencia Episcopal Española, José María Gil Tamayo.

“Marginar la información religiosa, es un acto de injusticia informativa”, afirmó Gil Tamayo durante una interesante intervención. Para el nuevo portavoz de los obispos, es necesaria la información religiosa de calidad, lo que considera fundamental en la vida interna de la Iglesia. Sin ella, “no hay una comunidad cristiana madura y adulta”.

El portavoz de los obispos españoles tuvo palabras de elogio al galardonado y un gesto de cariño hacia el presidente de la Fundación Crónica Blanca, Manuel María Bru, al expresar que su presencia quería ser un homenaje a la labor que realiza al intentar que los jóvenes católicos puedan vivir íntegramente la fe y la profesión periodística.

Precisamente y momentos antes, Manuel María Bru, en el discurso inaugural, volvió a promover la unidad, valor que siempre se defiende desde Crónica Blanca: “Igual que se dice que nada hay más parecido a un obispo que otro obispo, nada se parece más a un semanario católico que otro semanario católico”.

Para Manuel Bru es importante la pluralidad de medios de comunicación católicos, que, desde la diversidad de matices y perspectivas, puedan coincidir en lo esencial. Si el año anterior el galardón fue para un miembro de Alfa y Omega, Ricardo Benjumea, el premio de este año recaía en un periodista de Vida Nueva.

El presidente de la Fundación Crónica Blanca pidió a ambos que se unieran en una foto de familia. Un gesto que resume el espíritu de estos premios y que, huyendo de posibles batallas ideológicas, quiere unir en lo verdaderamente importante: el amor hacia Cristo y su Iglesia.

En el nº 2.877 de Vida Nueva

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