En el altar de los Masaveu

Virgen con el Niño, pintura de Murillo

‘Del Románico a la Ilustración: imagen y materia’ ofrece un viaje de siete siglos por la iconografía religiosa

exposición del Románico a la Ilustración de la Colección Masaveu

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | La fortuna y la fe del empresario asturiano Pedro Masaveu Masaveu (1886-1968) fue el origen, en la primera mitad del siglo XX, de una de las grandes colecciones de arte españolas. Y una de las más desconocidas, que luego multiplicó su hijo, Pedro Masaveu Peterson (1939-1993), quien la abrió al mecenazgo y al arte contemporáneo. Hoy día, la colección reúne más de 1.500 obras, que abarcan desde la Edad Media a nuestros días.

En Madrid se exponen 63 de sus “obras maestras”, entre pinturas y esculturas del núcleo de la primigenia colección, de exclusiva inspiración religiosa, que va desde los siglos XII al XIX, la gran mayoría de ellas nunca expuestas y de autores fundamentales de la historia del arte, como El Greco, Zurbarán, Ribera, Murillo o Alonso Cano. Pero también de artistas europeos, como El Bosco, Joos van Cleve el Viejo o Matthis Gerung, con su magnífico El campamento de Holofermes, óleo sobre tabla pintado en 1538 y uno de los grandes protagonistas de la exposición.

“Representa un caso paradigmático de un modo de coleccionar del empresario español en los siglos XIX y XX, alternativo al coleccionismo nobiliario desde el Renacimiento. La calidad, número y heterogeneidad de sus fondos sitúan a la Colección Masaveu, por derecho propio, entre las mejores de España”, explica Ángel Aterido, comisario de la exposición.

Y, sin duda, es una de las más extraordinarias de arte sacro. “Siguiendo una disposición cronológica, la muestra ofrece un recorrido por el tiempo y el arte a través de piezas de gran valor, tanto por su impacto visual como por su significación histórica”, explica Aterido.

Virgen con el Niño, pintura de Murillo

‘Virgen con el Niño’, de Murillo, uno de los símbolos de la exposición

Aunque algunas de las obras han concurrido a exposiciones temporales, la exposición en la Sala CentroCentro del Ayuntamiento de Madrid, en la Plaza de Cibeles, es la “primera oportunidad de contemplar reunidas tantas obras y de tal calidad de los fondos de la Colección Masaveu”, como dice el comisario. Tan solo en 1988 se expusieron 55 obras en el Museo de Bellas Artes de Asturias, que al año siguiente viajaron al Museo del Prado. Pero nunca se había concentrado en su origen como gran colección de arte sacro.

“Investigar la Colección Masaveu ha sido todo un reto para mí –explica Aterido–, al igual que decidir qué piezas debían ser expuestas y cuáles no. Tenía claro que no solo quería contar la historia del arte que encierran todas juntas, sino hacer un recorrido global por el mundo, contando, a la vez, lo que estaba pasando en el arte español en aquellos siglos; era lo fundamental, pero no mi único objetivo”.

Lo que Aterido pretendía también era “mostrar quién ha estado detrás de la creación del fondo de arte, y creo que se ha conseguido. La exposición de la Colección Masaveu dibuja la historia del arte, pero también la historia, especialmente el gusto, de sus coleccionistas”. Actualmente es propiedad de la Corporación Masaveu –un vasto grupo empresarial–, que la gestiona a través de la Fundación María Cristina Masaveu Peterson.

España y Centroeuropa

Colección Masaveu: del Románico a la Ilustración, imagen y materia. Mecenazgo al servicio del arte es el largo título elegido para la muestra –abierta hasta el 25 de mayo–, que insiste, como hilo conductor, en la materia en la que se ha construido la iconografía religiosa, básicamente en España, pero también en Centroeuropa entre los siglos XII y XIX.

“Se ha escogido como argumento para su presentación la materia en la que están hechas las imágenes. Al tiempo que las formas de expresión cambian, así los diversos materiales fueron determinando la apariencia y las características físicas de estos magníficos artefactos visuales –apunta Aterido acerca del contrapunto entre pintura y escultura–. Su presentación conjunta invita a establecer diálogos y nuevas relaciones entre los testigos de un tiempo detenido”.

El tiempo de la fe: “A la hora de congregar a un anónimo maestro leonés del siglo XII junto a Vicente Carducho, o a Murillo con Joan Reixarch –continúa el comisario–, se hacía necesario apelar al camino común que todos ellos emprendieron al coger el pincel o la gubia, con siglos de diferencia, con intereses estéticos y religiosos diversos, pero todos preocupados por sacar lo mejor de la materia con la que realizaban sus imágenes”.

Aterido ha ordenado las obras en tres capítulos cronológicos, entre el Descendimiento procedente del taller real de San Isidoro de León, miniatura en marfil fechada de 1115 a 1120, y La Virgen de los desamparados acogiendo a los pobres, óleo sobre lienzo de Vicente López, fechado en 1838, que simboliza la pasión coleccionista de los Masaveu por los pintores valencianos.

exposición del Románico a la Ilustración de la Colección Masaveu

Presentación de la exposición en la Sala CentroCentro de Madrid

“Si bien se trata de una muestra de obras maestras, estas no han sido seleccionadas solo en función de su importancia, sino para favorecer una visita más variada y representativa de cada período, puesto que la riqueza de sus fondos permite múltiples posibilidades”, aclara el director científico de una muestra que une rigor y didáctica.

‘De madera y oro’ es la primera sección, que va del Románico al Gótico. “En esta selección predomina la pintura, aunque se han incluido esculturas polícromas muy representativas de los tipos devocionales más extendidos, como el gran Calvario, del siglo XIII, o la Virgen sedente, del siglo XIV”, afirma el historiador, quien las ha elegido como imagen y materia de “un tiempo en el que las representaciones se reservaban para el culto y el oro dotaba de una luz sobrenatural a muchas imágenes de la divinidad”.

El segundo episodio es el más amplio, ‘Entre el Gótico y el Renacimiento’. De él explica Aterido: “Mientras que la madera se mantuvo como soporte preferente de la pintura, hasta bien entrado el Renacimiento, el oro fue cediendo paso paulatinamente. La definitiva implantación del óleo como técnica pictórica y las necesidades de una sociedad cada vez más urbana acabarían de transformar el uso de las imágenes y, finalmente, eclosionaría el fenómeno del coleccionismo”. Todas las pinturas de este apartado están realizadas sobre tabla, a excepción de Santa María Magdalena, de El Greco. Eso significa que, en su mayoría, fueron piezas de altar o formaron parte de un retablo.

‘El triunfo del lienzo’ es el último capítulo expositivo. “Los siglos del Barroco –apunta el comisario– suponen la imposición de la pintura de caballete, utilizando el lienzo como soporte. En ese momento el auge del coleccionismo acabó por desbordar el inicial sentido de muchas imágenes religiosas, estimándose en ellas sus valores artísticos”. Carducho y Ribera abren paso a la personal obra de Zurbarán. Aunque entre los maestros del Barroco destaca un grupo de tres pinturas de Murillo, con la Virgen con el Niño (1660-1665) como gran símbolo de una colección que Pedro Masaveu Masaveu concibió como un altar.

jcrodriguez@vidanueva.es

En el nº 2.877 de Vida Nueva

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