Péter Erdö: “Ser cristiano no es una forma de ver el mundo de manera pasiva”

Peter Erdo, cardenal de Hungría y relator del Sínodo sobre la familia 2014

Relator del Sínodo sobre los desafíos pastorales de la familia

Peter Erdo, cardenal de Hungría y relator del Sínodo sobre la familia 2014

Entrevista con Péter Erdö [extracto]

DARÍO MENOR | Al cardenal húngaro Péter Erdö se le acumulan las responsabilidades. Arzobispo de Estringonia-Budapest y presidente del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE), ha sido designado por el Papa relator general del sínodo que, en octubre de 2014, estudiará cómo la Iglesia católica debe afrontar los desafíos pastorales de la familia.

Esta asamblea ha generado gran expectación en los fieles, especialmente por el cuestionario que cualquier persona puede rellenar y hacer llegar a Roma para mostrar su postura respecto a esta compleja cuestión.

Durante su última comparecencia en el Vaticano para presentar el tema del Sínodo, Erdö intentó enfriar estas expectativas. “No tenemos ningún deseo de reabrir la discusión sobre la doctrina”, dijo. Todas las respuestas, dijo, están en el Evangelio.

Uno de los temas calientes del Sínodo será el del matrimonio. ¿Hay que convertirlo en un sacramento exclusivo para los novios con una viva religiosidad? El cardenal propone prudencia: “No se pueden rechazar a los novios católicos que quieren celebrar el verdadero matrimonio en la Iglesia por el motivo de su escasa religiosidad o por tener poca fe o incluso ninguna”.

Al afrontar este problema, recuerda las enseñanzas de Juan Pablo II. “Decía que tiene muchos riesgos querer establecer criterios ulteriores de admisión a la celebración eclesial del matrimonio según la fe de los prometidos”. Entre los peligros, el de hacer “juicios infundados o discriminatorios” hacia las parejas y el de levantar dudas sobre la validez de los enlaces ya celebrados. Pueden provocarse, advierte, “grandes daños a las comunidades cristianas” y suscitar “injustificadas inquietudes en la conciencia de los esposos”. Peter Erdo, cardenal de Hungría y relator del Sínodo sobre la familia 2014

Al hablar de Europa, Erdö identifica en el “problema demográfico” y en el triunfo de la mentalidad consumista las raíces de la crisis económica y social. Y pide a los cristianos que se comprometan para echar una mano en este difícil momento y no olviden que tienen el deber de participar en la misión para “transmitir la Buena Noticia”. Sin la fe, advierte, se produce además una “gran crisis de esperanza”.

Sobre el “problema demográfico” del Viejo Continente no pone paños calientes –“Europa es hoy muy vieja”– y cita un reciente estudio realizado por el CCEE: “Vimos que en ningún país, salvo tal vez en Turquía, la población es capaz de reproducirse por sí misma. Intentábamos identificar elementos de las políticas familiares que fueran eficaces y ayudaran a tener hijos. Debido a la crisis, existe una gran presión sobre el sistema social, el educativo y el sanitario. Algunos incluso dicen que la economía de mercado ya no vale. La Doctrina Social de la Iglesia enseña que no podemos olvidar el aspecto humano de la economía. Hay un deber especial, porque en las circunstancias en que nos encontramos, las fuerzas espirituales y comunitarias de nuestra Iglesia son muy necesarias para la sociedad. El voluntariado puede ofrecer mucho”.

La archidiócesis que pastorea se ha destapado como novedosa en su tratamiento del voluntariado, impulsándolo especialmente para los jubilados. “Eso de que es solo para los jóvenes ocurre en algunos países. En otros, no. Hay muchas zonas donde, desde hace generaciones, todo pasaba por el voluntariado en la Iglesia, ya que no tenía capacidad para contar con asalariados.

En el sector de la caridad, por ejemplo, y en otras áreas sociales, surge esta generación de personas que ya están jubiladas, pero que pueden seguir trabajando, tienen unas altas competencias y ayudan de una manera generosa. Hay cada vez más países en Europa donde la la población mayor de 84 años es más numerosa que la de los que tienen 14 años o menos”, dice.

Consumismo exacerbado

Erdö, como denuncia ahora Francisco y antes Benedicto XVI, señala al consumismo exacerbado como uno de los grandes males del mundo occidental. “Uno de los motivos de la desesperación es la mentalidad consumista, que considera como único valor sentirse bien ahora mismo. Si fuera de verdad el único valor, no sería interesante ni el pasado ni el futuro. Naturalmente, nadie querría comprometerse a largo plazo, ni en un matrimonio ni en una profesión. Hay un sentido erróneo o demasiado parcial de la vida. La vida humana es un proyecto que proviene de Dios”.

“En ningún país, salvo tal vez en Turquía,
la población es capaz de reproducirse por sí misma.
En la CCEE hemos intentado identificar
elementos de las políticas familiares que fueran eficaces y ayudaran a tener hijos”.

La Iglesia católica tiene, en su opinión, capacidad para responder a este malestar profundo, pues cuenta con “respuestas que vienen de Dios”. “¿Quién sino la Iglesia ofrece el Evangelio en su integridad?”, se pregunta, haciendo a continuación una autocrítica: “Es verdad que a veces no se hace con la mejor eficacia, como querríamos. No obstante, la Iglesia es el único lazo en el que se puede confiar para estar unidos al verdadero Jesucristo, no las vagas teorías privadas de distinto modo que aparecen de vez en cuando”.

La Iglesia, subraya, transmite la esperanza, pero los seres humanos también estamos llamados a “examinar nuestra conciencia”. Por eso, para evangelizar, hay que partir de la propia conversión. “También de la toma de conciencia de la importancia de la misión, de lo que supone ser cristiano. No es solo una forma de ver el mundo de manera pasiva; contiene un deber para transmitir la Buena Noticia”.

Esa toma de conciencia tiene grandes efectos evangelizadores cuando es compartida. Y cita el caso de la comunidad cristiana húngara. “Tenemos unos resultados esperanzadores con la misión parroquial. Vemos que el punto principal es cuando la comunidad toma conciencia de su misión”, asegura. Y distingue entre en nivel privado de la misión evangelizadora, a la que están llamados todos los bautizados, y el público, cuando se hace en nombre de toda la comunidad cristiana. “Para esta última hace falta el mandato de la Iglesia”, subraya.

Los laicos, decisivos

“Naturalmente, los laicos pueden realizar el papel de forma pública y privada. En Budapest hay 200 sacerdotes diocesanos activos, mientras que cada año doy unas 350 misiones canónicas para personas que enseñan religión en escuelas o parroquias en nombre de la Iglesia. Son laicos bien formados, en su mayoría mujeres”.Peter Erdo, cardenal de Hungría y relator del Sínodo sobre la familia 2014

Los laicos son, a su juicio, decisivos para el desarrollo de la Iglesia en Europa, y aunque esta llegase a la situación de minoría poblacional, no tendría que temer por ello. “Deseamos que la fe sea aceptada por todos, pero en la posición de debilidad, se confía más en la providencia divina. La transmisión del Evangelio no es solo obra humana. Hay que intentar buscar las causas y las soluciones. Hay tantas posibilidades… Hay nuevas vías, como los movimientos”, asegura.

Esta situación de minoría de los cristianos llevaría a los sacerdotes a convertirse en una suerte de “ovejas negras” de la sociedad, lo que para Erdö no es un riesgo. Recuerda su experiencia: “En Hungría, ser sacerdote no significa tener una posición social respetada. Cuando en 1970 quise entrar en el seminario, mi confesor habló con mi padre y este le dijo que si no era una decisión demasiado poco respetada socialmente. De hecho, al poco de entrar, nos llamaron al servicio militar y nos metieron en un pabellón con los delincuentes. Querían que estuviéramos lejos de la gente normal”. Pese a la opresión, que distingue de la persecución, “teníamos un sentido profundo de nuestra misión”.

En el nº 2.875 de Vida Nueva.

 

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