La alegría de ser obreros en la Casa del Señor

obreros construyen nueva iglesia parroquial en La Antilla, Huelva, contratados por la Iglesia local

Una parroquia de Huelva construye un nuevo templo contratando a desempleados

obreros construyen nueva iglesia parroquial en La Antilla, Huelva, contratados por la Iglesia local

La alegría de ser obreros en la Casa del Señor [extracto]

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA. Fotos: MANUEL GARCÍA | A veces, cuando en la Iglesia se reflexiona sobre la búsqueda de propuestas creativas con las que calmar la sed del espíritu y el hambre del estómago del hombre de hoy, surgen iniciativas que acaban siendo revolucionarias en sus contextos particulares. Es lo que ha ocurrido en La Antilla, un enclave turístico situado entre las localidades onubenses de Lepe e Isla Cristina.

Allí, desde hacía más de una década, se venía insistiendo en la necesidad de construir un nuevo templo parroquial que pudiera atender pastoralmente a las miles de personas que acuden a su costa durante todo el curso. Hasta que el año pasado, cuando ya el proyecto obtuvo la luz verde, se disparó la imaginación y se apostó por que este hogar de Dios naciera como fruto del trabajo de los propios hijos de Huelva. En otras palabras, la parroquia se constituyó en empresa constructora y encargó la labor a decenas de desempleados de la región.

El gran artífice del proyecto es José Ramón Verea, sacerdote en la vecina parroquia de Nuestra Señora del Carmen, en Lepe, que es la que se encargará de los trabajos para levantar este conjunto parroquial en La Antilla. “Todo es fruto de muchos esfuerzos compartidos –insiste José Ramón–. Al observar cómo se estaban construyendo tantos edificios nuevos en una zona en claro crecimiento, vimos primordial que hubiera una parroquia enmarcada aquí. Tras muchos años pidiéndolo, al fin conseguimos el año pasado que los dos ayuntamientos de Lepe e Isla Cristina se pusieran de acuerdo para cedernos los terrenos. Lo que demuestra que esto es algo que nos une a todos, pues los consistorios son, respectivamente, uno del PP y el otro del PSOE…”.

sacerdote José Ramón Verea con obreros construyen nueva iglesia parroquial en La Antilla, Huelva, contratados por la Iglesia local

El sacerdote José Ramón Verea charla con los trabajadores

Entonces, recuerda José Ramón, llegó el momento de plantearse cómo construir el templo: “Parecía lógico encargárselo a una empresa, y las ofertas eran muchas, pues no deja de ser una obra muy atractiva, ya que, además del templo, también contaremos con aulas, dependencias para Cáritas, un patio y una residencia para retiros y encuentros. Pero lo cierto es que, mirando todo lo que está ocurriendo con la crisis y la especulación, nos surgió una cierta desconfianza de que pudieran jugar con nosotros. Entonces, conscientes del amplio paro que hay en la zona, en la parroquia nos decidimos y nos constituimos como una constructora con el único fin de hacer nosotros mismos la obra, contratando para ello con la gente de nuestros pueblos que lo estuviera pasando peor”.

Apoyo del obispo

Fue así como vencieron los aparentes obstáculos y, entre todos, sacaron la idea adelante: “Echamos muchas cuentas y vimos que cuadraban –explica el párroco–. Igualmente, lo presentamos a nuestro obispo, José Vilaplana, y él nos animó mucho al ver que es un proyecto en el que contamos con muchos colaboradores que nos aconsejan, los parroquianos lo ven como algo propio, y nos salen los números. De hecho, hemos pagado la mitad que si lo hubiéramos encargado a una empresa. Y, en cuanto al tiempo, vamos un año por encima de las previsiones iniciales, pensando que terminaremos antes del próximo verano”.

En la obra trabajan 30 personas de un modo directo y cerca de 40 de manera indirecta (a través de empresas que sí han contratado para trabajos específicos, como la iluminación o la fontanería). Pero si hay algo que todos destacan es que se trata de una obra “especial”, diferente a otras. Y es que, como reconoce José Ramón, habla periódicamente con los obreros para que todos tengan claro que “están construyendo un hogar para Dios. Son charlas en las que, además, hablamos mucho sobre su dignidad como trabajadores, algo inherente en la Iglesia. Entre todos fomentamos un trato muy humano, que hace que vayan muy contentos cada día a la obra. Se trata de un proceso de acompañamiento, por el que hablamos sobre temas que les interpelan. No son catequesis como tal, sino un caminar conjunto de maduración para que en todos ellos haya un cambio de chip y eso les sea útil en el resto de trabajos en los que estén después”.

Andrés López fue el primer contratado para la obra: “Llevaba un par de años en paro y, antes, lo poco que hacía era ya algún trabajo para la parroquia, con cosas puntuales, como arreglar bancos o poner tejas. Ya entonces sentía que este era el único sitio donde se acordaban de mí a la hora de darme una oportunidad”. Así, cuando le llegó la noticia de que se iba a construir un nuevo templo y que contaban con él, su alegría fue inmensa: “Aparte de poder trabajar, lo mejor es el ambiente que hay entre nosotros cada día. Reina una verdadera armonía, una ilusión diferente… Jamás había visto algo así en ninguna otra obra”.

sacerdote José Ramón Verea con obreros construyen nueva iglesia parroquial en La Antilla, Huelva, contratados por la Iglesia local

A su juicio, eso se da por las charlas con José Ramón –“nos hace ver que somos personas y no números, nos aconseja y nos anima; antes venía él a preguntarnos qué tal estábamos, pero ahora somos más bien nosotros los que le buscamos a él para hablar”– y por el hecho de saber que lo que construyen será un lugar sagrado: “Como parroquiano, me gusta formar parte de una obra en la que pienso que Dios es el obrero principal y nos ofrece su ayuda a través del Espíritu Santo”.

Algo que comparte Mercedes Iglesias, la arquitecta del nuevo complejo parroquial: “Cuando hablaron conmigo, además de una gran alegría porque entonces no trabajaba en ningún proyecto, fue un gran honor, pues esta es mi tierra y esta será mi parroquia. Eso lo vemos todos los que trabajamos aquí, la gran mayoría, jóvenes. Pensamos que es algo nuestro y que en esta iglesia unos se casarán, otros bautizarán a sus hijos… Además, reconforta mucho saber que no trabajamos en algo que tiene afán de lucro, sino que es por y desde la Iglesia”.

Un sentido religioso que, como remarca, “todos tenemos muy presente desde que se pusiera la primera piedra, el pasado 3 de junio. Desde ese primer día, que fue realmente emocionante, preside las obras una cruz de madera que puede ver todo aquél que pase por la zona. Realmente, esto es algo diferente”.

Con el objetivo de potenciar esa idea de comunidad de cara a la Navidad, José Ramón ha pensado en ofrecer a todos los trabajadores “que nos vayamos todos juntos a pasar un fin de semana a la sierra de Huelva, acompañados de nuestras familias. Sería un retiro de descanso, no una convivencia pastoral. Eso sí, en este tiempo que se avecina, quiero que vean cómo se puede vivir la Navidad desde la sencillez y alejados de toda dinámica de consumo. Algunos son practicantes y otros no, pero creo que todos están viendo un rostro de Iglesia diferente al que a veces están acostumbrados”.

el obispo José Vilaplana en la bendición de la primera piedra obras de contrucción de la nueva iglesia parroquial en La Antilla, Huelva, contratados por la Iglesia local

El obispo Vilaplana bendice la primera piedra de las obras

Con la idea de que la parroquia de La Antilla esté disponible antes del próximo verano (con lo que las obras habrían terminado en solo un año, la mitad de lo que en un principio pensaron), este proyecto está demostrando cómo el poner la dignidad humana en el centro del trabajo es el mejor motor para que las cosas salgan bien. Desde luego, no hay mejores cimientos que los de la ilusión y la fraternidad para lo que será esta Casa de Dios.

Creatividad y solidaridad

Aunque la Diócesis de Huelva concedió un aval para iniciar las obras, todo el coste sale de un fondo común del que se hace cargo la parroquia de Nuestra Señora del Carmen. Algo que, como valora José Ramón Verea, “ha hecho que, desde la originalidad, todos nos pongamos las pilas a la hora de recaudar dinero”.

Entre las iniciativas que están causando furor, destacan las conocidas popularmente como las mermeladas del cura. Una iniciativa por la que padres de niños que van a hacer la Comunión y que tienen dificultades económicas, envasan y preparan unos tarros de mermelada que luego venden en las puertas de las iglesias. Algo nada desdeñable, pues calculan que en la veintena de misas dominicales que se celebran en la zona acuden decenas de miles de fieles, muchos de ellos turistas.

Aparte, la parroquia se caracteriza por su gran solidaridad, como se aprecia por su comedor social, en el que atienden cada día a unas 300 personas y donde participan más de 20 voluntarios. También trabajan activamente para ofrecer su acogida al alto número de inmigrantes procedentes de África que, periódicamente, llegan a esta dinámica población onubense.

En el nº 2.875 de Vida Nueva

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