Libros

Pescadores de hombres


Un libro de Antonio Pavía (San Pablo, 2013). La recensión es de Francisco Armenteros Montiel

Pescadores de hombres, libro de Antonio Pavía, San Pablo

Título: Pescadores de hombres

Autor: Antonio Pavía

Editorial: San Pablo, 2013

Ciudad: Madrid

Páginas: 200

FRANCISCO ARMENTEROS MONTIEL | Los artículos en las revistas especializadas comienzan con el sumario y las palabras clave (keywords). En Antonio Pavía destacan: vida, luz, discipulado, asombro, Satanás (espíritu del mal, príncipe de la mentira, Leviatán), que se empeña en mostrarnos el tapiz de nuestra vida por el revés (nudos), y, sobre todo, los miedos (temores) –de hecho, titula un capítulo “Exorciza nuestros miedos” y otro “¡No temáis!”–; y la Palabra, en particular, la obediencia a la Palabra, fruto de la “escucha que debe ser con el corazón” (idea inicial de los ejercicios predicados por Enrico Dal Covolo a Benedicto XVI, según la petición de Salomón en 1 Re 3, 9: “Dame Señor un corazón que escuche”).

El autor analiza el pasaje de la pesca milagrosa (Lc 5, 1-11), al estilo de Chevrot (El pozo de Sicar), y lo va abonando, oportuna y acertadamente, con textos del Antiguo Testamento, de modo especial con los Salmos.

Interesante la distinción entre altruismo y amor a Dios, o que “la obediencia no da nada a Dios porque no lo necesita”. Y atención a “la otra barca” (el mundo), que se beneficia de la de Pedro (la Iglesia); o el hombre pecador y pescador (“Pedro nunca separará estas dos dimensiones de su vida: siempre se confesará pecador y pescador, pecador perdonado y apóstol enviado”, monseñor López de Andújar, Carta Pastoral, 1-XI-2013), liberado y liberador; y el significado del “cuando estabas debajo de la higuera, te vi”, según Zac 3, 10…

Una lectura atrayente, optimista, fácil, esperanzadora, pegada a la realidad. Habla de rutina, dificultades, imprevistos, de que “ya nos sabemos el Evangelio que se está leyendo”… Y escribe: Jesús “no se limitó a darnos buen ejemplo… Yo soy el Dios con vosotros”. Eco de la pregunta de Ratzinger: “¿Qué ha traído Jesús, si no ha conseguido un mundo mejor? A Dios. Ha traído a Dios”.

Sorprende que, a pesar de los años dedicados al trabajo apostólico en Brasil y Ecuador, no haga referencia explícita a esa experiencia; es más, con acierto explica, a propósito de la conversión, que Jesús “no invita a nadie a irse a vivir al desierto, a esconderse en cuevas, a aislarse del hombre, del mundo que le rodea”, sino que dijo: “Creed en el Evangelio”, porque la llamada a seguirle es para todos.

Como animador ahora de la comunidad bíblica María Madre de los Apóstoles, cuyo carisma es el anuncio del Evangelio, está claro que lo hace “a conciencia”. En esta y en otras muchas obras, cumple las palabras de san Pablo: “Predicar el Evangelio no es para mí motivo de gloria… ¡Y ay de mí si no predicara el Evangelio!” (1 Cor 9, 16). Y con ellas concluye el libro, escrito, por cierto, con una prosa digna; a veces, coloquial.

En el nº 2.874 de Vida Nueva.

Actualizado
05/12/2013 | 18:21
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