Misión y violencia interpelan al Episcopado mexicano

sesión de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal de México noviembre 2013

La Plenaria analiza la identidad eclesial en una sociedad creyente y a veces convulsa

sesión de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal de México noviembre 2013

FELIPE MONROY (MÉXICO DF) | La 96ª Asamblea Plenaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), celebrada semanas atrás en México DF, centró sus esfuerzos en dos cuestiones principales. Por un lado, a nivel eclesial (y programada previamente), los casi 130 obispos participantes reflexionaron sobre la nueva evangelización y sus desafíos en una cultura antropológica no cristiana.

Por el otro, la situación de violencia que aflige a diversos territorios del país no pasó inadvertida (pese a no estar pensada en un primer momento), y contó con testimonios de prelados afectados de un modo más directo.

En la reunión destacó la presencia del presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, Rino Fisichella, quien compartió el actual horizonte evangelizador propuesto por Francisco. En este sentido, Fisichella les adelantó algunos puntos clave que el Papa destaca en la exhortación apostólica Evangelii gaudium, en la que, precisamente, se recogen algunas de las conclusiones del Sínodo para la Nueva Evangelización, de 2012.

En este marco, el Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana presentó en la Plenaria un instrumento que podrá servir de ayuda en el desarrollo de la anhelada pastoral integral. Se trata de la encuesta nacional sobre cultura y práctica religiosa en México. El estudio, a cargo de la firma IPSOS-Bimsa, destaca datos como que el 90% de mexicanos cree en Dios, que más del 50% piensa que es importante cuidar a la familia o que el 68% mantiene un grado de confianza en la Iglesia católica.

En cuanto a la cuestión de la violencia, episodios como el secuestro del sacerdote tamaulipeco Carlos Ornelas Pugao o la decidida denuncia de “Estado fallido” por parte del obispo de Apatzingán, Miguel Patiño, movieron a la reflexión de todos los participantes.

En este punto, el cardenal Francisco Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara y presidente del Episcopado, aclaró: “El tema de la Asamblea no es la violencia y la inseguridad; pero, para llevar a cabo la evangelización, se hace un discernimiento sobre la realidad interna y el entorno, el contexto donde realiza su misión. Ahí, el tema de la violencia es considerado; por eso entra colateralmente, pero no es el tema central”.

De hecho, el arzobispo tapatío insistió en aclarar que los obispos consideran que “no hay una acción que apunte al sector eclesiástico, con sacerdotes y obispos como objetivos del crimen organizado”, y aseguró que en los casos de sacerdotes desaparecidos o muertos se ha comprobado que el crimen obedeció a móviles ajenos a la operación de las bandas delictivas.

Con todo, los obispos de los estados de Michoacán y Guerrero compartieron ante la CEM su testimonio sobre la situación de la misión en ambientes de violencia: “Hemos planteado que la construcción de la paz es una perspectiva fundamental y necesaria de la nueva evangelización en México y que, en los contextos más violentos, las diócesis tenemos una mayor responsabilidad social relacionada con las capacidades que tenemos para convocar y acompañar a las comunidades en iniciativas orientadas hacia la paz y la seguridad”, explicó el arzobispo de Acapulco, Carlos Garfias.

Y añadió: “Queremos consolar a nuestro pueblo e implementar procesos auténticos de nueva evangelización en nuestras diócesis”.

Los mismos riesgos

Javier Navarro Rodríguez, obispo de Zamora, reconoció que la denuncia de su homólogo en Apatzingán “es una amplificación de las voces de mucha gente que se siente indefensa, desprotegida y que ha tenido que lamentar muchos atropellos sin que finalmente vea que prima la ley y el respeto de la vida humana”.

Además, Navarro fue categórico al rechazar que existan amenazas hacia los ministros ordenados de la Iglesia: “Ni los obispos ni los sacerdotes estamos perseguidos, aunque estamos realizando el trabajo evangelizador en situaciones de más violencia que en otros estados”; por lo que “corremos los riesgos de cualquier ciudadano al querer transitar de un lugar a otro, porque nuestra labor es visitar comunidades, alentando y consolando a los pueblos. Tenemos en claro que el riesgo que corremos es el que corre toda la gente; que en nuestra labor no tenemos por qué pactar con ningún grupo criminal y que a nuestras autoridades hay que hablarles con la verdad desde nuestra perspectiva de pastores”.

En el nº 2.873 de Vida Nueva.

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