La Iglesia venezolana pide menos euforia y más confianza

Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela

La corrupción y los nuevos poderes de Maduro, objetos de preocupación social

Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela

Cabello entrega la nueva ley al presidente Maduro

J. L. CELADA | Apenas cuatro días antes de que el presidente Nicolás Maduro se blindara con poderes especiales para legislar durante un año sin el control del Parlamento, la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) hacía público un comunicado en el que comparte con sus compatriotas algunas reflexiones, “ante los últimos acontecimientos que se han suscitado en el país a raíz de las medidas económicas y de índole política que ha implementado el Gobierno nacional”.

El 19 de noviembre, tras recibir la Ley Habilitante de manos del presidente de la Asamblea Nacional, el oficialista Diosdado Cabello, el primer mandatario anunció que usará este mecanismo constitucional que le capacita para gobernar por decreto para emprender una “ofensiva estremecedora” contra la corrupción y los especuladores. Su intención, sin embargo, parece distar bastante de esa “lucha permanente” contra la usura, la corrupción y la especulación a la que alude el pronunciamiento episcopal.

Porque a los pastores no solo les preocupa la “inmoralidad” de este tipo de actos, sino también el “clima de euforia” reinante en Venezuela, donde no pocos ciudadanos creen que “con la compra de algunos artefactos domésticos han resuelto los grandes problemas que les aquejan”. Una situación que podría degenerar en “actos de violencia y confrontación entre el mismo pueblo” difíciles de controlar.

Por ello, como ya recordaban los prelados en su exhortación pastoral del pasado mes de julio (Por el diálogo y la reconciliación), la actual coyuntura exige un “común acuerdo” de las autoridades públicas con empresarios, comerciantes e instituciones competentes, para crear “un clima de confianza que permita la reactivación de la producción y el crecimiento socioeconómico para el beneficio de la colectividad, especialmente de los más pobres y vulnerables”.

Se trata de mejorar las relaciones entre los diversos sectores sociales, un desafío al que la Iglesia católica venezolana quiere contribuir decisivamente, respondiendo así a la petición del papa Francisco, quien, en su mensaje a los venezolanos del pasado 21 de abril, invitó los máximos dirigentes del país y a toda la ciudadanía a “buscar caminos de entendimiento, de reconciliación y de paz”. Una nueva prueba más de que la CEV “sigue comprometida con la propuesta de un diálogo nacional”.

El texto –que lleva la firma, entre otros, del cardenal Jorge Urosa, arzobispo de Caracas, y del presidente del Episcopado y arzobispo de Cumaná, Diego Padrón– incluye, asimismo, un llamamiento generalizado a participar en los próximos comicios municipales del 8 de diciembre, una cita de gran importancia para su pueblo, pues “el voto de cada uno de los ciudadanos es fundamental para la democracia”.

Es el momento de elegir a “los servidores públicos llamados a estar más cerca de las vivencias y de los problemas de la gente”, afirman los obispos, por lo que constituye una responsabilidad que “interesa y compete a todos”.

Sus palabras concluyen invocando la protección de Nuestra Señora de Coromoto, patrona del país, e invitando a todos los venezolanos y venezolanas a elevar sus oraciones a Dios “por la paz social y política” y “por el éxito del proceso electoral”.

En el nº 2.873 de Vida Nueva

Compartir