Jorge C. Patrón Wong: “Quiero que los seminarios entremos en revisión permanente”

Jorge Carlos Patron Wong, Secretario para los Seminarios en la Congregación para el Clero

Secretario para los Seminarios en la Congregación para el Clero

Jorge Carlos Patron Wong, secretario para los Seminarios en la Congregación para el Clero

Entrevista con Jorge C. Patrón Wong [extracto]

FELIPE DE J. MONROY, director de Vida Nueva México. Fotos: Mauricio Carmona | La sorpresa del nombramiento, el pasado septiembre, del obispo mexicano Jorge Carlos Patrón Wong como secretario para los Seminarios en la Congregación para el Clero parece no despejarse del todo; primero, porque desde que en 1996 el entonces obispo de Zacatecas, Javier Lozano Barragán, fue designado por Juan Pablo II como presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral de Agentes Sanitarios, ningún otro obispo de México había sido requerido para trabajar directamente, y desde el Vaticano, en un dicasterio romano; pero también porque la encomienda solicitada por el papa Francisco a Patrón Wong está claramente relacionada con una de las últimas intenciones del hoy papa emérito, y que fue una piedra de toque en el pontificado anterior: la sana formación en los seminarios y el discernimiento vocacional de los candidatos a futuros ministros.

PREGUNTA.- Es común que, con un nombramiento de este tipo, se diga que ahora será un obispo ‘curial’. ¿Teme que su responsabilidad corra el riesgo de ser solo burocrática?

RESPUESTA.- Espero que no; la secretaría es nueva. Hablé con monseñor Beniamino Stella [nuevo prefecto de la Congregación del Clero] y me ha dicho que, llegando, deberé hablar con el Santo Padre, porque él tendrá que dar una dirección, pues el propio Stella no ha querido adelantar alguna situación concreta. Lo que sí sé es que el pueblo de Dios, para mí, serán los seminaristas, los rectores y los formadores, por supuesto con el apoyo de mis hermanos obispos. Para llegar a servir en ese pueblo de Dios, tendré que verlo en relación con los temores, las esperanzas, las luchas de los propios seminaristas, de los jóvenes seminaristas, que son un pueblo de Dios. Del mismo modo con los formadores y rectores, pues sé que el suyo es un servicio de vida sacerdotal muy particular y que, junto a los hermanos obispos y entre las muchas problemáticas que pueden existir, la vida sacerdotal y la formación de los propios sacerdotes son una prioridad eclesial. Pero también le pido a Dios tener un corazón católico para abrirme a las experiencias de África, Asia, Oceanía, Europa o América del Norte; como mexicano, como latinoamericano creo que debo ir a hacer mi corazón más católico, en el sentido más profundo de la expresión. No me visualizo como un ‘curial’ o ‘romano’, sino ampliamente católico.

Jorge Carlos Patron Wong, Secretario para los Seminarios en la Congregación para el Clero

Patrón Wong, con Felipe Monroy

Lograr mayor contacto

P.- ¿Llevará una propuesta al Papa sobre lo que podría usted hacer en esta secretaría?

R.- Sí. Quisiera que, desde la secretaría, lográramos un mayor contacto y encuentro con los seminarios; me gustaría ir a encontrarme con esas experiencias, con las realidades específicas, con los rectores, formadores y seminaristas, escucharlos y conocer todo lo que pueden aportar.

P.- ¿La necesidad de un arzobispo para la atención de los seminarios le da idea de a dónde se desea ir o por qué sería importante entender a los seminarios bajo esta estructura pontificia?

R.- A partir de la exhortación apostólica Pastores dabo vobis hay una claridad sobre lo que tenemos que hacer y a dónde tenemos que caminar para la formación sacerdotal; sin embargo, los cómos, los procesos, las mediaciones, el camino pedagógico… tenemos que hacerlo constantemente, hacerlo juntos, aprenderlo juntos. En ese caminar deben surgir los cómos a partir de realidades nacionales y continentales, de tal manera que pueda existir, a nivel de seminarios, un ambiente mucho más colegial, donde haya una sintonía verdadera en el espíritu de la formación sacerdotal y una adaptación a las realidades concretas de cada continente y de cada país. A lo largo de los últimos 16 años, he sido testigo de que sí es posible que en los seminarios del mundo se logre llevar una íntima relación entre las grandes verdades del sacerdocio católico universal y las de los pueblos en las que se vive concreta y específicamente. Al final, es mirar la fe de los pueblos, que es donde surgen las vocaciones.

“El principio pedagógico de la formación es motivar,
pero, para poder evaluar y promover esta formación integral,
debe atenderse en cada generación en específico,
porque tienen cambios; ese es el gran reto”.

P.- ¿Qué aspectos deberían privilegiarse para pensar en futuros sacerdotes que respondan mejor al caminar del mundo?

R.- El principio pedagógico de formación es motivar, es muy sencillo para todos; pero, para poder evaluar y promover esta formación integral, siento que debe atenderse en cada generación en específico. Porque tienen cambios, ese es el gran reto. Ese es un reto, porque lo que es válido para una generación como proceso integrador, no es válido para la siguiente. El mundo está cambiando de tal manera que, muchas de las cosas que descubrimos hoy, dentro de cuatro o cinco años podrían no ser válidas para los futuros seminaristas. Necesitamos un proceso continuo de los propios formadores y rectores, para los propios obispos, donde respondamos al signo de los tiempos y al mundo cambiante. Debemos estar atentos a esta cultura cambiante, al mundo, y comprender que es un reto también de los jóvenes y de sus familias. Y, desde allí, confiar y no tener miedo. Siento que esta parte requiere de cierta acción colegial más constante, de revisión permanente, para afinar permanentemente; pero no para hacer cultura de oposición de las grandes verdades. Debemos ver cómo las grandes verdades profundas de las características del sacerdocio católico pueden ser vividas en el hoy y ahora de cada generación. Jorge Carlos Patron Wong, Secretario para los Seminarios en la Congregación para el Clero

Ventajas y desventajas de la cultura actual

P.- En esa novedad de cada generación supongo que también se encuentra su dimensión cultural y antropológica. ¿Cómo abordar a las nuevas generaciones que tienen vocación al sacerdocio bajo esta cultura híbrida, globalizada, con las grandes oportunidades de la modernidad, pero, al tiempo, heridas de sus males como el egoísmo, el consumismo o la indiferencia?

R.- En esto tengo una experiencia muy interesante y que me gustaría compartir mucho de cómo se vive y siente esto en América Latina: la oportunidad de ver el seminario como una familia. No es una institución: es una familia; y como en cada familia, cada hijo es diferente, cada hijo enseña al papá cómo ser papá. Entonces, cada generación de seminaristas debe enseñarnos cómo ser formadores y rectores de esa generación. Creo que los papás, en todo principio, desean tener buenos hijos, buenos ciudadanos y buenos cristianos, eso queda intacto; las verdades de los documentos eclesiales permanecen intactas, pero cada generación es un reto para la formación de cómo vamos a hacer posible que esas verdades deben ir al corazón y a la existencia del joven. Lo ideal es que la transformación de un joven llegue a su realidad en un sacerdote con el corazón de Cristo, que se sienta cercano a Dios y a la gente, que no es nada fácil; cuántas cosas nos alejan de Dios y del pueblo de Dios. El seminario tiene, de alguna manera, que tomar todo lo bueno y lo positivo de la familia y la cultura de origen; tiene que sanar, recomponer muchas situaciones que no son sanas ni son, cristianamente hablando, verdaderas o correctas. Hay que sanar y crecer en esa parte, porque lo que se haga en el seminario tendrá una repercusión directa en el presbiterio. Así que la responsabilidad al frente de la secretaría pienso que debe aportar mucho para que la formación del seminario pueda confiar en que se está formando en y a través de escenarios en transición, vivos, adaptados. Siempre iluminados por la misma verdad, pero existencialmente muy vivos.

En el nº 2.871 de Vida Nueva

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