La Iglesia colombiana denuncia una crisis humanitaria en la diócesis de Tumaco

ÓSCAR ELIZALDE (BOGOTÁ) | “Tumaco resiste”. Con este clamor, cientos de tumaqueños se lanzaron a la calle para protestar contra los grupos armados ilegales que imponen su ley en este importante puerto suroccidental del litoral pacífico colombiano, en el departamento de Nariño, ante la inoperancia de los gobernantes.

Sus legítimas demandas responden al drama de soportar 20 días –hasta el 23 de octubre– sin luz, sin agua y con escasez de alimentos. Poco antes, el obispo de Tumaco, Gustavo Girón Higuita, denunció en un comunicado la situación que vive la región desde hace décadas: “Los últimos acontecimientos muestran que no hay un día en que Tumaco descanse”.

Al paro agrario, que menguó el abastecimiento de alimentos y gasolina, se suman las frecuentes cargas explosivas que los grupos armados ilegales detonan sobre la carretera que une Tumaco con Pasto, capital del departamento, afectando también a tramos del oleoducto trasandino y contaminando el río Mira, que surte de agua a cerca de 200.000 habitantes.

Las pérdidas que ocasionó el reciente apagón –tras el derribo de varias torres de energía por parte de las FARC– se calculan en unos 12,3 millones de euros. En los últimos tres años se han cerrado más de 1.400 empresas dedicadas al comercio, que representan cerca de 5.600 empleos directos y 10.000 indirectos. Lo cual permite suponer por qué el desempleo superó ya el 80%, más de siete veces el promedio nacional.

Por otra parte, la violencia no da tregua. “Los homicidios continúan de manera alarmante –ha manifestado la Iglesia local–. Desde enero a septiembre, se han producido 178 muertes violentas solo en el municipio de Tumaco”. Además, “continúan el reclutamiento forzado de menores y las amenazas”.

Ante estos hechos, la diócesis exigió a las autoridades “las acciones necesarias para proteger la vida de los habitantes”. De igual forma, pidió a las instituciones que “investiguen detenidamente el papel que la fiscalía y los juzgados cumplen en Tumaco, y tomen medidas para su buen funcionamiento”. Y a los grupos armados, como Los Rastrojos y las FARC, les exigieron que no involucren a la sociedad civil en el conflicto.

En el nº 2.869 de Vida Nueva

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