Francisco reivindica la alegría como eje del hogar

Miles de familias de 75 países se citan en Roma para celebrar el Año de la fe

papa Francisco acaricia a un niño durante el Encuentro Mundial de las Familias con motivo del Año de la fe octubre 2013

ANTONIO PELAYO (ROMA) | De todas las ceremonias organizadas en Roma con motivo del Año de la fe (que ya corre hacia su clausura, el domingo 24 de noviembre), la más feliz y conseguida ha sido, en opinión de este cronista, la peregrinación internacional de familias, que se han reunido con el papa Francisco los días 26 y 27 de octubre.

No hay que reducir el éxito a las cifras de los convocados, pero traer hasta la Ciudad Eterna a más de 150.000 personas, provenientes de 75 países, es una pequeña proeza, y más en período escolar. Era un gozo ver Roma invadida por familias de los cinco continentes, muchas de ellas con varios niños y no pocas con los abuelos, tíos y otros parientes.

Todas ellas confluyeron el sábado desde primeras horas de la tarde en la Plaza de San Pedro y en la Via della Conciliazione. A partir de las dos de la tarde, dieron comienzo los preparativos y el ambiente se fue caldeando hasta las cinco, hora en que estaba prevista la presencia del Santo Padre. Este, acompañado por una docena de niños y niñas, a dos de los cuales daba la mano, hizo su entrada en la plaza, que era un mar de globos de colores. Formaba parte del grupo Vincenzo Paglia, presidente del Pontificio Consejo para la Familia y extraordinario organizador de este acontecimiento.

Iniciado el acto, se alternaron testimonios de parejas ya casadas o en trance de hacerlo con diversas canciones interpretadas en italiano e inglés (¿por qué no también en español?). Causó un cierto impacto en los oyentes lo dicho por una familia siria exiliada en Jordania a causa de la guerra civil, por la “familia” formada en la isla de Lampedusa por un náufrago y sus socorredores, o por los hermanos cineastas Paolo y Vittorio Taviani, quienes, desde su laicidad, testimoniaron su identidad con los valores de la familia. Todos y cada uno de los que intervinieron fueron saludados personalmente por Bergoglio.

En su intervención (que duró poco más de un cuarto de hora), el Pontífice empezó con una pregunta: “¿Cómo es posible hoy vivir la alegría de la fe en familia? ¿Es posible o no es posible?”. La respuesta, evidentemente, fue positiva, porque, a pesar de las dificultades, las carencias (“lo que más pesa es la falta de amor”), los silencios o los cansancios, Francisco quiso compartir con los presentes la promesa de Jesús: “Venid a mí, familias de todo el mundo, y yo os aliviaré para que vuestra alegría sea completa”.

“Para llevar adelante una familia, es necesario usar tres palabras: permiso, gracias, perdón –añadió–. Tres palabras clave. Pidamos permiso para no ser invasores (…). Demos gracias por el amor, pero ¿cuántos días pasan sin decir esta palabra: gracias? Todos nos equivocamos y a veces alguno se enfada en la familia o en el matrimonio. A veces, digo, vuelan los platos, se dicen palabras fuertes, pero escuchen este consejo: no terminen la jornada sin hacer la paz, cada día; se piden disculpas y se recomienza”.

En la parte final de su discurso, el Papa quiso referirse a los muchos abuelos presentes en la plaza con sus hijos y nietos: “Les pregunto: ¿ustedes escuchan a los abuelos? ¿Le abren el corazón a la memoria que nos dan los abuelos? Los abuelos son la sabiduría de la familia, la sabiduría de un pueblo, y un pueblo que no escucha a los abuelos, es un pueblo que muere”.papa Francisco con familias durante el Encuentro Mundial de las Familias con motivo del Año de la fe octubre 2013

“Deberes” para casa

Al día siguiente, por la mañana, en la plaza y alrededores ya no cabía un alfiler; los primeros en llegar habían ocupado los lugares más estratégicos para poder ver de cerca al Papa mientras hacía el cada vez más amplio recorrido en el jeep descubierto en el que se desvive por saludar a derecha e izquierda, recibiendo aclamaciones, besos y regalos de todo tipo.

De la misa concelebrada por más de un centenar de cardenales, obispos y sacerdotes, seleccionamos algunas frases de la homilía papal, que se ajustó a los textos del XXX domingo del año litúrgico, acomodándolos a la circunstancia: “Me gustaría hacer una pregunta, pero que cada uno la lleve en el corazón a su casa, ¿eh? Como una tarea a realizar. Y que responda personalmente: ¿hay alegría en tu casa? ¿Hay alegría en tu familia? La verdadera alegría que se disfruta en familia no es algo superficial, no viene de las cosas, de las circunstancias favorables (…). La verdadera alegría viene de la armonía profunda de las personas, que todos experimentan en su corazón y que nos hace sentir la belleza de estar juntos, de sostenerse mutuamente en el camino de la vida”.

Al final de la Eucaristía, el Papa leyó una oración compuesta especialmente para las familias. Finalizaba así: “Santa Familia de Nazaret, vuelve a dar a nuestra sociedad la conciencia del carácter sagrado e inviolable de la familia, bien inestimable e insustituible. Que todas las familias sean morada acogedora de bondad y de paz para los niños y ancianos, para quien está enfermo y solo, para el que es pobre y necesitado”.

Parolin recibe el alta

Por otro lado, el viernes 25, el portavoz vaticano, Federico Lombardi, hizo una declaración cuya afirmación fundamental era que Pietro Parolin, nuevo secretario de Estado, había sido dado de alta en el Hospital Universitario de Padua, donde había sido sometido a una intervención quirúrgica. “Todo ha ido bien”, era el comentario lacónico del jesuita, quien añadía que Parolin “desea asumir pronto las nuevas responsabilidades que el Papa ha querido confiarle”.

No se adelantan fechas, si bien se afirma que “los próximos días permanecerá en Véneto para un oportuno tiempo de reposo y de convalecencia, de modo que pueda asumir plenamente restablecido las nuevas responsabilidades”.

Se da por hecho que no será antes de la mitad de noviembre cuando el prelado llegue a su despacho en la Secretaría de Estado. Para entonces, es posible que se anuncien ya algunos cambios en la estructura y nombre del que ha sido hasta ahora el más importante organismo de la Curia romana.

Sobre los divorciados

Así, el miércoles 23, el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Gerhard Ludwig Müller, publicaba en L’Osservatore Romano un amplísimo artículo (dos páginas completas), titulado ‘La fuerza de la Gracia’, en el que abordaba “la indisolubilidad del matrimonio y el debate sobre los divorciados vueltos a casar y los sacramentos”.

Esta delicada materia fue tratada personalmente por Francisco ante los periodistas en el vuelo de regreso a Roma desde Río de Janeiro, y, por otra parte, se sabe que el tema fue igualmente objeto de intercambio de ideas en la reunión del consejo cardenalicio de principios de octubre.

Verosímilmente, el próximo Sínodo sobre la Familia, en 2014, se ocupará también del espinoso problema. No veo, por lo tanto, la utilidad de entrar en una hermenéutica de textos, aunque debe considerarse fuera de juego la interpretación mediática que ha visto en el artículo una desautorización por parte de Müller de cuanto ha afirmado el Pontífice en más de una ocasión.

En el nº 2.869 de Vida Nueva

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