Jacanamijoy: magia, memoria, color

Exposición retrospectiva en el Museo de Arte Moderno de Bogotá

 

Sala-2

 

Durante todo el mes de octubre, y hasta el 8 de noviembre, los asistentes al Museo de Arte Moderno de Bogotá podrán disfrutar de una exposición dedicada a la obra del artista plástico Carlos Jacanamijoy. La retrospectiva, cuyo guión fue preparado por Álvaro Medina, abarca el trabajo del autor entre los años 1992 y 2013. A través de sus óleos sobre tela, acuarelas, dibujos, serigrafías y esculturas se propone una visión de conjunto acerca de la propuesta estética del colombiano. Videos dan cuenta de su vida, y una serie de escritos sobre pizarrones escolares invitan a profundizar en las ideas de quien es hoy uno de los artistas más reconocidos de nuestro país.

Orificios-azules,-2001Carlos Jacanamijoy nació en Santiago, Putumayo, en 1964, y se educó en el seno de la comunidad Inga. Es hijo de Antonio Jacanamijoy, un importante médico tradicional y líder indígena fallecido en agosto de 2008. “Criado en un ambiente campesino de tierra fría como el del valle de Sibundoy, el futuro pintor recorrió de niño el medio y el bajo Putumayo acompañando en sus correrías al padre chamán, familiarizándose así con la selva húmeda y caliente”, al decir de Álvaro Medina. Luego de formarse en la Facultad de Artes de la Universidad Nacional, en 1991 recibió el grado de maestro. Simultáneamente, entre 1988 y 1990 entró a estudiar filosofía en la Universidad de La Salle, estimulado por el deseo de estudiar y entender las diferencias y coincidencias que hay entre la cultura occidental y la cultura indígena tradicional: “intersección de separación y encuentro que resulta ser la clave de su pintura”, afirma el crítico.

Descubriendo un mundo poético

Existen varios momentos en el desarrollo de la propuesta estética de Jacanamijoy. En 1992 y 1993 el artista se dedicó a pintar paisajes subjetivados de carácter expresionista, haciendo gala de un lenguaje personal y firme. “Sus composiciones entrecruzaban fragmentos de cielos, ríos, árboles arbustos, lianas, bejucos, flores o frutos que le servían de fondo para situar en primer plano un objeto de uso cotidiano evocador de su infancia campesina”. Según Medina, su meta era pintar vivencias personales inseparables de su origen indígena, consciente de que estaba incursionando en un mundo ignorado por la pintura occidental. Un cuadro de esta primera época, titulado “Aún no ha dejado de palpitar”, fue la primera creación importante del artista. La imagen implica que la creatividad del indio, a pesar del trauma de la conquista, sigue presente. Sin recurrir a elementos iconográficos precolombinos ni a anécdotas de tipo folclórico, afirma a través de este cuadro su comprensión personal de la experiencia indígena.

Objetos-de-deslumbran,-1994Gracias a una beca que Colcultura le concedió en 1994, el artista trabajó en su región de origen. La poética de la vida simple iniciada en 1992 cedió paso a lo mágico y sobrenatural cuando movido por una experiencia personal decidió que en lugar de pintar el selvático ámbito putumayense guiado por la mirada debería hacerlo a través de las creencias ancestrales que le inculcaron siendo niño y en consonancia con las prácticas rituales de su padre. Su pintura, entonces, comenzó a reivindicar con colores luminosos y contrastados el carácter sobrenatural que acompaña a la naturaleza. A partir de la vivencia ceremonial de su cultura de origen, representa las potencias espirituales que según los ingas viven en los montes, los bosques y las selvas que el artista recorrió en su infancia, espíritus que en el idioma quecha se denominan aucas. La obra de Jacanamijoy abre nuestras percepciones hacia “un mundo poético de sombras y luces, misterios y certezas, seducciones y embrujos”, en palabras de Álvaro Medina. Un mundo al cual se siente unido desde su infancia y que trata de expresar a través de un lenguaje expresionista.

Jacanamijoy también ha querido pintar lo que en la niñez se imaginaba que debía ver un chamán como su padre. Según Medina, “los chamanes hacen sus curaciones extrayendo de la naturaleza circundante ciertas fuerzas, una de las cuales fluye libremente en el agua. Los abuelos cuidaban a los niños dándoles a beber aguas de torrentes o cascadas, basándose en que lo intocado que se halla en lo profundo del bosque o de la selva posee facultades regeneradoras y que el agua, si espumosa, es todavía mejor”. A su modo de ver, el uso de grises casi negros en un cuadro como “Caídas de agua”, de 2008, introduce los contrastes para hacer resaltar la luz en el líquido burbujeante: “La luz, al neutralizar el miedo, reconforta el espíritu, llenando de bienestar el cuerpo”.

Una lección emancipadora

SalaHay un momento particularmente conmovedor durante la exposición. A través de un video, el artista comparte a los asistentes una serie de sus recuerdos más íntimos, historias de “una tierna y cruel segregación”. En su escuela había un 1.ºA para blancos y un 1.ºB para indios. Era normal que a los niños indios les hicieran rezar más: hasta cinco rosarios al día, y el angelus, además, el día de la raza eran obligados a vestirse con taparrabos para representar y conmemorar el descubrimiento de América. Como el padre del pintor era médico tradicional, en la escuela, los niños blancos, que eran sus vecinos, lo molestaban con la idea de que su padre era brujo y era parte del demonio. En la región, los curas excomulgaban a algunos de los sabedores ingas. La gente les decía “indios, brujos, sucios”.

“Mi abuela me iba hablando en inga por las calles del pueblo y unos niños blancos empezaron a burlarse de nosotros, remedándonos. La abuela, estoica, siguió su camino y me dijo que si me daba vergüenza yo podía cambiarme de acera. Ella, muy inteligente, con su silencio y su gesto me puso a prueba. No me cambié de acera, y a cambio aprendí una gran lección emancipadora desde pequeño”.

A partir de experiencias de este tipo, que han llevado a que Jacanamijoy reflexione acerca del racismo presente en la sociedad, el artista se pregunta: “¿Es que los indios no pueden romper los estereotipos? ¿Qué prácticas, o qué disciplinas, o qué modos de vida son propios de los indios, de los blancos, de los monos, de los amarillos, o de los negros? ¿Qué hay que escuchar? ¿Qué hay que comer? ¿Cómo hay que sentir? ¿A dónde hay que ir? ¿Dónde hay que vivir? ¿Cómo hay que ser? ¿Es que al mundo no vinimos todos a ser felices?”.

Miguel Estupiñán

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