Reconocer, acompañar y aprender del dolor, claves contra la pederastia en Chile

Alejandro Goic: “Aún nos falta para llegar a una plena empatía con las víctimas”

grupo de niños se tapan los ojos

ROBERTO URBINA A. (SANTIAGO DE CHILE) | “Ha sido uno de los temas más difíciles que nos ha tocado vivir como Iglesia”. La opinión es del obispo de San Bernardo, Juan Ignacio González, al inaugurar el III Encuentro Nacional de Prevención de Abusos a Menores de Edad, convocado por la Conferencia Episcopal de Chile (CECh).

A finales del pasado mes de septiembre, unos 50 participantes de la mayoría de las diócesis del país analizaron durante tres días el trabajo realizado por el Consejo Nacional para la Prevención de Abusos a Menores de Edad y Acompañamiento a Víctimas, organismo que la CECh creó en 2011 con dos objetivos: “Proponer, orientar, supervisar y evaluar las políticas de prevención de abusos sexuales de menores”, y ofrecer el necesario apoyo a las víctimas.

Alejandro Goic, obispo de Rancagua y presidente del Consejo Nacional respondió a las preguntas de Vida Nueva sobre los esfuerzos de la Iglesia de Chile para evitar los abusos sexuales.

Asegura que “cada vez hay mayor conciencia de la extrema gravedad, tanto para la sociedad como para la misma Iglesia, que tiene el abuso a menores de edad. Hemos dado pasos importantes, en las diócesis y en el Consejo Nacional. Sin embargo –admite–, me parece que aún nos falta para llegar a una plena empatía con las víctimas”.

Con respecto a su experiencia como presidente del Consejo, el obispo Goic considera que “se trata de un tema muy complejo, donde asoman heridas de distinta naturaleza muy difíciles de sanar. Es un trabajo hermoso y gratificante por su impacto social, pero muy doloroso y lleno de situaciones límite que estremecen“.

“Hemos podido desarrollar manuales, procedimientos y apoyos útiles para nuestras comunidades, con los que estamos contribuyendo a generar esas nuevas formas de relación, ese nuevo estilo de vida eclesial que nos muestra el Papa y que necesitamos imponer en la vida de toda la Iglesia”, añade.

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En el nº 2.867 de Vida Nueva.

 

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