Tribuna

Nietzsche en ‘Lumen fidei’

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Francesc Torralba, filósofoFRANCESC TORRALBA | Filósofo

“La idea que Nietzsche tiene en la mente de lo que es la fe en Cristo es diametralmente opuesta a la realidad de la fe, pero expresa una opinión que merece ser atendida, pues está omnipresente en el imaginario colectivo occidental posmoderno…”.

La primera encíclica del papa Francisco, Lumen fidei, presentada públicamente el pasado 5 de julio, tiene como misión central ahondar en la naturaleza de la fe desde distintas perspectivas, tratando de abordar los rasgos esenciales de la confesión cristiana.

Desde la convocatoria del Año de la fe se esperaba una encíclica sobre esta virtud teologal. De hecho, tal y como reconoce el papa Francisco, el borrador original de esta primera encíclica es obra del papa emérito, Benedicto XVI. El papa Francisco asumió, en primera persona, el borrador y la configuró según su propio talante.

En ella, la fe es definida como luz del mundo, como el sol que ilumina la existencia humana y orienta la historia de la humanidad hacia su plenitud. El Papa es consciente de que, para muchos ciudadanos, la fe no es percibida como luz, sino más bien como algo oscuro. Consciente de esta objeción tan presente en el pensamiento contemporáneo, atiende la crítica y busca una respuesta satisfactoria a la misma.ilustracion de Jaime Diz 2865 artículo de Francesc Torralba, Nietzsche en Lumen fidei

“En la época moderna –dice el papa Francisco– se ha pensado que esa luz podía bastar para las sociedades antiguas, pero que ya no sirve para los tiempos nuevos, para el hombre adulto, ufano de su razón, ávido de explorar el futuro de una nueva forma. En este sentido, la fe se veía como una luz ilusoria, que impedía al hombre seguir la audacia del saber. El joven Nietzsche invitaba a su hermana Elisabeth a arriesgarse, a ‘emprender nuevos caminos… con la inseguridad de quien procede autónomamente’. Y añadía: ‘Aquí se dividen los caminos del hombre; si quieres alcanzar paz en el alma y felicidad, cree; pero si quieres ser discípulo de la verdad, indaga’. Con lo que creer sería lo contrario de buscar. A partir de aquí, Nietzsche critica al cristianismo por haber rebajado la existencia humana, quitando novedad y aventura a la vida. La fe sería entonces como un espejismo que nos impide avanzar como hombres libres hacia el futuro” (Lumen fidei, 2).

La primera referencia de la encíclica es a Friedrich Nietzsche, y ello no es baladí. También Benedicto XVI, en su primera encíclica, Deus caritas est (2006), citaba un fragmento del pensador alemán en el cual este acusaba al cristianismo de envenenar el eros de la vida. En aquella encíclica, el Papa teólogo mostró cómo el cristianismo no ha venido a envenenar el eros de la vida, sino que ha venido a purificar y a educar el eros para que este pueda transformarse en agape.

En esta encíclica, aparece de nuevo el filósofo de la sospecha por antonomasia. La idea que Friedrich Nietzsche tiene en la mente de lo que es la fe en Cristo es diametralmente opuesta a la realidad de la fe, pero expresa una opinión que merece ser atendida, pues está omnipresente en el imaginario colectivo occidental posmoderno.

Según esta visión, tener fe consiste en obedecer, en renunciar a la autonomía, a la mayoría de edad espiritual, a indagar y a explorar por uno mismo, para seguir un camino trillado y marcado con antelación. Según esta visión, vivir conforme a la fe exige dimitir de la razón, optar por una vía fácil de minoría de edad, por lo de siempre.

El papa Francisco, a lo largo de Lumen fidei, responde a esta objeción y muestra cómo la fe es un camino que no entra en conflicto con la actividad de pensar, que exige madurez espiritual y apertura a lo desconocido, que supone entrar en una esfera imprevisible, fuera de control, donde uno debe estar dispuesto a salir de sí para darlo todo.

En el nº 2.865 de Vida Nueva.